Conferencia de Celso García de la Riega en la Real Sociedad Geográfica Año 1898, Cristóbal Colón ¿Español? IV
Milagrosa anticipación por cierto; pero se halla compensada por la injusticia de que esos papeles no contengan el nombre de Juan, segundo ó tercer hermano del Almirante, que en dichos años aun vivía, ni el de su hermana Blanca: se adivinó que estos dos hijos de Domingo Colón no habrían de alcanzar notoriedad histórica, por fallecimiento del primero y por desaparición de la segunda en la muchedumbre de las gentes!
Los comisionados de la Academia genovesa, encargados de informar acerca de la patria de Colón, encontraron un antiguo manuscrito en cuya margen un notario estampó la noticia de que el Descubridor constaba bautizado en la iglesia de San Esteban; análoga afirmación hacen los sostenedores de que Carvi, en Córcega, ha sido la cuna de Colón. Ambas proposiciones se destruyen mutuamente; pero en cuanto al buen notario ¡con poco se contentó para establecer como indiscutible la gloria de Genova! Y ¿qué diremos de los frailes de San Esteban de la vía Mulcento? ¿Es posible que un suceso tan sorprendente como el del descubrimiento, que vino á con- mover la sociedad, á ser conversación preferente de toda clase de personas, á crear nuevas y ricas fuentes de comercio, á ofrecer vasto campo á la propagación de la Fe católica, pasara inadvertido para aquellos monjes, en cuya iglesia se bautizara el Descubridor famoso y en una de cuyas casas habría nacido, si fueran exactos los cálculos que se hacen con relación á los Dominicos Colombo que figuran en dichos papeles auxiliares?
Aparece un «Christophorus de Columbo, filius Dominici, mayor de diez y nueve años», en 1470. Se explica, por la pre- visión, lo de hijo de Dominico; pero lo que nadie ha podido explicar todavía es la indicación de ser mayor de 19 años en 1470 (en que ya pasaba de los 33), con tanta más razón, cuanto que en 1472 exhiben otros papeles á «Christophorus Columbus lanerius de Januua lex Letoria?. egressus», esto es, mayor de 25. En dos años pasó de mayor de 19 á mayor de 25 y varió, retrocediendo, el apellido de Columbo en Columbus. Todo esto pudiera explicarse con mayor ó menor violencia; pero lo que, en mi humilde concepto, constituye un absurdo es lo de «lanerius» de Genova. En 1472, si Colón no se había casado, estaba á punto de realizarlo en Portugal. Santo y bueno que en aquel año viajara á Italia para visitar á sus padres; pero que un hombre de sus condiciones y conocimientos, próximo á enlazarse á una dama de la nobleza portuguesa, marino de profesión, capitán que había sido de una galera al servicio del Anjou pretendiente á la corona de Napóles, descendiese á firmar, como tejedor, en documentos notariales, se me figura, repito, verdadero desatino.
Resulta, además, que en aquella región de Italia, pululaban los Dominicos Colombo.
Dominico Colombo, de la noble casa de Cúccaro; Dominico Colombo, dueño de una casa con tienda, jardín y pozo, fuera de la puerta de San Andrés de Genova; Dominico Colombo, inquilino de una casa de los frailes de San Esteban en la vía Mulcento; Dominico Colombo, hijo de Ferrado, en Placencia; Dominico Colombo, hijo de Bertolino, en Pradello; Dominico Colombo, hijo de Juan, en Quinto ; Dominico Colombo, lanerio de Genova, habitatori en Saona, sin perjuicio de los que se supone haber existido en los diversos pueblos que se disputan la cuna del insigne descubridor.
Por virtud de la homonimia, varios de esos Dominicos quedan reducidos á uno sólo, padre del Almirante, cómoda, aunque ineficaz manera, á mi juicio, de arreglar las cosas, porque si el apellido Colombo y el nombre Dominico eran en aquella región de Italia tan comunes como los de López y de Juan en España, nada más natural y sencillo que el hecho de vivir en dicha comarca muchos Dominicos Colombo y en Castilla muchos Juan López.
Los demás documentos á que me refiero exhiben también notables incongruencias en fechas y en conceptos; y siendo carácter eminente de la verdad el de la unidad de los elementos que concurran á formarla, las deformidades de estos con respecto á la cuestión, alejan del ánimo toda propensión al convencimiento de haber sido la ciudad de Genova cuna del Almirante.
Digna de meditación es también la circunstancia de que en Italia no haya aparecido documento alguno en que Bartolomé Colón conste siquiera como testigo tejedor, ni que ofrezca, en condiciones históricamente apreciantes, el apellido materno del Almirante. La caprichosa suerte les negó una exhibición documental que concedió á un ínclito elegido suyo, gran navegante, gran geógrafo, gran cosmógrafo; y á fin de que la posteridad no vacilase con respecto al lugar de su gloriosa cuna, nos reservó la sorpresa de presentarle, á lo mejor de sus años, en calidad de testigo lanerio!…
Otra cuestión interesante es la relativa á los apellidos Colombo y Colón. ¿Cuál de los dos era el verdadero?
Se supone que el Almirante, para distinguir su familia de otras que tenían igual apellido, y para acomodarle á la lengua española, convirtió en Colón el de Colombo. Dícese también que igual conversión se verificó en España gradualmente. Me permito dudar de que ambas .explicaciones, aunque desde luego muy razonables, sean exactas.
En primer lugar, existe el hecho de que el Descubridor usa en Portugal el apellido Colón puesto que la carta del rey don Juan invitándole á volver á Lisboa, contiene dicho apellido, y claro es que los funcionarios portugueses no habrían de emplearlo por la única razón de que empezara á vulgarizarse en Castilla, motivo que bastaría para que hicieran lo contrario, sino por la de que así era llamado anteriormente en Portugal el que había solicitado apoyo oficial para su empresa. Derivándose multitud de apellidos españoles é italianos de su común origen, la lengua latina, el de Colombo era perfectamente apropiado á la castellana, demostrándolo la circunstancia de que, á pesar de los siglos transcurridos, existen en los territorios de León y de Galicia, pueblos y parroquias con la denominación de Santa Colomba. A los Reyes Católicos ser- vía un secretario llamado Juan de Coloma, apellido que tampoco ha variado; de manera que parece indispensable averiguar si para ello ha existido alguna otra razón esencial.
A raíz del descubrimiento y en carta de 14 de Mayo de 1493 al Conde Borromeo, Pedro Mártir dice «Christophorus Colonus;» y puesto que en sus epístolas empleó la lengua latina, lo lógico hubiera sido escribir espontáneamente Colombus y no Colonus, hecho que demuestra que lo escribió persuadido por el evidente razonamiento de que Colón se deriva de Colonus y no de Colombus; y puesto que el P. Las Casas, refiriéndose á los historiadores de los primeros sucesos de Indias, afirma que lo que P. Mártir dijo tocante á los principios del descubrimiento «fué con diligencia del propio Almirante,» es de presumir que el escritor italiano obtuvo de éste noticias precisas acerca de la etimología del apellido, circunstancia que se corrobora por el hecho de que D. Fernando Colón, al tratar esta materia en la historia de su padre y al comentar alegóricamente ambos apellidos, asegura que «si queremos reducirle á la pronunciación latina, es Christophorus Colonus;» y no sólo insiste en afirmarlo, sino que también añade la singularísima indicación de que el Almirante volvió á renovar el de Colón. Semejante idea de renovación de apellido, ¿habrá provenido de alguna insinuación más ó menos explícita de su padre, aplicándola el docto hijo á un simbolismo religioso? ¿Es que, en efecto, esta renovación del apellido Colón fué un regreso, digámoslo así, al verdadero?
Si el Almirante, en los tiempos en que navegaba por el Mediterráneo, seducido por la fama de los Almirantes Colombo el viejo y Colombo el mozo, ó por la moda de usufructuar tal sobrenombre, seguida por diversos marinos más ó menos distinguidos, como Nicolo, Zorzi, Giovanni y otros, lo llevó también durante algún tiempo, ¿no hubiera sido lógico que al to- mar el de Colón, derivándolo del latino Colonus y no de Colombus, expresara que lo renovaba? Es de notar que en las estipulaciones de Santa Fe se estampó el apellido Colón, indudablemente con la cabal aquiescencia del gran navegante; de manera que existen motivos racionales para presumir que el apellido Colombo no era el verdadero del Descubridor famoso, y que del uno no se derivó el otro.
Los comentarios que acabo de exponeros se refieren á algunos puntos esenciales de la historia de Colón, y he omitido otros, también interesantes, por no consentirlo el breve espacio en que me es permitido abusar de vuestra bondad. Con dichos comentarios he intentado recordaros el estado actual de la cuestión relativa á la patria y origen del primer Almirante de Indias, y demostraros que existen, en verdad, bases positivas para la discusión pendiente; no en vano un esclarecido crítico ha dicho que habrá de transcurrir mucho tiempo antes de que se escriba la historia definitiva de Cristóbal Colón.
Nuevos elementos vienen ahora á influir en la composición de esa historia, quizás encaminando las investigaciones por inesperado derrotero, y para exhibirlos paréceme muy justo que os manifieste las circunstancias que han precedido y acompañado á su aparición. Figura en primer término,la publicación, en 1892, del notable libro deD. Luis de la Riega titulado El Río Lérez. El muy cercano parentesco que á tan acreditado escritor me liga, no ha de ser razón para que me abstenga de encomiar sinceramente dicho libro; mis alabanzas, además, son muy posteriores á las que espontáneamente hicieron de él la prensa de Madrid y la de Galicia, pues su condición esencial de hallarse dedicado á ensalzar brillantemente las bellezas de una comarca, no impide que ofrezca verdadero deleite para los aficionados á la buena literatura. En sus páginas he encontrado el primer móvil de mis investigaciones, cual es la cita de una escritura de aforamiento hecho a principios del siglo xvi por el antiguo monasterio de Poyo, en las cercanías de Pontevedra, á Juan de Colón y su mujer Constanza de Colón. Esta singularidad me condujo á la lectura de papeles de aquella época, entre los cuales encontré un curioso cartulario en folios de pergamino con instrumentos notariales de aquel siglo y del anterior, en que se halla incluido otro aforamiento por el Con- cejo de Pontevedra, en 1496, de un terreno al que se designa como uno de sus límites la heredad de Cristobo de Colón, nombre indudablemente de algún propietario anterior que, según costumbre muy general, conservaba dicha finca. La aparición de tan glorioso apellido en aquella localidad me inspiró el raciocinio lógico de que, puesto que se había revelado en dos documentos, podría repetirse en otros más ó menos anteriores, habiéndome dedicado, por lo tanto, al examen de cuantos pa- peles del siglo xv pudieran existir en los archivos locales y particulares, y de los que lograse obtener por diversas gestiones. No he desmayado en la tarea, facilitada, dicho sea en honor de la verdad, por la ilustrada Sociedad Arqueológica de Pontevedra, fundada y presidida por el perseverante y doctísimo jurisconsulto y arqueólogo D. Gasto Sampedro. Al notable Museo creado por dicha Sociedad han sido entregados patrióticamente numerosos libros, papeles y pergaminos antiguos; los poseen también muy curiosos é importantes el archivo del Ayuntamiento y el del antiquísimo Gremio de mareantes, y obtuve los interesantes datos que forman la base del presente estudio; es probable que aparezcan en lo sucesivo otros más eficaces, por más que ha sido gran fortuna que llegaran á nuestros tiempos noticias escritas acerca de personas á la sazón tan modestas. Como veréis, resulta comprobada la existencia de los apellidos Colón y Fonterosa: el segundo aún persiste en la provincia de Pontevedra, constando sin solución alguna en registros parroquiales desde últimos del siglo xvi hasta el presente; dos de los nuevos documentos lo exhiben en 1525 y 1528, y otros lo presentan en varios años del siglo xv, coexistiendo con el de Colón.
Hechos tan extraordinarios me impulsaron al estudio repetido y constante de cuantos autorizados, libros tratan de la vida del Descubridor del Nuevo Mundo, adquiriendo el convencimiento de que, en efecto, el problema que se discute se halla envuelto en el misterio, pues cuatro son las poblaciones que han dedicado sendos mármoles á su hijo Cristóbal Colón, dos las que alardean de haber poseído el registro de su bautismo y otras ocho ó diez las que exhiben diversos títulos para considerarse patria indudable del famoso navegante.
Semejante disparidad de elementos históricos puede provenir de la absoluta falta de verdad en todos ellos, y os ruego me perdonéis el atrevimiento de esta indicación. Preséntase ahora al concurso una población española que por otros conceptos es muy digna de consideración ante la historia, y permitidme que siquiera os recuerde la importancia marítima que Pontevedra tenía en el mismo siglo xv, ya como puerto de Galicia, ya como uno de los principales astilleros de Castilla en aquella época. Patria es de los Almirantes Payo Gómez, Alvar Páez de Sotomayor y Jofre Tenorio en la Edad Media; del ilustre marino al servicio de Portugal Juan da Nova, descubridor de las islas de la Concepción y de Santa Elena, en el entonces recién hallado camino de la India por el cabo de Buena Esperanza; de Bartolomé y Gonzalo Nodal, descubridor este último del estrecho que injustamente lleva el nombre de Lemaire; de Pedro Sarmiento, á quien publicistas de Inglaterra llaman el primer navegante del siglo xvi; de los Almirantes Matos, que brillaron en el xv, y de otros distinguidos marinos, entre los cuales descuella en nuestros tiempos el ilustre Méndez Núñez.
Hé aquí ahora la relación de los documentos descubiertos:
1.° Escritura de carta de pago dada á Inés de Mereles por Constanza Correa, mujer de Esteban de Fonterosa, fecha 22 de Junio de 1528.
2.° Escritura de aforamiento por el concejo de Pontevedra, en 6 de Noviembre de 1525, á Bartolomé de Sueiro, el mozo, mercader, y á su mujer María Fonterosa, folio 6 vuelto de un cartulario de 58 hojas en pergamino.
3.° Ejecutoria de sentencia del pleito, ante la Audiencia de la Coruña, entre el Monasterio del Poyo y D. Melchor de Figueroa y Cienfuegos, vecino y alcalde de Pontevedra, sobre foro de la heredad de Andurique, en cuyo texto se incluye por copia la escritura de aforamiento de dicha heredad, hecho por el expresado Monasterio á Juan de Colón, mareante de aquella villa, y á su mujer Constanza de Colón, en 13 de Octubre de 1519.
4.° Escritura de aforamiento por el concejo de Pontevedra, en 14 de Octubre de 1496, á María Alonso, de un terreno cercano á la puerta de Santa María, señalando como uno de sus límites la heredad de Cristobo fxp.° ) de Colón. Folio 20 vuelto de dicho cartulario de 58 hojas en pergamino.
5.° Acuerdo del concejo de Pontevedra, año de 1454, sin señalar el día ni el mes, nombrando fieles cogedores de las rentas del mismo año; entre ellos, á Gómez de la Senra y á Jacob Fonterosa para las alcabalas del hierro. Folio 66 del libro del concejo que empieza en 1437 y termina en 1463, con 78 hojas en folio.
6.° Folio 48 del mismo libro. Acuerdo del concejo, fecha 1.° de Enero de 1444, en que se da cuenta de la carta de fieldades del Arzobispo de Santiago, nombrando fieles cogedores de las rentas de la villa en dicho año; entre ellos, á Lope Muñiz ó Mén- dez y á Benjamín Fonterosa para las alcabalas de las grasas.
7.° Minutario notarial de 1440, folio 4 vuelto. Escritura de censo, en 4 de Agosto, por una parte de terreno en la rua.de Don Gonzalo de Pontevedra, á favor de Juan Osorio, picapedrero, y de su mujer María de Colón.
8.° En el mencionado libro del concejo, folio 26. Acuerdo de Pedro Falcón, juez, Lorenzo Yáñez, alcalde, y Fernán Pé- rez, jurado, en 29 de Julio de 1437, mandando pagar á Domingos de Colón y Benjamín Fonterosa 24 maravedís viejos, por el alquiler de dos acémilas que llevaran con pescado al arzobispo de Santiago.
9.° Minutario notarial de 1436. Escritura de aforamiento en 21 de Marzo, hecho por Fernán Estévez de Tuy, á Alvaro Afon, de una viña en la feligresía de Moldes, en Pontevedra, señalando como uno de sus límites otra viña del aforante que labraba Jacob Fonterosa el viejo.
10. Minutario notarial de 1435. Escritura de 25 de Diciembre, en la que Afon Ean Jacob afora la mitad de una viña á Ruy Fernández y á su mujer Elvira Columba.
11. Minutario notarial que empieza en 28 de Diciembre de 1433 y termina en 20 de Marzo de 1435, 97 hojas, folio 85 vuelto. Escritura en 29 de Septiembre de 1434 de compra de casa y terreno hasta la casa de Domingos de Colón el viejo, por Payo Gómez de Sotomayor y su mujer Doña Mayor de Mendoza.
12 El mismo minutario, folio 80. En 11 de Agosto de 1434, escritura de venta de la mitad de un terreno que fué casa en la rúa de las Ovejas, por María Eans á Juan de Viana el viejo y á su mujer María de Colón, moradores en Pontevedra.
13. Minutario notarial de 1434. Escritura de 20 de Enero, en que Gonzalo Fariña, hijo de Ñuño Mouriño y de Catalina Columba, difunta, hace donación de una casa sita en la rúa de D. Gonzalo de dicha villa.
14. Minutario notarial de 1434 y 1435, folios 6 vuelto y 7. Dos escrituras, correlativas, fecha 19 de Enero de 1434. en que el abad del monasterio de Poyo se obliga á pagar respectivamente 274 maravedís de moneda vieja á Blanca Soutelo, heredera de Blanca Colón, difunta, mujer que fué de Alfonso de Soutelo, y 550 maravedís de la misma moneda á Juan García, heredero de dichos Alfonso de Soutelo y su mujer Blanca Colón.
15. Minutario notarial, cuaderno de 17 hojas, folio 2. En 28 de Noviembre de 1428, escritura de censo hecho por María Gutiérrez, á favor de la cofradía de San Juan de Pontevedra, en presencia de los procuradores y cofrades de la misma, Bartolomé de Colón y Alvaro da Nova.
Los anteriores documentos están redactados en gallego; el siguiente en castellano de la época.
16. Cédula del arzobispo de Santiago, señor de Pontevedra, mandando al concejo, en 15 de Marzo de 1413, que entregue á maese Nicolao Oderigo de Janvua 15.000 maravedís de moneda vieja blanca en tres dineros.
Continuará