Cristóbal Colón y Su Libro De Las Profecías
Colón comenzó a escribir esta obra en 1502, ayudado en gran medida por su gran amigo el monje cartujo del monasterio de Santa María de las Cuevas de Sevilla, fray Gaspar Gorricio, mientras esperaba la orden que le permitiera emprender su cuarto viaje (del 9 de mayo de 1502 al 7 de noviembre de 1504). Debió terminarla en 1504 tras concluir este viaje, al que alude en el folio (en adelante f.) 59 vuelto. Está compuesta de 84 hojas de las que faltan 14, escritas en castellano, salvo las citas bíblicas de la Vulgata y de los Padres de la Iglesia que lo son en latín, y una breve anotación en italiano que se encuentra en el f. 58. El título exacto de la obra, como consta en el vuelto del f. 1, es “Libro o colección de auctoridades, dichos, sentencias y profecías de la recuperación de la sancta ciudad y del monte de Dios, Sión, y acerca de la invención y conversión de las islas de la India y de todas las gentes y naciones, a nuestros reyes hispanos”. En el margen izquierdo superior del f. 1 se anota: “Profecías que juntó el Almirante Don Cristóbal Colón de la Recuperación de la sa. Ciudad de Hierusalem y del descubrimiento de las Indias, dirigidas a los Reyes Catholicos”.
Lo primero que llama la atención es que faltan 14 hojas, arrancadas, y la pregunta que surge ¿por qué las arrancaron?, ¿cuál fue el motivo?.
En el folio 1, una nota de Juan de Loaísa, bibliotecario de la colombina en 1682, anuncia:
“Este libro escribió D. Xstoval Colón en el año 1502 con lo que para ello le ayudó el P. D. frey Gaspar Gorricio, Monge de la Cartuxa de Sevilla, como parece de la carta siguiente. Tiene 84 foxas y entre ellas faltan 14 foxas; sin duda sería lo mejor, como lo advierte quien lo leyó en muchos años a y lo dice en el folio 77; y cuando esto se escribe es el año de 1682, sábado 24 de octubre”.
En el folio 77 hay una nota manuscrita:
Advertencia de un bibliotecario, añadida posteriormente: «Mal hizo quien hurtó de aquí estas hojas, porque era lo mejor de la profecías d’este libro»
Es decir que ya tenemos una fuente más de misterio en la vida de Cristóbal Colón, ¿a quién podría interesar que lo escrito es esas páginas no fuera leído?
La respuesta no es fácil por no decir imposible sin tener las paginas delante, tampoco se puede deducir por lo dicho en el folio 67, pues esta roto por la mitad, lo que si queda del mismo es:
(En el margen izquierdo: «Abad Joaquín»)
Ni indignamente o sin razón os asevero a vosotros, muy altos reyes, que os están reservadas mayores cosas, cuando ciertamente hemos leído que el abad calabrés Joaquín [de Fiore] predijo que será de España el que ha de restaurar la fortaleza de Sión.
Lo único que nos dice es que Cristóbal Colón se creía que era él esa persona. Faltan los folios: -63,64,65,66 y del 68 al 76. Por lo demás no podemos deducir que es lo que podría molestar y en que sentido de lo que hubiera escrito en esos folios que faltan.
El Libro de las Profecías no es una obra desarrollada y sistemática. Más bien se trata de una colección abrumadora de citas, fundamentalmente bíblicas, inconexas entre sí y sin comentar. Sólo el título de la obra y la inclusión de unas cartas de Colón dirigidas a fray Gaspar de Gorricio, en septiembre de 1501 (junto con la respuesta de éste, de marzo de 1502), y a los Reyes Católicos (en 1501), ayudan a comprender el sentido global de la obra y de tanta cita bíblica. Tras estas cartas y una serie de citas bíblicas y patrísticas, la obra se divide, sin mayores explicaciones, en tres capítulos igualmente saturados de citas sin apenas comentarios: “De perterito” (desde el f. 30 vuelto hasta el f. 53), “De presenti et futuro” (desde el f. 54 vuelto hasta el f. 62 vuelto; faltan los folios 63, 64, 65 y 66) y “De futuro” (desde el f. 67 vuelto, cortado por la mitad, hasta el 83 vuelto).
A lo largo de sus 70 hojas conservadas, pueden encontrarse, de manera implícita o explícita, al menos 385 referencias bíblicas, de las cuales 326 pertenecen al Antiguo Testamento y sólo 59 al Nuevo Testamento.
En sus escritos, particularmente en el Libro de las Profecías, Colón sostiene que la finalidad de sus viajes a las Indias es doble: por un lado, la obtención de oro para financiar la recuperación de Jerusalén para la Cristiandad, en manos entonces de los otomanos, y, por otro, la evangelización de los indios. Más aún, considera que él mismo estaba predestinado por Dios para realizar el descubrimiento de las Indias y que esta predestinación estaba implícitamente anunciada en la Biblia.
Uno de los objetivos declarados de Colón junto a la evangelización de los indios, fue la recuperación o restauración de Jerusalén para la Iglesia, como consta en el mencionado título del Libro de las Profecías. Este objetivo no aparece únicamente en este libro. También es mencionado, a veces exclusivamente y otras junto con el de la evangelización, en otros escritos del Almirante tan importantes como su diario de a bordo del primer viaje a las Indias (26 de diciembre de 1492), la Institución del Mayorazgo (22 de febrero de 1498), sus cartas a la Reina Isabel (agosto-septiembre de 1501), al Papa Alejandro VI (febrero de 1502) y a los Reyes Católicos (escrita desde Jamaica con motivo de su cuarto viaje el 7 de julio de 1503).
Conviene destacar, sin embargo, que este afán de Colón por recuperar Jerusalén para la Cristiandad, afán lógico en la religiosidad de la época pero no correspondido por los príncipes y reyes europeos más realistas y pragmáticos, en ocasiones parece ambiguo, pues también habla de la reconstrucción de la “Casa” de Jerusalén. Algunos autores sospechan que esta referencia a la “casa santa” lo es realmente al Templo de Jerusalén, pues, en hebreo, “casa” y “templo” se dicen de igual manera (bayit). ¿Está pensando Colón realmente en la reconstrucción del Templo de Jerusalén, algo deseado por los judíos pero nunca, al menos como templo judío, por la Iglesia cristiana?.
De ser cierto este deseo implícito de reconstrucción del Templo, Colón estaría bordeando la ortodoxia cristiana y mostrando una fe judía mal disimulada. En el cálculo que establece el propio Colón sobre la creación del mundo en sus apostillas a la Historia rerum ubique gestarum de Eneas Silvio Piccolomini (quien luego fuera Papa Pío II entre 1458 y 1464 d. C.), muestra un marcado interés en las fechas relativas al Templo de Jerusalén, particularmente las concernientes a su construcción y sucesivas destrucciones y reconstrucciones:
Y desde que saliron de Egipto hasta que se fabricó la primera Casa 480 años. Y desque foi fabricada la primera Casa fasta su destrucción son 410 años. Y desque foi destruida la primera Casa fasta la salida del cativerio de Babilonia a 70 años, y estonces se comenzó la segunda Casa. Y duró la segunda Casa 400 años. Y desque naco Abraam fasta que foe destruído la segunda Casa 1088 años. Y desqde la destrucción de la 2a Casa fasta segundo los judíos, fasta agora, siendo el año del nacimiento de Nuestro Señor de 1481, son 1413 años. Y desde el comienzo fasta esta era de 1481 son 5241 años (penúltimo folio vuelto de las apostillas).
No obstante, este aparente interés por el Templo, más propio de un judío que de un cristiano, vuelve a quedar suavizado o mitigado cuando hace referencia explícita al Dios cristiano trinitario y cuando menciona la restauración del Templo para “la Yglesia Santa”. No cabe pensar, por tanto, en una restauración del culto judío. En cualquier caso, las citas bíblicas (especialmente de los profetas, particularmente Isaías, y de los Salmos) que utiliza Colón para defender la necesidad de recuperar Jerusalén para la Cristiandad (tanto si eso implica o no realmente la reconstrucción del Templo) son abundantísimas y cabe destacar que esta restauración de Jerusalén adquiere un sentido entre apocalíptico y escatológico cuando Colón ve en ello el preámbulo para la inauguración del reinado personal del mismo Dios en Sión.
Es en este libro donde Colón va a mostrar, mediante una identificación personal con distintas imágenes y figuras de las Escrituras, particularmente del Antiguo Testamento, una conciencia muy clara de ser el enviado o mensajero de Dios para el descubrimiento de las Indias.
A todas las referencias bíblicas que utiliza Colón para presentarse como Enviado de Dios cabría añadir, secundariamente, la interpretación que se ha hecho de su propio nombre, tal como relata Bartolomé de Las Casas: “Cristóbal, conviene a saber, Christum ferens, que quiere decir traedor o llevador de Cristo, y así se firmaba él algunas veces”
Esta firma es patente en Colón especialmente a partir de 1502. Después de escribir el Libro de las Profecías la utilizó al menos en dos ocasiones como puede verse en el “Libramiento a favor de Diego Rodríguez”, de 7 de septiembre de 1504; y en el “Libramiento a favor de Rodrigo Viscaíno y de Francisco Niño”, de 8 de septiembre de 1504. J. Gil, Mitos y utopías del Descubrimiento. 1. Colón y su tiempo, Alianza Editorial, Madrid (1992) 215, quien sostiene la fe judía de Colón, interpreta que Xpo Ferens no significa “portador de Cristo” sino “portador para Cristo”, es decir, para el Mesías judío.
Colón parece atribuirse a sí mismo el cumplimiento de una “profecía” proveniente del mundo pagano, extraída de la tragedia Medea de Séneca (4-65 d. C.), en la que se vaticina el descubrimiento de un nuevo y gran mundo. Colón la cita en el Libro de las Profecías:
Vernán los tardos años del mundo ciertos tiempos en los cuales el mar Océano aflojará los atamentos de las cosas, y se abrirá una grande tierra, y um nuevo marinero como aquél que fue guía de Jasón, que hobo nombre de Tiphi, descobrirá mucho mundo, y entonces non será la isla Tule la postrera de las tierras (Libro de las Profecías, f. 59 vuelto).
En la carta a los Reyes Católicos de 7 de julio de 1503, el Dios que cree Colón se le revela no es tanto el Dios de Jesucristo (a quien ni siquiera menciona), sino el Yahvé liberador y cumplidor de promesas del Antiguo Testamento.
“[…] ¿Qué hizo Él más al tu pueblo de Israel cuando le sacó de Egipto? ¿Ni por David, que de pastor hizo Rey en Judea? Tórnate a Él y conoce ya tu yerro: su misericordia es infinita. Tu vejez no impedirá a toda cosa grande: muchas heredades tiene Él grandísimas. Abraam pasava de cien años cuando engendró a Isaac, ni Sara era moza. Tú llamas por socorro. Incierto, responde, ¿quién te ha afligido tanto y tantas vezes: Dios o el mundo?[…]”.
Llama la atención esto: “Abraam pasava de cien años cuando engendró a Isaac, ni Sara era moza”, da la impresión de que se quiere comparar con su edad y que se siente viejo, ¿pero de qué edad?.
Este post lo hice porque me encontré un trabajo de: JUAN LUIS DE LEÓN AZCÁRATE Facultad de Teología. Universidad de Deusto, que me ha servido como fuente, me llamó la atención y como casi nunca se escribe sobre libro de las profecías, al menos en los blogs que suelo ver sobre el origen de Colón, he querido traerlo al blog para que los lectores sepan un poco lo que esta escrito en el mismo, evidentemente no he puesto todo solo unas ligeras pinceladas como muestra del mismo.
Que cada uno obtenga sus propias conclusiones