Celso García de la Riega

Biografía, Obras, Pinturas, Teorías y Artículos

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Etimologías Gallegas Comunicado «Respuesta de Celso García de la Riega a V. García de Diego»

Comunicado

Diario de Pontevedra 28 Febrero 1905

 Sr. D. Andrés Landin.

Mi querido amigo: ruego a V, que ordene la publicación del adjunto comunicado en su ilustrado periódico, puesto que no me queda otro medio de contestar al inverosímil ataque del Sr Diego, en !a inteligencia de que se trata de un comunicado de pago esperando que haga la inserción lo más pronto posible.

 Es favor que le estimará de todas veras su antiguo amigo.—G. de la Riega.

24 Febrero 1905.

 Sr Director de El Diario de Pontevedra:

Diario Pontevdra contestación a V. Diego 28:02:1905 Mi distinguido amigo: de cuantas sorpresas pudiera yo tener en la vida, ninguna tan extraordinaria como la que me ocasionó el artículo de ese catedrático de latín, inserto en el número de hoy, que acabo de leer. Convencido estoy ya de que es imposible toda discusión normal y correcta con ese señor En la polémica que sólo por las razones ya expuestas, he sostenido acerca do las reminiscencias griegas en el lenguaje y en la toponimia de Galicia, he contestado puntualmente y en su lugar respectivo a todos los reparos aducidos por el Sr, Diego. Este caballero, viéndose sin salida, acorralado y descalabrado en su argumentación científica, ha acudido en su último trabajo filológico a extremar el sistema que habla iniciado: el de las omisiones, de las tergiversaciones, de las inexactitudes, en fin, del barullo, todo ello presentado en un lenguaje que nadie envidiará. Los lectores de El Diario habrán advertido ya el desahogo con que el Sr. Diego ha sacado de quicio las cosas, trabucando intencionadamente mis raciocinios y pruebas, trasladando todo aquello, que sólo tiene encaje y efecto en su lugar, a otros en que aparezca desatinado y resulte sin valor atribuyéndome conceptos que no he emitido o falseando, con habilidad que reconozco; aquellos que yo he acompañado de los respectivos antecedentes y consiguientes; acudiendo, en resumen, a subterfugios que tienen adecuado calificativo en el diccionario de la lengua. Crea V., pues, amigo mío, que aunque V. no, lo hubiera hecho, yo habría dado en este punto por terminada la polémica, principalmente en vista de mis observaciones sobre procedimientos de trato social, que he consignado en mis últimos artículos, largos y latosos, es verdad, a causa de que la defensa requería una extensión que los ataques maliciosos y embarullados pueden salvar fácilmente.

No habré de ocuparme ya, en el presente comunicado, de las menudencias filológicas mencionadas; de la polémica haré muy pronto un folleto con las correspondientes notas, aclaraciones y justificaciones y, por lo tanto, la cuestión habrá de ser juzgada en su día por quienes no estarán influidos de prejuicios y pasioncillas de bajo vuelo.

Pero el último artículo, o lo que sea, del Sr. Diego, tiene cosas que no pueden quedar sin contestación, y por eso acudo a esta forma de comunicado, bien convencido de que cumplo una obligación ineludible Ese señor, que ha tenido la amabilidad de llamar jonios a mis tatarabuelos (licencia muy descortés) no se ha hecho cargo de que yo, en ¡as entrañas de esos remotos antepasados, ya tenía matemáticas y había aprendido a no emplear nunca medios incorrectos y a no usar en ninguna ocasión literaturas dé plazuela o de chiquillo emberrenchinado; si me he permitido , algunas frases irónicas, ha sido tan solo en contestación a otras injustas, inconsideradas o intempestivas. He sido atacado inopinadamente y nadie creerá que he cometido un crimen al defenderme, dentro siempre del compás y del son que me había señalado el ofuscado agresor.

Poco es lo que voy a decir y conviene descartar desde luego un pequeño detalle, aunque tiene importancia por el fin benéfico que encerraba; El Sr, Diego había afirmado que eso del espíritu fuerte o áspero, desvanecido en los dialectos griegos, restablecido por Aristófanes y lamado digamma eólico, era «una atrocidad que no se estila en los libros moderno», sobre esta afirmación le he propuesto una pequeña apuesta. Ha eludido la aceptación noble y franca; ha tratado de escurrirse (muito olio c´os cartiños!) según costumbre, con una habilidad que precisamente viene a darme la razón, puesto que las palabras que cita del Sr. Cejador, patentizan la existencia del mencionado digamma o sea espíritu áspero o fuerte; luego, en los libros modernos se usa tal atrocidad y no la del estupendo jo, ja, base primitiva de la cuestión. Sobre este asunto hay además lo que he expuesto, copiándolo literalmente y sin tergiversación ni omitida, de la extensa y profunda Gramática griega del Sr. Lozano y Blasco, catedrático que fue de griego en la Universidad central, capítulo XIV, párrafos 2 y 3, páginas 34 y 35. Es, por consiguiente, indudable que ol Sr. Diego ha eludido la apuesta y tratándose do un objeto caritativo, debemos lamentar que no la haya aceptado, puesto que tenía tanta seguridad en que yo seria el pagano.

Y vamos a lo principal, que, sin embargo, sólo tiene valor aparente; a lo que me ha causado la sorpresa que menciono al principio de esta carta; a unas increíbles palabras del Sr. Unamuno. El Sr. Diego continúa tocando a rebato-.. lo mismo que el sacristán y el escribiente consabidos. Le compadezco.

Muy flojos y muy desprovistos de conocimientos y de razones se hallan el Sr Diego y su ayudante de campo, hacendista desocupado, cuando se han visto en la necesidad de acudir a aquel catedrático: bien cierto es el refrán de que el que quiera saber, que vaya A Salamanca. No puedo calcular bajo que clase de elementos de sugestión o de referencias e insinuaciones ha podido el Sr. Unamuno leer algo, no todo, de mi libro y estampar dichas palabras. En uno de mis artículos he indicado la idea de que si nos colocamos en un punto de vista opuesto a las noticias históricas y a la colonización griega de Galicia, mi criterio resulta desatinado y que tanto valdría buscar orígenes griegos en la Australia. Esta consideración no ha sido apreciada en su justo valor por el Sr. Diego, que no sabe apreciar cosas tan sencillas, ni probablemente por el señor Unamuno, que no ha podido fijarse en ella o a quien seguramente le ha sido ocultada. El Sr, Unamuno tan sólo leyó algo de mi libro; en la página 527 declaro lealmente que mis conocimientos, sobro estas y otras materias, son muy superficiales, hecho que bastaría para que todo espíritu sereno y justiciero prescindiera de escribir frases tan excesivas, desatentas o injustas, aunque considerase erróneo mi criterio. Mi ciencia filológica está reducida en mi libro a consignar que tanto ciertos elementos como muchas palabras gallegas del lenguaje y de la toponimia quieran o no quieran el Sr Diego y su ayudante tristísimo, concuerdan en forma y en acepción con otras griegas, hecho incontestable que, unido a las noticias históricas y a los juicios formulados por Plinio, Strabon, San Isidoro, el Gerundense, el P. Florez, los señores Fernandez Guerra y P. Fita, etc., etc., corroboran mi criterio. Si el señor Unamuno no aprecia las noticias históricas y la toponimia gallega, está en su lugar al considerar absurda mi creencia y al figurarse que salgo de un manicomio; pero no al escribir frases tan inconsideradas, sin presumir, segura y positivamente, que habrían de ser utilizadas en una forma y en una ocasión que no ha podido imaginar ¿Cree el Sr Diego que las cosas no han de aclararse? Vaya si se aclararán, y aínda mais. Ni de mi libro, ni de la polémica en que he aducido hechos y argumentos incontestados, aunque sí desfigurados y tergiversados (pues lo he probado así en los lugares oportunos), se puede deducir que alardeo de helenista o de filólogo, ni que me hincho o me esponjo, bañado en presunción satánica, ridícula, insana y ruin: de ello estoy bien seguro y todos los que me tratan y conocen, lo suben del mismo modo.

Lástima es que el Sr Diego, que se considera un Kuroki de la filología, no haya consultado también al Sr. Unamuno las definiciones de su famosa gramática latina sobre el sustantivo, el adjetivó, el verbo, la métrica, etc. Estoy persuadido de que si el Sr. Unamuno leyera aquello de que «la Métrica es el estudio gramatical de los versos latinos», pondría en solfa a un catedrático que enseña a sus alumnos semejante dislate y que, por tanto, carece de toda autoridad científica; también estoy convencido de que si el mismo señor se enterara de las asombrosas habilidades y afirmaciones de! Sr. Diego en la polémica de que se trata, le condenaría a la contemplación eterna de su ayudante de campo.

Pero ¿es que las frases del Sr. Unamuno escritas en tales circunstancias, constituyen un mandamiento de la ley de Dios? Soy enemigo de la exhibición personal; mas el estado, a que el Sr. Diego, totalmente aturdido y sin base propia, ha llevado el asunto, me obliga a presentar opiniones valiosas que, no sólo hace lo que vulgarmente se llama «pata y en paz» con respecto al decreto del Sr. Unamuno, sino lo que se dice <<quince y raya>>.

Un doctísimo filólogo, sin duda el mas eminente de España, me ha trasmitido el juicio que le ha merecido mi modesto libro y trata particularmente los puntos de filología, sin hacer la más leve insinuación de censura sobre las reminiscencias griegas, esas reminiscencias que el Sr. Diego ha creído que destruían su cátedra de latín y el despacho de su Gramática latina y de los programitas de curso, Y para que se vean la sinceridad y lealtad con que dicho sabio emite su opinión, copiaré algunas frases. Después de decir que mi obra está llena de erudición y de buen juicio crítico y que sin duda habrá de llamar la atención de los doctos, añade lo siguiente: «Lástima que V. no sistematice un poco más el punto del anticeltismo y otros lástima que usted no haya abandonado para escribir su obra resabios de doctrinas no viables que asoman a veces; me refiero a las alusiones que hace a una comunicación iberolatina, (téngase en cuenta que en mi libro llamo eminentemente latino a nuestro dialecto) a la maternidad del sánscrito en orden a las lenguas dichas indoeuropeas, etc., y a suponer verdadero el origen asiático de los aryos, cuando en realidad, y en cuanto cabe admitir tales aryos, deben decirse europeos. Esto no quita lo substancial del libro, pero yo, que estimo sinceramente la doctrina de su obra, etc.. expresión sincera de mis impresiones y de la estima de su obra meritísima, etc.»

Ahora copiará un párrafo de la carta de un académico, aunque en ello haga un esfuerzo, «He leído el libro y lo tengo sobre la mesa para releerlo y estudiarlo; mi impresión es que se trata de una obra magistral y que ha de promover polémica. Por lo visto ya hemos empezado con ese búrgales, que me parece se ha metido EN LO QUE NO ENTIENDE, Precisamente, días pasados estuve hablando de cosas griegas de Galicia con N, . N.,. (un catedrático de la Universidad central) y me citó innumerables nombres griegos de ese país, etc. «En el trabajo para el Boletín pueden y deben venir las voces griegas con sus propios caracteres de letra.», etc. No estoy autorizado para publicarlos nombres del filólogo, del Académico y del profesor mencionados.

Las cartas de referencia están a disposición de los lectores do El Diario, no de ese Sr, Diego, que podría sufrir un berrenchín. Algunas personas las conocen ya. Concluyo repitiendo que mi enorme delito ha sido ensalzar la historia antigua de mi patria, enlazando, justificadamente las repetidas o incontestables noticias históricas con muchos nombres do lugares y con un ciento, o cosa así, de palabras del lenguaje galaico que concuerdan en forma y en significado con voces griegas, Este horrendo crimen le puso los pelos de punta al Sr. Diego, imbuido en vulgarísimo criterio castellano en cuanto toca a Galicia y a los gallegos; ni él, ni el señor Unamuno han visto que, aún aceptando las peregrinas afirmaciones filológicas del primero y las transformaciones galaicas de las palabras latinas, resulta una antigua fonética gallega derivada de la griega. El Sr, Diego ha intentado cubrir su averiada mercancía con el pabellón del Sr Unamuno, Pobriño!

Cuanto a otros puntos del último y desdichado artículo del catedrático de la Métrica y del verbo de lo inicial.. peor es meneallo.

Y dando a V.; amigo mio y querido paisano, las más expresivas y sinceras gracias, se repite suyo afmo. s.s.

q.s.m.b

Celso García de la Riega

Nota: Falta la publicación de la cartas de V. García de Diego a Unamuno y la carta que le remitió Celso García de la Riega a Unamuno

Vuelvo a repetir lo mismo que en otra ocasión V. García de Diego y su ayudante de cámara debieron quedarse tontos cuando la Real Academia de la Historia denominaron a Galicia Antigua Obra de Relevante Mérito

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Etimologías Gallegas «último de V. García de Diego»

Etimologías Gallegas

Diario de Pontevedra 24 Febrero 1905

D. Celso García de la Riega.

Etimologias gallegas 24:02:1905Puesto que El Diario sólo me permite escribir un breve artículo para contestar A la serie de los suyos, mi contestación única debiera ser estampar el juicio que al catedrático de griego D. Miguel de Unamuno, eminente helenista y uno de

nuestros mejores etimologistas, le han merecido el libro del Sr, Riega y su filología:

«El Sr. Riega no tiene la menor idea de los procedimientos de la moderna filología y se ha metido a Helenista por la poderosísima razón de que no sabe griego y en otro lugar añade: «Dígale de mi parte al Sr. Riega—se lo ruego- que se dedique a otra cosa, ya que para el griego demuestra la más decidida de las incapacidades>>.

Cuyos párrafos y cartas pongo a la disposición del naiteiro de nuestra prehistoria. Pero como me dirige insistentes acusaciones sobre algunos puntos, las expondré brevemente.

1º <<Es falsa la ley romanista de que el ei gallego proceda de ai o ei y no:de e>> Ya en el libro pag, 260 decía: <<El gallego cambia la e en ei, eixo de eje, eira de era; amei de ame, botarei de botaré>>. Al ver la risa y alboroto, que nos causaba tal derivación, exclama irritado «es increíble que un gramático se aturrulle interpretando ahí que yo diga se cambia e en ei» Pero, gracioso intérprete de Teopompo, ¡si no interpretamos nada ni hacemos más que leer el cambia que pone en su libro! ¿Y el ameí procede de un ai?» Sí, querido filólogo, de un amai por amavi. «Bueno ¿pero el amarei de amabo es moco de pavo?>> No; no es tal moco; es un disparate propio de su filología. ¿Á quien se le ocurre citar aquí al amabo latino? Al famoso traductor del annuare por anual. «A ver, amiguito mío, búsquele V. la i a toda esa lista de palabras». Solo el desconocer todas las leyes de la fonética puede inspirarle esa tranquilidad en tan arrogante reto. Como sería pedir cotulas al golfo el exigirle antes las etimologías, ahi va la lista, con la i.

Basium: baiso. Beixo -basiase, baisar, beixar- carcasia, carqueisa- dehic ad, deixa, ……….laetare, leitar, deitar -aedium, edio, eido- ecsitum, eixido- actum, aito, eito -adqui (ppor adhic), aiqui, eiqui- legem, leg ley- larium, lairo, leiro- caseum, casio, caiso, queixo -pesce, pecse, peixe- caxalam, caisada, queixada- tacsum, taiso, teixo- regem, reg, rei- (y por annogia reiseñor de lusciniolum)- sectura, seitura- pectonem, peitee, peite, pet ranum, peirano, peirao – mágica, maica, maiga, meiga- taleirlam ( de talaria), taeiroa, teiroa- poedum, peido. El gallego genuino es irexa y edade no eigresia.

Solo risa causa su solemne, negativa de que tira gallego y era castellano no procedan de aria por aira. «El ai se oirá en los aldeanos de su tierra», Pero usted, además de no saber griego ¿ignora que en gallego aún se pronuncia tal ai? Vea, para que se instruya, el aira¡ Valladares, pag, 600. Descontando pues eivar, xeito y eciva, de cuyas etimologías tengo reparos, resulta que ni aun la media docena de excepciones, ha encontrado. «iQue le parece, eh?» exclama ufano tras esta lista. Pues me parece, como vemos, que de toda esa retahila de palabras que aduce no le queda para V, y los jonios más que una en limpio: la de peído.

Si fuera cierta tal supervivencia jónica hubiéramos: cambiado en gallego la e en ei, lo que no ha ocurrido ni en seis ejemplos! febre, febreiro, feces, fecundida, fedento,fe¡is, femea, feno, ferida, fero, ferro, ferver, festa y varios millares más. ¿Ve como los jonios, sus tatarabuelos, no hicieron en Galicia la única gracia que sabían; de cambiar la e en ei? La e latina perdura constantomente en el gallego para befa y baldón de la flamante Filologíadel porvenir.  Esto es, que los gallegos hicieron como los jonios, con la insignificante diferencia de que fué al revés. Los jonios cambiaban e en ei: los gallegos la dejaron en paz. Los jonios cambiaban en ai….pues los gallegos para mofa de esta filología cambiaron, al revés, ai en ei ¡Pobre D. Celso!

2-° Ley de los grupos clgl. «No sé cómo insiste V, en llamar romances a esos grupos: el Sr, Pida! habla silo de grupos latinos: si se tratara de un grupo romance nada tendría que decir». Pero ¿no ve, filólogo doméstico, que en e, sufijo latino culum no hay grupo de consonantes? Lo hay solo en clo, pero esto ya es romance. Además V. levanta una calumnia literaria al Sr, Pidal. La regla está en la pag 86 y el capítulo comienza en la pag. 76 con este epígrafe « Grupos interiores ROMANES>. Está visto que le es más fácil interpretar a Teopompo que leer una inda gramática. Tan rotunda Como esta y por consiguiente tan falsa es su afirmación de que el Sr. Pidal deriva mancha de maculam, afirmación que hizo ya en el libro, página 533, Vea el lector las páginas 86 y 95 de dicha gramática y se verá el aplomo de las afirmaciones del Sr Riega. Dice ahí «mancha de manculam>>. Que ignominia!

3.° Tónicas y átonas, «El sentido común rechaza que una palabra de dos sílabas se pronuncie jamás sin acento, par el sentido ni por nada.» Esta afirmación bastaría para perder curso en primero de gramática cuanto más para desacreditar a quien intenta hacer filología. Y el autor de esto intentaba ser patriarca de una escuela!.

Como le advirtiera que todas las preposiciones se pronuncian sin acento exclama: «¿Habrá quién hallé diferencia pronunciando aprisa entre pára la maquina y para la máquina, indicando dos cosas entre cómo la merienda y como la merienda? Pregunta que debía haber hecho antes de estamparla a la más negada maritornes para que le sacara de dudas. Al menos las que yo he tratado, sin saber ni qué es gramática entendían lo que se las quería decir según se pronunciaran estas palabras con acento o sin el, Quien no tenga oído para percibir estas diferencias o quien tenga osadía para negarlas haría bien en dejar el aporreado oficio de filólogo.

«¿V. no sabe que ninguna palabra de una sílaba tiene acento?» Más que discusión filológica parece esto un muy mediano examen de ingreso. Porque ahora que habrá tenido tiempo de pensarlo ¿qué haría V. si un alumno en tal examen le dijera eso mismo, que ninguna palabra de una sílaba, y por tanto ni sustantivos ni nada como pié, fé etc tiene acento? ¡Tendría usted el valor de aprobarlo? ¿Y no se reiría V. si tan mal alumno intentara meterse a redentor de la filología?

4º Artículo gallego. Aunque no bastara la ley de la proporción de los vocablos, destruyen razones infalibles su derivación griega. El a, a, o y os as de Navarra debe tener un origen común con el gallego. «Pues ¿no sabe V., exclama indignado, que ese procede del artículo euskaro?* Le hice notar que eso era inocente pues el euskaro es aak y se suelda por el fin a las palabras. «¿Y no sabe que el tal o es solo de una porción pequeñísima de Navarra?». Le advertí que tan pequeña era esa porción que se extendía a Navarra, Aragón, Asturias y León, Galicia y Portugal y que si esos artículos o, a o, os as eran latinos, latino sería el gallego. Pero creo sigue la máxima de que antes mártir que confesor, contesta: «ese artículo en Leon y Asturias nació por influencia galaica, en Navarra por influencia vasca y en Aragón Dios sabe por qué influencias. >> Solo los aprietos en que V, se ve pueden obligarle a decir cosas tan graciosas.

Derivar el o, a, o, os, as, dejo, je, to, joi, jai (así, con aspiración mal helenista) teniendo un lo, la, los las, las que hizo en la mitad de España o, a, o, os, os, igual al gallego es una broma que ni del mismo Teopompo debemos admitir. Una prueba de que hubo muy antiguo el artículo o es el Ocobre del siglo IX, cuya o es artículo y t en e V. que tragarlo así.» Si V. se empeñara y yo tuviera tragaderas tamaño de un molino le daría gusto, ¿Tan mal anda V. de diplomática gallega que no encuentra esa palabra a cada paso siempre con su o. «El hecho de que se tradujera por Grobe es prueba infalible de que es artículo la o, «Tan infalible como que lo fuera en ochavo, obispo por haberse traducido el chavo, el bispo. «Los buenos textos del Ulysipo no se ven por ninguna parte: e! buen texto es Plinio, Tan limpio está V. de Escolástica para salmos con una contestación tan graciosa? Porque supongo que V. no tendrá el texto original de Plinio sino una antigua y mediana edición de las que se ríen los escoliastas alemanes, al consignar la forma Ulysipo.

5° «iQué ocurrencias! pegar el artículo árabe a un sustantivo castellano!» Pero, señor estudiante, no sabía eso? Pase que nos hable de griego aunque confunda el digamma eólico con el espíritu áspero, aunque diga lo lobos y no haya aprendido a leer en tal lengua, pero no se ahueque como maestro de castellano para decir cosas que nos divierten tanto. Mira, picaruelo discípulo, en. castellano hay a-vispa, al-bérchigo, al-caparra, a-zufre y muchos más con el artículo arábigo. «Un catedrático de latín ¿no sabe que quis es por aféresis de siquis, que freixo. se deriva de frango y que cabeza se deriva de caput? No; sabemos que quis es una palabra independiente, que freixo se deriva de fraxinum y cabeza de capitia. Por Dios, se lo pedimos, no se nos meta ahora a latinista porque nos arruina. Quien traduce el annuere del cataneno griego, Schrevelio pag. 232, linea 27, por anual está más para cursar primer año de latín que para tomar la alternativa de filólogo.

6º Leyes semánticas, Le advertí que! todos los pueblos del universo al recibir un idioma toman los nombres de nombres; y verbos de verbos. Y contesta: «¿Pues no hay verbos derivados de nombre?. Si dentro de un idioma se derivan palabras; viare de via como callejear de calleja. Pero no se trata de esto, sino al recibir un nuevoidioma: esto es, que los gallegos al aprender el latín tomaron así las palabras y lo mismo debieron hacer al tomar el griego. Pero nada de eso; en la semántica de Galicia Antigua aparece un rio que ¡exclama, yo ahuyento en gran manera; y el tono que contesta soy movido con mucha rapidez; y el sacho encaramado que vacea; yo rasco; y la triste vaca cadañera que dice yo muevo la cabeza, y el vigilante mochuelo que chilla, yo chupo. Por Dios D. Celso, sea muy mal filólogo, pero por su Seriedad no nos aturda con un concierto tan ratonero»

7,° <<El griego no decía pean ni el latín tampoco.» Si; aprenda la pronunciación griega y vea en su hispanun-latinum el pean, anis. Y ahora que lo vea el lector para ver la ciencia de la nueva filología. Ni aun eso sabe el flamante filólogo. <<V. cambien adade, a pues deriva quennua de canna.>> ¿No ve que no esta bien en engañar a los lectores? Dice mi artículo: «Proviene de cannola-canla. «Es una plancha su afirmación de que la o se contorneó ou>>. Aunque sin mala intención alterne V, la verdad: Mi juicio está en el primer artículo y dice «el gallego popularizó el diptongo au con un contornédo ou.>>

8,° «Catedrático de gramática; lo del hisca valdría, si ese ixio formara los prosentes isco, isca, iscamos.>> Pues por eso lo cité, filólogo de pega, porque tenía esas formas. Para ser un muy ramplón filólogo era necesario que V. conociera siquiera el poema del Cid, cuyo verso 685 dice: Todos iscamos fuera que nadi non raste. ¿Y aún quería V. cubrir tan crasa; ignorancia gritando porque no le citaba estas formas «tergiversación, y batacazo»?

9.°- En cuanto a su ridículo y fachendoso desplante sobre la identidad del digamma eólico con el espíritu áspero, solo ; copiaré del eminente Cejador, pag. 7, línea 3 <El digamma eólico sonaba como w inglesa, el espirita espero como h aspirada.» Su caballerosidad, pues, le impone los garbanzos si no quiere que yo se los imponga, ¿A que no los ,paga?

Finalmente; por no sabor que el latín vulgar tenía flagrare, olor; por creer que Federico Diez» era de Madrid, algo así como un redactor del Madrid Cómico; por ignorar hasta hace pico la existencia del latín vulgar, descubierto para V. como un nuevo mundo por decir que la palabra tolva se usa en todo Galicia sin ser exacto; por llamar quenlla a la tolva, lo que es feroz disparate; por desconocer primero y negar después pública y privadamente la infantil ley de tónicas; por desconocer todos los libros de fonética general y de fonética, gallega; por ignorar hasta la existencia del Du Cange; por no dar ni una sola etimología griega acertada; por negar que chousa sea un terreno cercado; por no saber las etimologías más trasparentes de nombres castellanos; por ignorar que habían plurales latinos en oi; por no saber que el Gallego y el griego son lenguas indo -germánicas; por afirmar que mitula nada tiene que ver con el significado de almeja; por no entender que eemin con ela era del dialecto jónico; por confundir como el más enconterza oo codio el diganma con el espíritu áspero; y por no saber que le inglés tiene muchos millares de palabras latinas; amén de todos los dislates apuntados y de otros sin número que expondría si se me permitiera más espacio; es por lo que veníamos a aconsejar a D. Celso García de la Riega que deje la carrera de filólogo, para la que aun no tiene las más rudimentarias condiciones, y emplee la claridad de su ingenio en la sutil investigación de sus historias o en labrarse el honroso título de consumado jugador de billar. La primera tacada en las mesas de la filología le ha costado un feroz e incurable bolazo en el cogote.

Porque si como dice Unamuno en carta que ponemos a su disposición >> El señor de Riega no tiene la menor idea de los procedimientos de la moderna filología y se ha metido a helenista por la poderosísima razón de que no sabe griego>> de amigos sinceros, aunque crudos, será aconsejarle que se dedique a otra cosa, ya que para el griego tiene la más decidida de las incapacidades.

 V. García de Diego

 Nota:  Llama la atención que todo un catedrático de latín, V. García de Diego, tenga la necesidad de apoyarse en el catedrático de Griego y Rector de la Universidad de Salamanca, Sr Unamuno, para dar peso a sus opiniones frente a Celso García de la Riega al cual lo consideraba un ignorante como filólogo. En cualquier caso queda la respuesta de Celso García de la Riega y las cartas que hubo entre V. García de Diego, Victor Said de Armesto por una parte y Unamuno por otra, creo que merece la pena leerlas

E PUR SI MUOVE

E PUR SI MUOVE

Galicia Nueva 12 Octubre 1918

A PESAR DE TODO, COLON ERA GALLEGO

La tradición de Portosanto

 

Galicia Nueva 12-10-1918Este manoseado asunto del origen galaico de Colón, que tuvo el honor. como todo lo realmente popular, de llegar a hacerse cursi, no ha muerto todavía. Pudo temerse ha poco:

hace unos días. Pudo temerse cuando Eladio Oviedo Arce, llamado a informar sobre la validez de unos documentos, hizo más que el cisne, que cantó para morir: cantó después de muerto.

A las manos del arqueólogo gallego fueron a parar los documentos en que se apoyaba, paleográficamente, la teoría pontevedresa coloniana. Y Oviedo, en un escrito tan largo como lleno de pasión -en un escrito de enemigo- falló rotundamente. Esos documentos carecen de valor histórico. García de la Riega raspó, añadió, interpoló. Esos documentos están falsificados.

Pero he aquí, señores, que fresca la tinta aún en el número del Boletín de la Academia Gallega que contiene el alegato que hizo derrocador la saña del Ilustre Oviedo Arce, yo me persono con aquél frente al más fervoroso continuador de la obra de reivindicación gallega que inició García de la Riega. Y he aquí también, que después de mucho perorar con la amabilidad de D. Prudencio Otero, sale a relucir una tradición coloniana, sin mixtificación posible, que existe en Portosanto. Y que siento el afán de comprobarla. Y que cruzo el puente de la Barca. Y que alcanzo la otra margen de ese prodigioso Lérez pintoresco. Y que, antes de recorrer medio kilómetro, llego al caserío donde niño o púber, antes o después de ser hombre de mar -probablemente después de serlo él y los suyos, como el mismo Colón dijo al Rey Católico -vivió el náuta-enigma a quien debemos desde el brillo del oro de Potosí hasta las dulces cadencias, llenas de voluptuosidad, del tango mareante.

Es muy pequeño Portosanto: una docena de casas apiñadas en lo alto de un alcor. Unos maizales. Camino de la orilla, alguna cougostra penumbrosa, algunos pinos y algunos que otro roble seculares. Un gran silencio que apenas interrumpe la música bucólica: gritos de gaviotas, voces de gañanes y melancólicos mugidos. Un a-la-la, a lo lejos. Y, hacia las fuentes del río, la mirifica visión de Pontevedra.

—Oiga usted, buen hombre. ¿Dón¬ de dicen que estaba la casa de Colón?

—Din que e aquela. —¿Aquela, cuál?

—A que ten as paredes encintadas.

Aquella no es. Unas mujeres, que a la vera de ella comadrean, dicen que, seguramente, no es aquella.

«¡Onde vai ela!»

—Desfizérona. Estaba máis arriba.

Pero aquellas mujeres oyeron, siendo niñas, que de allí, de aquella aldea, salió, fai unha chea de anos, el Colón que descubreu as illas.

Esto lo han oído decir ustedes ahora, desde que andan con eso los señoritos de Pontevedra. Esa historia que ustedes saben tendrá veinticinco años a lo sumo.

– ¡Canté, señor! Eu teño cincoenta e seis e ouvin-o xa de nena.

Y la señora Antonia, que ahora está en los campos con sus bueyes y que tiene mucha más edad, se lo oí a su padre, que murió de cento e catro anos. Y de niño lo había oído también su padre, el centenario.

Nos alejamos. Nos sumimos en la geórgia de un camino sombroso. A par de él hay unos muros, un portalón, unas almenas, una moderna casa, una amabilidad urbana que nos sale al encuentro en ella. Y esta amabilidad, que pertenece a una señora que es la esposa del archivero y arqueólogo y hombre culto señor Zaratiegui, nos dice cómo cuando ellos, cinco lustros hace, se aposentaron allí, ya oían decir que Colón había salido de aquella aldea, y que precisamente dentro de aquella finca estaba la pobre casuca -hoy arrasada- donde los viejos del lugar aseguraban que Colón había vivido.

Existe, pues, en Portosanto una tradición ingenuamente coloniana. Antes de que los, sabios pontevedresés hubiesen enfocado su atención sobre los discutidos documentos, ya se decía en aquel aledaño pontevedrés que Colón era de allí. Esta prueba tradicional, que da robustez a la tremenda prueba indiciaría, no fue falsificada, persiste por encima de todo, tiene un valor histórico y si no sirve científicamente, si debe ser desechada, la ciencia debe decirnos por qué.

Ahora que yo empiezo a pensar si el señor García de la Riega -a quien no puede negársele el mérito de haber arrastrado los peligros de universalizar la nueva teoría coloniana -no habrá tenido también la virtud

de descubrir lo que, si hemos de creer a los labriegos de Portosanto, ya estaba descubierto.

 

Una falsificación incomprensible

 

El informe que el Sr. Oviedo Arce, académico gallego, elevó a la consideración de sus cofrades, es, sin atenuaciones, aplastante. Demasiado. Prueba mucho. Y quien prueba mucho…

Conste que no soy yo quien os lo dice. Estas son cosas de los hombres versados en Braquigrafía, Paleografía, y todas las disciplinas emparentadas con la Diplomática y el ejercicio de la crítica de las fuentes de la Historia. Y yo, de todo esto, nada sé. Pero, cuando pongo atención, tengo el tímpano sensible.

Y he oído…

Van a ver ustedes. Oviedo Arce hizo una meticulosa disección de los documentos aportados por García de la Riega; de los documentos «colonianos», esto, es, que contienen noticias relacionadas con la ascendencia de Colón. Y a este lo tachó y á esto otro también, no dejó ninguno sano. En unos, García de la Riega había raspado, substituyendo unos conceptos por los otros. En otros prolongó algunos rasgos, variando las palabras según su conveniencia. Y cuando encontró un espacio propicio, interpoló lo que podía entrar a cuña. Buen dibujante y químico aplicado, puso el arte y la ciencia a contribución para redondear su teoría coloniana. De todo esto Oviedo Arce deduce conclusiones despectivas. Y, ya os lo he dicho: trata a García de la Riega -que para capitidisminuirlo más hasta le abrevia el apellido- como a un vulgar falsificador. Hasta sostiene que no supo tener la precaución de enmendar con pluma de ave, notándose en sus adulteraciones la presencia del trazo metálico, impropio del siglo de que data la grafía primitiva; y que no recordó que las tintas de otros tiempos eran vegetales. Los microscopios coruñeses encontraron, precisamente en los parajes de los documentos donde está la materia coloniana, los cristalitos de las modernas tintas de anilina.

A primera vista parece que después de experimentar la sensación de estas revelaciones espantosas, debe desecharse para siempre el testimonio de los mentados documentos colonianos. Sin. embargo, yo estoy en desacuerdo. Parece indudable que el Sr. García de la Riega fue más allá de lo que la prudencia aconsejaba. Donde encontró un Colón documental que se desvanecía por la edad, le dio un reactivo que reprodujese en él al doctor Fausto. «Avivó» algunas palabras. Y una malidicencia que tiene algunos visos de verosimilitud, sostiene que, en algunos casos, no se contentó con resucitar los muertos sino que hizo salir a los vivos de la nada.

Todo esto, que puede ser exceso de celo, pasión de descubridor que teme que la incredulidad no se conforme con las medias tintas de los documentos desvanecidos ni con las medias sombras indiciarías, no destruye, aunque aminore, el valor de las pruebas aportadas por García de la Riega. Una mujer puede ser hermosa aunque se pinte las cejas. El historiador pontevedrés, en esta ocasión, abusó del lápiz del tocador, pero no en tal grado que haya derecho para creerle una familia Humbert de la ciencia de la Historia.

Y ahora voy a deciros lo más notorio. Y lo más grave.

 

Ya sabéis que Oviedo Arce -el sabio Oviedo Arce, hombre tan historiador como poeta, que un día me hizo decir que eran ibéricos los castros de Toralla y al cabo de un mes sostuvo que eran romanos nada más- bajó a la tumba hace aproximadamente mes y medio. Se dice que fue después de una labor abrumadora, agotado por el esfuerzo que tuvo que realizar para informar sobre los documentos colonianos. Tan grande debió ser ese trabajo que le desnutrió y le redujo a la impotencia. Destrozado se retiró a su pueblo. Ni siquiera pudo corregir las pruebas de su obra. Otro académico hubo de suplirlo en este menester: César Vaamonde, que a fuerza de talento y de paciencia pudo dar a la publicidad el largo informe del maestro.

Ya supondréis ahora cómo quedarían los documentos aportados por García de la Riega: examinados hasta los entresijos, inquiridos a todas las luces, enfocados desde todos los puntos de vistas. Y todo ello, de consuno, contribuyó a la afirmación de que estaban adulterados, por lo cual, científicamente, no sirven para nada.

Pero he aquí, señor, que se me dice que García de la Riega y sus continuadores aportaron muchos documentos que apenas si les fue permitido fotografiar en los archivos donde están. He aquí que García de la Riega no pudo actuar como químico ni como dibujante sobre ellos, porque nunca se los llevó a su casa, porque jamás los tuvo en su poder.

 

A ver, señores; ¿cómo pudieron ser falsificados?

Hablando con el Sr Otero

 

Don Prudencio Otero, pese a sus setenta -y no creo que tenga la coquetería de aumentárselos- ha tomado esta tarea de la reivindicación pontevedresa de Colón con plausibles ardores juveniles.

Leyó la alegación de Oviedo Arce. No le importa. El, que pudo aportar algunos documentos, no hizo todo el hincapié en esos manuscritos. Pero eso, para él, el dictamen del arqueólogo noyés no pasa de ser un incidente. El asunto queda en pié. Que un documento, que dos, que todos estuviesen falsificados nada diría en contra de las pruebas que no tienen filiación documental pontevedresa, o que se basan en documentos de otra clase.

Por ejemplo, el crucero que hay en Portosanto.

En Portosanto hay un crucero. Yo lo he visto. Al pié tiene una inscripción. Y en esta inscripción, según mis ojos, aparece el año 1490. Y, según los paleógrafos que la examinaron, el nombre Juan Colón. Este quiere decir que este apellido existía en Portosanto cuando se descubría América. Aquí no actuó la química ni mediaron las plumas metálicas de García de la Riega. Y es de creer que los canteros del siglo XV no habían de jugar una mala pasada, presintiéndola, a la incredulidad de Oviedo Arce.

Pero en lo que se fija más el Sr. Otero es en la propia literatura coloniana, en los testimonios que ningún historiador ha contradicho. Ahí está la institución del mayorazgo. ¿Porqué en ella Colón insiste tanto en hablar de su linaje verdadero? ¿Es que puede ocurrirsele hablar en esta forma a quien está seguro de que el linaje que se le asigna es el auténtico? ¿Es que puede surgir este concepto verdadero en un espíritu que no tenga en sus adentros la idea de que está representado una comedia? ¿No sería una inexplicable redundancia esto de linaje verdadero si no supusiese una confesión tacita de la falsedad del linaje genovés que el mismo quería atribuirse?.

Pero hay más que decir a este propósito de ¡o mucho que pudiera aportarse a un trabajo más extenso. Colón quiso que uno de sus descendientes tuviese casa en Genova, viviese en Genova, arraigase allí ¿A qué este empeño si Colón fuese genovés, si en Genova tuviesen las raíces, ya de antaño, los ascendientes de Colón?

No, no. Parece indudable que Colón pretendía pasar por genovés. Colón, hombre Astuto, presentía las dificultades que la Nobleza de Castilla había de oponer a las prerrogativas que para los suyos había conseguido. Y buscaba para su defensa el prestigio de la’ ciudad de Genova, tan poderosa por el mar.

Hay aún otro argumento más decisivo para el Sr. Otero: el apellido de Colón. Colón se llamó jamás Colombo. Y si es Colón y este apellido no existe en Italia, hay que buscar la genealogía del descubridor de América donde se halle, cronológicamente, el verdadero apellido del marino. Existe en Pontevedra, y en el tiempo preciso, y rodeado de una poderosa prueba indiciaría; luego… Todavía otro argumento. Colón escribió al Rey Católico que él y los suyos habían sido siempre «gente de mar». ¿Cómo esto, si, según la versión Italiana, el padre de Cristóbal Colón era un modesto cardador?

Don Prudencio Otero posee e hizo publicar un plano de la ría de Pontevedra. Y yo se lo pido y lo examino religiosamente, porque de toda la prueba indiciaría que existe es para mi la geográfica la que debe merecernos más alta estimación.

La ría de Pontevedra se parece como un huevo de gallina a otro huevo de gallina a la ensenada de Guanábana, en Cuba. Y Colón, que llega a ésta, se acuerda a su vista de las calmas aguas sobre las cuales su juventud había discurrido, al lado de los suyos. Y llama la Galera a un paraje igual de la isla Onceta, la menor del archipiélago. Y al Nord-Este -y precisa matemáticamente la dirección- observa un cabo y lo bautiza con el nombre de Punta Lanzada.

Y precisamente al Nord-Este, saliendo de la ría, pontevedresa, están las negras piedras y las blancas crestas y el furioso rumor marino que visten de abruptuosidad y llenan de música milenaria las faldas del santuario costero de la Virgen de la Lanzada, ante la cual yo sorprendí rezando a mi Anduriña.

¿Qué más? San Salvador. El San Salvador que descubrió Colón en América, la primera tierra bautizada, es la primera tierra amada: San Salvador de Poyo.

Y aún hay, entre mil indicios más, aquello del espeto del sol. Colón saltó en una ardiente playa donde el sol tenia espeto. Esto no lo entendió ninguno de sus intérpretes. Está claro; solo en Galicia, cuando el astro rey penetra en el cuerpo como si cada uno de sus rayos fuese un hierro enrojecido; solo en Galicia, para un gallego, puede tener espeto el sol.

Los sabios no están todavía de acuerdo. Pero tampoco fueron capaces de destruir nuestra tremenda prueba indiciaría. Y, aún después del dictamen de Oviedo Arce, que solo huele a pasión, yo sigo creyendo que Colón salió de pontevedra.

Parodiando a Galileo, quiero erguir mi cabeza entre las brasas en que el malogrado Oviedo Arce quiso convertir nuestras aspiraciones colonianas. Y que mis labios digan, como dijeron, trémulos por la exaltación de la fe, los de aquel sabio que, delante de la muerte, seguía creyendo que la tierra se movía:

E pur si muove.

Sí, señores; y, sin embargo, Colón era gallego.

El Duende de los Viajes.

Nota: No he logrado averiguar quien se esconde bajo el seudónimo de Duende de los viajes, he conocido quienes fueron todos los colaboradores de la revista nueva Galicia, pero no aprece identificado el seudónimo, al igual que otros que escribían en la misma revista

Etimologías Gallegas XVII

Galicia Antigua

Diario de Pontevedra 21 Febrero 1905

(Conclusión)

Diario Galicia Antigua CELSO 21:02:1905Sacho, de psao, cultivo, desmorono, desmenuzó que V. desfigura diciendo: yo rasco. Que besa es latino: quiá! Ni con esto sale V. del apuro, porque el latino que quedó fué legón: besa, es de origen griego. Que pn latín se llamó sarculum al sacho y que aquí no hay filosofías de ninguna clase. Hola! Y las hay en foro, leria, cheiro, tolo, coteleo, etc? Que V., como buen pescador, puso el italiano sarquio en el anzuelo. No lo creo, porque seria confesar que V. no persigue la aclaración científica de las cosas, sino la satisfacción del amor propio, usando para ello armas prohibidas y una travesura de pillin… Repito que no lo creo. Lo que V. pretende es disculpar el resbalón, acudiendo al efecto a un baturrillo que mi paciencia vá a aclarar.

Dice V, que la consonante líquida se obscurece muchas veces, sobre todo cuando esta tras la a y antecede al grupo romance clo, cla. Pero en sacho no se obscureció; desapareció, a pesar del intermedio sarkio! El sobre todo vale un imperio tratándose de la a, porque lo que es en mancha, de manculam la consonante líquida perduró¡ ¡Qué leyes fonéticas inventa V. De masculum y casculum, macho y cacho; pase la desaparición, porque el grupo se resuelve fácilmente en ch; pero en marculum, no cuela la transformación también en macho, que es mucho machear. Si así fuera, todos los martillos del herrero (no se lee) se llamarían machos: esto solo sucede con uno, el mayor, porque representa el vigor y la fuerza. No por otra causa se llama macho al yunque grande del herrero, a los soportes de ladrillos en paredes de tierra y a los de piedra en las de ladrillos, así como a las vigas que hacen oficio de columnas o pies derechos, a todos los cuales la voz popular aplicó en sentido figurado el nombre mencionado, macho, producido por el masculum o acaso por el mas latino, macho. Por otra parte, cae V. en la incongruencia (ya se lo he dicho y V. tan sordo) de ordenar que serculum perdió la r para sacho, mientras que no se perdió en serculum para cercho y en si serculam para cicercha, donde la e tiene el mismo valor fonético que la a. No podrá V. demostrar que en cote se conserva la tónica de cotidio. Sobre magoar, nada nuevo añade V.

De almeixa, colo, quenlla y estrobo, ya me ocupo en otros lugares y lo que V. dice no merece la pena, a mi juicio, dadas mis explicaciones en los anteriores artículos y los demás antecedentes helénicos, Cuanto a foro, queda en pie el fundamentó de mi etimología: creo que no sirve su réplica. Añade V. que «mucho más diría sobre las demás etimologías no estudiadas>>.. aserto que retratando un sistema. No ha hecho V, ese estudio y sin embargo, no le ha convencido nada de dichas etimologías; no las conoce por el estudio y se decide a afirmar que diría mucho más que, lo dicho sobre las qué han sido objeto de sus plácidas censuras. Me conmueven una exaltación tan honda y una infalibilidad tan anticipada!.

Como prueba de ese mucho más, saca V. a plaza bremar, que define por el latín frenare, y yo, con mayores y por lo menos iguales derecho y fundamento, atribuyo al griego bremoo; y tarabelo, del molino, que ,V. aplica al bable trabellu (vigueta) que sólo es derivado de trabe, en gallego viga. Tarabelo es una vara o palo delgadísimo, querido amigo; pero además, no creo que su fonétca de V. consienta que el grupo tra del trabs latín hubiese retrocedido a tara, mientras estoy seguro permitirá que tarabeoo y taoo (temblar, que es el oficio del tarabo perduren, dados los nombres griegos otras piezas del molino, a los cuales ha perdonado V. la vida.

Buen lío ha armado V.con los posesivos y los pronombres. ¡Qué tremendo apuro el de V., al ver que su vención do disimilación de la i y del encauzamiento del meus había hecho fiasco! a tal situación ha tomado V. el camino de echarlo todo a barato: le disculpo. No he dicho en mi contestación, ni en mi libro, de esa procedencia del meu, teu y seu gallegos, de emos, sos y hos griegos que V. saca a relucir. Sobre ello no tengo más que dar por reproducida mi expresada contestación. Hay en el ¡dórico el meu y el teu o seu como posesivos y lo tiene el galego mientras el castellano hizo tuyo, suyo de los latinos tuus y suus; tal es mi ejemplo, nada más.

Cuanta al pronombre eu dice lo mismo. Pero V. totalmente aturdido, hace una cita inexacta de mi libro, páginas 259 y 533, Tenía V, por lo visto, telarañas en los ojos «Digo allí que los griegos pronunciaban el ego de un modo distinto al de los romanos y que por eso pudo perderse la g para hacer eo, eu en el dialecto gallego, dado que aquellos también tenían la forma ioo; conjeturo además cual era la pronunciación helénica y afirmo que si el ego latino hubiese penetrado a Galicia, hubiera conservado la g, como en las demás voces de igual terminación: lego, ligo, rego, legón, etc. He aquí las tergiversaciones a que V. acude! Y dice V. en la gravedad acostumbrada: <<El min gallego, no salió deleemin dórico por la razón sencilla de que éste es plural». Si V. sabe así el latín, están lucidos sus alumnos! 1.° El emín (con épsilon) dórico es dativo de singular, mai latino, hijo mío. 2.° Ese eemin (emin con eta) que V. desenvaina, es el dativo de plural, ático, Estamos, eh? De manera que ese decisivo, por evidente, el dato que he presentado en mi contestación y que V. ha querido refutar con harta prisa: el min gallego es sin duda el tal emín dórico.

Y ahora viene, bien un pequeño encargo: el idioma inglés tiene el -No se Lee-

correspondiente cortejó de millares de voces latinas, como príncipe demostrativo.l

Cuanto a lo que V. se ha llevado el trabajo de escribir, para desorientar a los lectores, sobre las demás personas, singular y plural, del pronombre, y de las cuales nada he dicho de cerca ni le lejos, hasta aconsejarle que en lo sucesivo no se precipite. Los efectos teatrales solo cautivan a los niños, puesto que yo no saco todos los pronombres gallegos de los helénicos, sino eu y su oblicuo min; si el pueblo latino hizo el eo de su go. bien pudo hacerlo el galaico con el ego helénico, conservándolo conjuntamente con eemín.

Que la interjección latina heúioo griega que he presentado como inicio de la pronunciación que los griegos daban a su pronombre ego, íoo, ni siquiera es paralela. Continúan los decretos! esta que V. autor del jo, ja y del plural eemin, lo diga, apoyándose en el grito ia riumphe que proferían los fratres Arval de Rómulo (siglo VIII a. de J. C.) Pero en vista de tan antigua fecha ¿no se podría sospechar que ese grito de los flaminos de Ceres era copiado del mismo ioofiríambos triunfo en la procesión de la fila griega de Baco? En este caso ya no ser paralelo sino hermano legitimo, aparte de que posteriormente pudo transformase en heu, que acusa la pronunciación mencionada. Hijo mió sobre esto vea V. a Egger, traductor del resto de un canto en tabla de mármol encontrada en Roma hacia el año 78, donde esta ese grito que V. dice: esto que se supone, nada más que se supone, perteneciente a los tales fratres. Y después, véngase V. con fiestas Ambarvalia los lectores de El Diario.

Que eso del digamma eólica una atrocidad que no se estila en los modernos. No tiene V, malas desparedas que digamos! ¿Comodidad romántica eh? ¿Aceptará V. una pequeña apuesta sobre los libros modernos acerca de la materia?. Nada más que una docena de arrobas de garbanzos para los asilados. Hospicio o para la Escuela Maternal recién instalada. Anda de ahí! según dice V. a estilo chulo en otro lugar, ¿Acepta V? A que no! Lo raro es que, a pesar de esa atrocidad, después de haber escrito, jo, ja, haya V, quitado hierro, escribiendo ahora ho, hee.

Se calla V, como un muerto acerca de la terminación oi de la toponimia gallega. ¿No tiene V. a mano otros Arvalos?

En el lugar correspondiente, por olvido he omitido, entre otras observaciones, las siguientes: 1º V. dice que mi prosodia ordena que se ponga acento a la conjunción cuando convirtiéndola en adverbio. Inexactitud. Nada he dicho de que pueda deducirse semejante cosa, pues mi doctrina es que todas las palabras de dos sílabas tienen tónica en cualquiera de ellas, sean preposiciones, sean verbos, sean lo que sean, quiera V, o no quiera y a pesar de todos los romanistas habidos y por haber. 2º V, pone el ejemplo de «una manta para el caballo>> y <<contra las piedras», y esté último lo substituyo con el de <<contra el Gobierno» y <<fuera el alma», donde resulta acento en el lenguaje hablado para el famoso articulo átono, a causa de las reunión de las vocales ae, quiera V. o no quiera, y a pesar de Cornu: es lógico también que lo mismo sucedía cuando el vulgo latino decía <<supra illo, monte, supra illa tabula»,sin que V. pueda presentar ejemplo en que el acento estuviese en la segunda sílaba de illo, illa Y diga V., carísimo dómine de Gramática: ¿desconocía V. estos detalles de prosodia en el lenguaje hablado? ¿O es que su prosodia laberíntica es la verdadera tía javiera?

Que no hay filólogo ni libro que no empléela denominación indogermánicas para las lenguas arias (se escribe aryas, querido). Pues váyale V. con esto y con la comunicación latina en España al eminente y sabio Sr, Amor Ruibal y a varios filólogos modernos. (Ahora me toca a mí). Por supuesto, tanto en esta insinuación como en otras análogas, responde usted a una intención maquiavélica de las más pueriles; pero… ¡nequáquam! He nacido mucho antes que V. hijo mío,

<<Qué las leyes fonéticas de la gramática histórica no viven en el pueblo». De ve ras? ¿Es decreto de V. un teorema tan cómodo y estrambótico del pseudo-romanista?. De manera que los gallegos, al reparar en las palabras modernas ingeniero y automóvil, por ejemplo, y al convertirlas seguidamente en talefro, enxeñeiro y outomól no obedecen a sus leyes fonéticas tradicionales. Es V, muy expedito, querido.

Y en fin ¿queda de sus artículos algo por ahí? Ah, si! Queda su postdata, que en toda carta larga, es lo más importante; lo de su Gramática latina. Yo no he presentado mis brevísimas observaciones (no contestadas) acerca de su libro de V. como argumento de mi criterio etimológico, ni como defensa en frente de sus científicos ataques, sino como saludable advertencia acerca de lo del tejado de vidrio. Pero., basta; soy enemigo de todo ensañamiento.

Cuando V. dio a luz su libro, no se me ocurrió, ni podía ocurrírseme, acudir a la prensa periódica, para tergiversar sus raciocinios y para llamarle audaz, atrevido, etc. ni para nada. V., sin que se hubiera suscitado entre nosotros, que discutíamos amigable y particularmente muchas cosas, altercado alguno do los que ofuscan, incomodan e impulsan a ciertos actos precipitados, ha escogido bruscamente y con ayudante de campo, ese camino, aunque con alguna desconfianza, a juzgar por aquello de los <<escrúpulos que ha vencido>> Yo he acudido a la defensa con el compás y con el son propuestos; pero usted, asombrándose de que le respondiera sin respetos a su palmeta de dómine frustrado, recalca su benevolencia y su consideración con frases y conceptos atentos, en sus nuevos escritos romanísticos… Consigno estas observaciones de trato social, como ilustración de nuestra polémica y para patentizar que V. se halla influido en ella por una pasioncita que no me explico fácilmente.

Por último, estoy en la obligación de declarar que, si he tenido empeño, lo tengo y lo tendré, en demostrar que al escribir el libro <<Galicia antigua>>, no he procedido con ligereza y caprichosamente a pesar de mi ignorancia, que reconozco, ha sido por que la ilustradísima Diputación provincial de Pontevedra me dispensó la merced de costear la primera edición, hecho que V. recuerda oportunamente… para intentar a seguida la prueba de que solo he escrito desatinos. Si no hubiera mediado tal circunstancia, es muy posible que no cargara con el trabajo de contestar a sus tergiversaciones, omisiones e inexactitudes. Digo todo esto porque a mi no me duelen prendas de ninguna clase y porque me deleita toda ocasión de demostrar mi sincera gratitud, que reitero ahora, y lealmente, a la expresada corporación.

Y renovándola de veras, tanto a V. por haber robustecido mi criterio como a El Diario y a sus tipografos por su amabilidad, queda suyo atento amigo y s.

                                                        q.s.m.b

Celso García de la Riega

Nota: Quedan dos respuestas muy interesantes y después unas cartas

Etimologías Gallegas XVI

Galicia Antigua

Diario de Pontevedra 18 Febrero 1905

 (Continuación)

Diario Galicia Antigua CELSO 18:02:1905Y ahora veamos el lado extraño con que el gallego tomó el significádo de las voces griegas, que V. quiere demostrar por el consabido sistema de las tergiversaciones, de las omisiones y de las inexactitudes. Conste que aplico el diccionario reputadísimo de Schrevelio.

Xeros, no es sólo seco, árido, sino también pestilente, que, huelo mal Sirobos, además de giro, remolino, significa también vuelta en redondo, circuito: la, cuerda que sujeta el remo, le, da vuelta en redondo con el tolete. Pero además ya le consta a V, mi observación de que entre voces latinas y griegas que concuerden, escojo en determinados casos las segundas, con igual derecho que V., porque si las eligiera en todos los casos, el caudal greco-galaico sería enorme: no soy exclusivista. Iscoo, además de tener y «poseer, significa refrenar, prohibir (eohibeo) y reprimir Tolos, tiene también la acepción de alborotado, desordenado, descompuesto, V, da al tolo gallego el significado de tonto que nadie le da y esto lo saben bien los lectores de El Diario; a no ser que V, que por lo visto pide a sus alumnos de diez años la explicación de la palabras gallegas de Pontevedra, disponga otra cosa,

Después de esto, califica V, de pintorescos los nombres con raíz griega de varias lugares rurales, añadiendo que rechazo dos significados corrientes; pero buen cuidado tiene V, en callarlos: Ese calificativo de pintoresco se refiere al significado griego de hortaliza, ramo, forraje, lenteja, peregil, macho cabrio etc. Son sin duda, más legales por romanistas, los de retamal, caña, rama; haba, ortiga, guisante carnero, etc., que expresan los latinos que abundan; para éstos, la bula y para aquéllos, el patíbulo Fenomenal!

3º Composición. Con la mayor candidez, dice V. que aqui se olvidaron los medios de composición del griego, como si los gallegos, hubieran tenido por fuerza que componer todas las voces con la misma perfección que los clásicos. Pero diga V.; los indios de Peru y Méjico, después de; cuatro siglos, ¿componen vocablos españoles con igual delicadeza que nuestros académiecos y aún que nuestro pueblo, poseedor integro del idioma? Precisamente esos indicios. hacen, las mayores incongruencias en la materia aunque siempre con la basé de una raíz española, ¿Esto no lo sabía V? Pues apréndalo ahora: Si la población de Galicia, de diez a cinco siglos antes de nuestra Era hablaba una lengua vasco, ibérica, acaso aglutinante, ¿como puede V, exigir que formara palabras griegas con la misma pulcritud que usted y Cornu emplearían? Después de tal introducción, saca V. a luz (los vocablos de mis etimologías, dioo-ibu y lo lobos, entre ciento y pico del lenguaje y doscientos de la toponimia, ¡Gran metrallazo! La primera,

que hizo dioibo, tiene, según V., una composición horripilante, porque consta de un verbo y un adverbio, tengoespanto y mucho, con las cuales resulta la idea extravagante ¿no es esto? de terror o pavor, que ocasionan, las inundaciones. Pero dioo ¿expresa tan sólo disperso, travieso amigo mío? ¿Para que ocultar su acepción de tengoespanto? Es V. muy inocente todavía; pero esto no es un pecado. Ahora bien; la palabra espanto, sustantivo, ¿no es a la vez presante del verbo espantar? ¿Y qué crimen de composición es que un pueblo que no posee la lengua que le ofrecen colonizadores extraños, haga la palabra espantamucho, como hicieron los castellanos las de espantajo y espantalobos? ¿Donde se halla, pues, el enorme defecto de composición? Ahí está lo que es engreírse y creer que las gentes sólo han debido moverse en el mundo, para el lenguaje, para la pauta pseudo romanística.

To-lobos, a la cual agrega V. lo lóbulo, con la aguda reflexión de «gastándole de paso una broma a la concordancia y a los molinos griegos». No es mala broma la que V. ie da a la verdad, ¿Donde he escrito y semejante lo lóbulo? Lobos significa también y antes que lóbulo, todo lo superior lo que está arriba, encima. La tolba, de tolobos, es la pieza superior de todo el artificio del molino; de manera que la composición no es desatinada. Que Vitrubio dice que los molinos griegos no tenían tolva.,, ¡Vaya por Dios! ¿Echarían el grano a puñados en las muelas?. No dudo de la

veracidad de V., sino de la del clásico que afirma eso. Pero V. que dice que para el espíritu fuerte o digammaeólico no sirven los autoros que, alaventura, llama antiguos ¿salé ahora con una referencia inverosimil de Vitrubio? ¿El embudo, eh?

4.° Derivacilón. Que el griego no dejó en las voces usadas en Galicia una sola terminación Pues si las de Lardoeiro,otteteira,pandeiro, etc., no lo son, porque V. lo decrete, queda V. muy mal Chouza; de xoustos, es también ajustada, pues si Cesaraugusta, Castalia y Bastía, hicieron Zaragoza, Cazalla y Baza, bien pudo salir chouzo y hacer el femenino chouza. Y a propósito, aunque esto se refiera a la semántica, bueno será consignar que, por olvido en la contestación a sus primeros artículos de V., no he rectificado una do sus acostumbradas tergiversaciones, cual es la de que chuza significa tan sólo «porción de monte, cerrada>> que V, toma para sucar la premiosa etimología latina de clausa; no; su principal y general acepción es <<porción de monte recien roturado» esto es, arrasado, raspado (xoustos), para ser destinado al cultivo y que casi nunca los aldeanos cierran.

Volviendo a la derivación, basta un raciocinio. Según sus juicios de V., los gallegos, sin ¡duda «fuertes en Tematología>> y solo aprendieron raíces para darles derivetciones a su gusto. No, hijo mío, no; no hicieron eso solamente, sino que también aprendieron palabras y conservaron bastantes, dando luego a sus raíces terminaciones propias y también las impuestas por civilizaciones o invasiones posteriores. Esto mismo sucedió con las palabras latinas que, produjeron; por ejemplo, pececito, pajarraco, cintarazo, etc., y con voces ibéricas y germánicas que se latinizaron según los genios populares de las de las diversas regiones; de manera que bien pudieron los gallegos hacer con las griegas lo que todos los; demás pueblos con las mencionadas. Con respecto a la toponimia vasco-ibérica, nos queda todavía algo mucho más, que los diminutivos ch y ñ; pero esta importante materia, que también es para los pseudo romanístas cuestiónaparte, requiere otra ocasión, otro lugar y además, sabios que la analicen y lo estudien.

Después de esto nos encaja. V. un sermón de Filología, con reflexiones muy bien atinadas, muy ben aderezadas, pero muy sabidas, como aquellas con qué termina su penúltimo artículo y ¡ vea V. lo que son las cosas romanísticasl que vienen á fortificar; mi criterio. «Que hay pueblos en que su lenguaje y sus nombres geográficos tienen distinto origen». De veras? Los aldeanos de su tierra de V, son los quo han hecho tal descubrimiento? Y dígame; si en ese lenguaje hay elementos, aunque; sean pequeños, pero interesantes, que concuerdan con los que ofrecen los nombres geográficos y las noticias históricas ¿lo parece A V. que deben desdeñarse merced a tergiversaciones, omisión os o inexactitudes científicas, bañadas en una intransigencia de dómine?

«Que la toponimia gallega tiene un caudal enorme anterior a su latinización.»

Hola, queridol Pues entonces ¿porque exige V, que ese caudal se sujete en su fonética, en su semántica, ote, a las reglillas de un falso romanismo? ¿Cual es el origen de esos elementos?» pregunta V. y a seguida repudia la derivación griega, porque mis modestísimos trabajos no tienen trazas de resolver el problema.

No parece sino que yo he alardeado pedantemente de haber hallado semejante solución. Los quo lean GaliciaAntigua, bien podrán convencerse de ello, pues todo lo quo expongo con respecto al helenismo gallego, es como examen de ese caudal anterior, como comprobante, de mucha importancia por cierto, sobre la civilización que gozó este país en épocas remotas, como justificación de las noticias históricas, no en el concepto de la única ó más influyente fuerza de nuestro dialecto. De manera que V., en sus alegatos y censuras, se descarría por los cerros de Úbeda, por ignorar también que Plinio en el siglo I, San Isidoro en el VII el Gerundense en el XV y Florez en el XVIII, aprecian los elementos griegos de Galicia. Cada una de estas autoridades, vale más, mucho más, para nuestra historia y nuestros origenes, que Diez, Cornu, Meyer Lubke, Pidal, etc., que no han conocido, ni por consiguiente estimado y estudidado, dichos elementos, quedando aplastada la infantil intransigencia y el exclusivismo pedagógico de V.

Celso García de la Riega

( se continuará)

Etimologías Gallegas XV

Galicia Antigua

Diario de Pontevedra 14 Febrero 1905

(Continuación)

Diario Galicia Antigua CELSO 14:02:1905Desde luego hay que notar la insistencia, el singular empeño, con que V. procura llamar romances a los grupos c´l´ y g´l´; en ello parece advertirse que V., en lo intimo de su pensamiento, me concede la razón sobre una buena parte de mis juicios, es decir, que la regla Pidalina no está redactada con la exactitud que requiere un libro de gramática; se me figura que pretende V. hacer carambola de retroceso. Precisamente es una de las cosas que siempre me han gustado mucho: las carambolas… Casi, casi, estoy por citar carambolistas eminentes; pero renuncio a semejante debilidad.

Digo, pues, que eso de llamar romances a los mencionados grupos es una verdadera habilidad de V., lo reconozco gustosamente, Pero el Sr. M. Pidal habla sólo de grupos latinos, ya porque las comillas de la fórmula c´l´ y g´l´ representanvocales, ya porque el ilustre gramático pone los ejemplos de conchulam,masculum, cingulum, etc., que son muy latinos, y no los romancesconchla,masclo,cinglo, etcétera, ya porque si se refiriera a los grupos clo,glo, así lo hubiera escrito: de manera que la regla se refiere con precisión a todas las voces del lenguaje popularlatino que terminan con los grupos culum,gulum, precedidos de consonante y, en rigor, comprende también los grupos que tienen otras vocales distintas de la u primera, puesto que así lo exigen las comillas representativas de aquéllas. En su vista y teniendo en cuenta que son poquísimas las voces de tales grupos c´l´ y g´l´que produjeron el cho, quedando fuera de la regla muchísimas que no lo produjeron, mi criterio resulta completamente exacto: es evidente que si los seis ejemplos hicieron cho, en cambio no se hicieron losciencestos que V, dice (a pesar de las mimbres que había) y que no viene a cuento; para un solo cesto ni para compararla ridiculamente con las leyes romanistas la inmortal obra de Cervantes, ni mucho menos.

Añade V. no obstante su cita del refrán ele los cien cestos, que si los grupos romaneesclo,glo, dieron pocas palabras, fue porque la materia no daba para más: perfectamente y de acuerdo. Pero como los grupos, no do,glo, sino c´l´ y g´l´, esto es, culum,culam,gulum,gulam (precedidos de consonante) de las palabras populares latinas (pues muy populares, pero mucho, son y han sido siempre los diminutivos) eran abundantes, resulta que el Sr, M Pidal ha debido redactar la regla de que se trata en forma parecida á la siguiente:

Las terminaciones romances do,da, glo,gla, precedidas de consonante, que procedan de los grupos latinos c´l´ y g´l´precedidos también de consonante, producen sonido palatal sordo Ejemplos: conchla,masclo,cinglo, etc.

Ante esto, nada habría que decir y yo me hubiera limitado exclusivamente al caso de un sarclo imaginario, de que se supone salió sacho, por el intermedio sarkio; nada más. Sobre esta materia dice V. muchas cosas muy acertadas, pero que no vienen a cuento, dado que todo el mundo las conoce. Sin embargo, bueno será señalar la indicación de V, acerca de que la tendencia fonética de un idioma tiene importancia según su vigor: esto lo dice V., y a ver quien ata tales cabos, a propósito de laescasafecundidad de los romances clo,glo, ley que tiene, dice V., embriagado de pseudo-romanismo, tanto mérito artístico… como el Quijote de Cervantes! La alucinación no puede ser llevada a mayor extremo, Pero además la tendencia fonética del doglo, tiene una importancia descomunal porsusseiscasos; pero la vigorosa tendencia fonética ei helénico, del idioma gallego, no tiene importancia científica, ni histórica, ni de ninguna clase; si acaso, refleja la fonético de todos los aldeanos de su tierra de V…, y aún, como pobrecitos gallegos, debemos darle las gracias, porque bien pudo V. decretar que esa tendencia al ei procede de las grullas, aunque por acá nunca se han visto.

Por ultimo, ladoctrina científica de V. no puede ser más curiosa. Se escribe una ley fonética para veinte ejemplos (aquí se trata de seis), y quedan fuera de ella, cuarenta, Pero ¿qué importa? Es falsa la ley? No; es que la fonéticadeV. da la ley para seis casos solamente. Los demás, aunque sean numerosos, que se vayan a paseo. El gallego convirtió San Verísimo en San Breixo, de lo cual puede V. deducir una ley romanística, aunque queden fuera de ella los demás casos. Vaya, Sr. Diego, que sea enhorabuena por semejante desahogo científico.

En mis artículos anteriores he omitido, por brevedad de redacción y por olvido, alguna observación acerca del diptongo gallego ou. Ha hecho V. muy bien en sacarlo a plaza de nuevo, aunque sea acompañado de una singularísima explicación. Los romanistas desconocen las sorpresas de ese ou: prueba de que también desconocen la fonética del gallego, que es un dialecto viviente; pero como lo del au latino, aún está indeciso, según V. nos dice, mi deducción resulta unadiabluradela logica. Veámoslo. Los romanistas, no tienen datos ni elementos para definir cabalmente el au latino; pero han podido buscar en el viviente gallego los referentes al ou;luego, nada tiene de particular, según V. nos dice, que ignoren la historia del au latino y que el ou gallego les reserve sorpresas. Ay, amigo mío! ¿Pero no vé V. que el resultado de todo esto es, que, en efecto, los romanistas no conocen la fonético gallega? Pero entre las sorpresas del ou galaico, figura la que V. nos espeta doctoralmente, empezando por decir, con la misma gravedad del dómine ante sus infantiles discípulos, que el ou apenas vivió fonéticamente en el ciclo griego: ¡una maravilla de invención! Y concluye V. por decretar que, como el puebloromano contraía a cada paso el diptongo au en o (como? ¿pues no dice V. que el asunto está indeciso?), noesextraño que el gallego lo facilitara con un contorneadoou. De manera que la vocal o,sefacilitayredondea agregándole una uy formando diptongo! Lo compuesto es más fácil que lo simple; la u contornea una o…. en estas filigranas no cayeron los demás pueblos de Roma Bendito sea V. en todos los siglos de los siglos, por reservar tales sorpresasaDiez, Meyer-Lübke, Cornu, etcl

Lo de manculam, del Sr Pidal tiene gracia, muchísima gracia. Por si acaso a V, no le importa que se le echen mochuelos a la Academia (yo no solos echo , querido), pero no toquemos al ilustre gramático histórico, que para V. es un santon tan infaliole como el profeta Smith para los mormones, Confieso con toda sinceridad que yo había olvidado la observación que en otra página hace el señor M Pidal acerca de que en el latín vulgar se dijo manculam por maculam; por consiguiente, resultan fuera de lugar y sin base mis leves inculpaciones al sabio asturiano. Pero aun así, hay que notar la tranquilidad del aserto de que e! latín vulgar decía manculam por mácula (¡) demostrándolo, no los documentos, sino el hecho de que en castellano se dice mancha; esto es, por lo visto, evidentísimo o igual a que si afirmáramos el disparate de que el castellano dice rancho y, por consiguiente, el latín vulgar decía.., ranculum. Cada cual puede afirmar lo que le de la gana cuando se trate del número de estrellas que hay en el cielo! Se tiene autoridad? Pues pasará.

Los demostrativos. V, se hace cargo de que he empleado casi todo un artículo en contestar su figura retórica del cortejo de dichos demostrativos; pero no rebate usted mis razonamientos y deja en pié toda mi argumentación. Hace V. un extracto defectuoso de mi respuesta y en seguida habla V. como si yo hubiera dicho que todos los demostrativos griegos perduran en el dialecto gallego. Cuestión de táctica! Suponiendo cómodamente lo primero que se viene a las mientes, nada más fácil que ocuparse en destruirlo. Dos o tres demostrativos especiales por la forma que concuerdan con los latinos y sirven de la misma manera para nuestra sintaxis, no requieren la compañía forzosa del fantástico cortejo, amigo mío: aparte de existir en el gallego muchas voces griegas puras, quiera V. o no quiera. Las ciencias adoptan la nomenclatura griega y las voces, ya usuales; de telégrafo, teléfono, kilómetro, este.etc,, en nada estorban a nuestros demostrativos; aquellas palabras greco-galaicas, como coteleo, tinícho, leria, bermantés, berberícho, fedello, cheiro, cairentos, faneca, peneira, trasno, trimiñado, sirín, etc., etc., etc., no han sido introducidas por la ciencia en nuestro dialecto. Las adquirió el pueblo, las conserva por herencia, y tiene V. que tragarlo, aunque no lo confiese y lo duela que Galicia presente tales testimonios en favor de su antigua civilización. Así es como nos vengamos del concepto despreciativo que allá, por las tierras de V., se da al nombre de gallego, gentilicio nobilísimo y más antiguo, mucho más antiguo, que el de castellano, sin que éste deje de ser igualmente noble, pero muy moderno, como su dialecto.

             Celso García de la Riega.

(Se continuará.)

Etimologías Gallegas XIV «Contestación Celso García de la Riega a García de Diego»

Galicia Antigua

Diario de Pontevedra 11 Febrero 1905

Sr/D. Vicente García de Diego.

Diario Galicia antigua CELSO 11:02:1905Amigo querido: ha hecho V. también su segunda salida, lo mismo que D. Qui­jote de la Mancha. Este hidalgo se propu­so hacer confesar a cuantos caballeros hallase en su camino, que Dulcinea del Toboso era la más hermosa de las mujeres, la más encumbradora de las princesas; y V. se propone encajar a todo ser viviente el dogma romanista… y el castellano de los aldeanos de su tierra de V.

Echa V. por delante, en sus nuevos artículos, la chanza de que ha salido al palenque de la prensa en virtud de invitación mía. Nadie podrá creerlo. En primer lu­gar, V. ha declarado que, venciendo varios escrúpulos, se presenta con sus disciplinas de domine para que muchos nose alucinen, Además, nadie podrá suponer que yo le he invitado a que intentase darme con la badila en los nudillos. He podido invitarle a discutir normalmente las co­sas, a aclararlas, a puntualizarlas; no a que saliese V. sin previo aviso con un embuchado preparado, con ayudantes de campo, a que prodigase V. frases grue­sas, a que tergiversase mis conceptos, a que omitiese mis principales argumentos y, en fin, a que expresara sus opiniones con el empaque pedagógico de quien, re­pito, cree que se dirige a sus alumnos de diez años, esto es, como quien dice «hablo yo y boca abajo todo el mundo>>. Prueba de esto último, es la ingenuidad con que V. manifiesta «que no se había propuesto empeñarse en discusiones interminables», que es lo mismo que decir «que no espe­raba, después de desplegar V. sus labios, que nadie se atreviese a respirar», ni que yo defendiera mi criterio; al efecto también, me inculpa V. de que tengo excesivo cariño a mi libro… ¡Me deja estupefacto! ¿Ha imaginado V., por ventura, que después de sus imperiales defectos, debiera yo arrojar al fuego ese libro? Al contrario, incauto amigo mío; cada vez me persuado más y más de que estoy en lo cierto, al creer que Galicia tiene una historia antigua que no pueden presentar esas regiones españolas donde los romanos encontraron a sus salvajes gentes bebiendo sangre de caballo, y de esa historia, testimoniada por los editores clásicos, se comprueba con las reminiscencias helénicas del lenguaje, que tanto, le horripilan a V.

Claro es que esos antecedentes históricos le molestan, le estorban para sus peregrinas encíclicas sobre fonética gallega. Menospreciándolos, deja V. cómodamente en el aislamiento las menoionadas reminiscencias, sobré todo lo cual me parece haber dicho lo suficiente, sn que quiera hacerse cargo de ello ¿Como hemos de entendemos? Imposiblel .

Aquí debiera, en verdad, dar por terminada la discusión. Pero, yo..,no escribo para convencerle a V., según cualquiera creería al leer sus galantes y finísimas insinuaciones; he adoptado, sí, la formula de dirigirme en carta a V. para evitar la frecuente repetición de su nombre y apellidos y para facilitar la redacción de los conceptos, nada más, puesto qué y sé de hace tiempo que no hay manera de convencerle a V. con respecto al helenismo gallego. He escrito mi libro para los gallegos en primer término además para cuantas personas, desprovistas de prejuicios rutinarios y vulgares con respecto a Galicia y a cuanto le atañe, puede apreciar íimparcialmente los antecedentes y los hechos. Y ahora, lo mismo que en mi carta anterior, escribo para los lectores de El Diario nada más que para ello: ya sé que á V. no le persuade nada, porque su entendimiento esta preocupado por un bloque romanista, insoluble, infusible e inatacable por los ácidos.

Y entremos en materia, aunque es mucha la paciencia que se necesita para acompañar a V. por las callejuelas, y encrucijadas en que se mueve precipitadamente; porque nada más cómodo que desdeñar las abstrusas trabas de la Filosofía, echarlo todo a barato romanista y mezclar lo divino con lo humano, según V. lo verifica inculpándome además, y muy amablemente, de audaz, de atrevido, de que ignoro lo qué todo el mundo sabe y otras flores de este juez. Y esto, en una discusión, por invitación mía, tan sólo lo hace quién se contempla desprovisto de razón, de justicia… y de matemáticas.

Con el más beatífico desahogo, dice V. que aplico el ei gallego al primer idioma en cuya gramática (en cuya fonética ha debido V. decir querido catedrático de gramática) se tope otro ei, «sin curarme de la historia de este sonido», en lo cual, añade V., hay un rasgo de agudeza, «pero sin ningún valor científico»…. y punto redondo!

Y vea V. lo que son las cosas. Yo, que no me curo, según V. dice, de la historia del sonido galaico ei, la indago históricamente en el idioma griego histórico, porque los historiadores testifican la existencia de la colonización helénica en Galicia, hasta el punto de que Plinio afirma la estirpe griega (sobolis graecorum, se lo diré á V. en latín) de estos pueblos gallegos; y seguramente, el famoso naturalista romano, alto funcionario en España, no habrá hecho su afirmación en virtud del aspecto físico, sino de las costumbres, del lenguaje, etcétera, de la población galaica de aquella época. Ante esa consideración, no habría yo de buscar el ei gallego en las lenguas china y peruana, sino en la griega, donde encuentro prodigado ese ei; donde, encuentro raíces y grupos fonéticos como eido, eiro, eixa, eima, eitá, eiba, etc., etcétera que están clavados en el gallego; donde encuentro voces cuya forma y cuyo significado son exacta o casi exactamente iguales a otras de nuestro, dialecto. Yo no veo en ningún escritor clásico, griego o romano la noticia de que los gallegos bebían sangre de caballo, sino de que celebraban certámenes de toda clase, incluso de música; de que se casaban a la usanza griega y de que, antes del combate, entonaban el himno helénico de Apolo, en el cual seguramente se prodigaba también ese ei que a V le pone los cabellos de punta. Por estos y otros datos que omito y a los cuales doy audazmente valor científico, claro es que me ha parecido más lógico y sencillo topar el ei en la lengua griega, que no, en la peruana o en la china.

En cambio, V. que ses el maestro ungido que se cura de la historia del ei, no le da más historia que la transformación de un ai arrancado con fórceps de las palabras latinas y cuando quiere dar valor científico, no a sus agudezas, sino a los partos de su romanismo, lo busca… hasta en el lenguaje de todos los aldeanos de su tierra de V. Esto es, sin duda, lo que tiene valor científico.

Exhibe V. de nuevo la reglilla sectaria del ai y de la transcripción de la i; pero con novedades. Algo es algo: ya admite usted excepciones, aunque no pasan de seis, a pesar de mis esfuerzos. Por fortuna,sabemos lo que son las excepciones en boca de romanistas incipientes: el mayor número de hechos.

Más ¿cuales han sido esos esfuerzos míos? ¿Es que debía abusar de la paciencia y amabilidad de los tipógrafos, de EL DIARIO y de los lectores, consignando en un artículo periodístico, redactado a la ligera la decima parte del vocabulario gallego?. Pues para darle gusto, allá van, por cada letra inicial unas cuantas excepciones más: beixar, beixos, carqueixa, ceifa, ceiva, deica, deitar, deixar, eidade, eido, eigrexa, eixido, eiroa, eito, eiva, eiqui, xeito, lei, leiro, meixán, meira, meiga, peido, peilao, peirao, peite, peixe, queipo, queicoa, queixo, queixada; rei, reiseñor, seica, seitura, teima, teiroa, teixo, veiga, etc.,etc.,etc.,etc ¿Eh? ¿Qué le parecen a V las excepciones?. Y búsqueles V. la raíz ai, aunque sea en las aldeas de Pancorbo.

Que eira viene del latín vulgar aria. No puede ser, amigo mío, porque los documentos gallegos de la Edad Media están llenos con el vocablo arias, sin transformación ninguna.

Qué feixe, seixo y cereixa fueron antes en gallego, faixe, saixo y ceraixa. ¿De qué documento saca usted estas bromitas, ni quien le ha dado usted licencia para tales invenciones basta para ello, por ventura una imaginaria pero operación pseudoromanistica, por analogía con el fonetismo de otras regiones, distinto del gallego, y en cambio yo no he poder deducir lógicamente, por los antecedentes y por analogía dentro del mismo dialecto, nada que sea opuesto a una reglilla?.

El gallego tiene el diptongo ai en varias voces y no la transformó en ei, según usted y la reglilla ordenan: gaita, faixa, mais, vai, trai, daime, mataime, saino, aigua, baile, este etec. V. mismo saca de pater y mater, pai, nai y mai, y sin embargo, los gallegos, quedándose a la mitad del camino, no hicieron pei, mei, nei ¿Habrase visto desacato semejante?. También saca V. almeixa de métola y peirao de petra.. donde no aparece el ai ni la i! Y quiere V. que nos inclinemos ante aquellas reglillas y ordenanzas?.

Un gramático como V. no debe aturrullarse hasta el punto de no entender el valor de los tiempos verbales con relación a las demás palabras y al concepto que se pretende expresar. En mí, que carezco de pretensiones y que necesito defenderme, puede perdonase; en V., que ataca sin finalidad alguna, que maneja la palmeta y cuyas sentencias tienen valor científico, es indisculpable. ¿No ve V en las palabras que copia de mi libro, nadie cambia significa sencillamente que ha perdurado en el gallego la costumbre helénica de hacer ei de la e inicial?. Pero V. esponjándose desmedidamente pregunta: ¿donde tenemos aquí e que transformar como no sea en el castellano?. Y yo, con la mayor humildad, le respondo: en las palabras latinas ecclesia, etate, edes (esta última me la dio usted en una de nuestras conversaciones), que el dialecto gallego sin esperar a que los pseudo-romanistas le proporcionaran un ai o una i de trasposición, convirtió en eigresa, eidade, eido. ¿Se va V. enterando? Pues vaya V. aumentando el número de excepciones de la reglilla.

Y claro es también que si los griegos cuando unían el epíteto era a otra raíz, lo convertían en eira, fijese V., bien en eira, en EIRA ¿eh? Y si con esta terminación tenían muchas voces, como naiteira, oleiteira, xeiro, diftheira, méirax, etc. ¿qué hay ni puede haber de sorprendente en que proponga mi criterio de que ese ei de muchas, pero muchas, palabras gallegas, no proviene de un ai, ni de la trasposición de i, sino de una arraigadísima herencia que hizo al gallego convertir en ei las tónicas a y e de multitud de vocablos latinos y aún germánicos y célticos? ¿Qué milagro es que llegue también a sospechar que el sufijo galaico eiro es anterior, muy anterior, extraordinariamente anterior, al castellano ero? ¿Habrá, pues, y en resumen, mayor y más indisculpable incongruencia, que la de salir V. de estampía diciendo que yo no me curo de la historia del sonido ei y que los datos expuestos no tienen valor científico?

 Celso García de la Riega.

 (Se continuará.)

¿Colón gallego? Entrevistas en la Presentación del Documental

Entrevistas antes y después de la inaguración del Documental Cristóbal Colón Galego en el Museo de Pontevedra

Atención en el segundo video el entrevistador se despide  pero hay una última entrevista

Atención en el segundo parece que acaba, pero hay una última entrevista

Debate sobre a historia de Cristobal Colón na USC

Correo Gallego

08.10.2013

Debate sobre a historia de Cristobal Colón na USC

A Área de Historia do Dereito e das Institucións da USC organizará a vindeira semana unha mesa redonda na que se debaterá sobre a orixe de Cristobal Colón. No Salón de Graos da Facultade de Dereito o martes 15 e con entrada libre, a mesa desenvolverase baixo o lema ‘A teoría da orixe galega de Cristobal Colón’ e contará coa presenza de Guillermo García de la Riega Bellver, Modesto Manual Doval Montes e Eduardo Esteban Meruéndano, considerados tres destacados defensores da orixe galega de Colón, moderados pola profesora de Historia do Dereito Mª Teresa Bouzada.

Os participantes exporán os argumentos que lles permiten defender unha orixe galega, e máis concretamente, pontevedresa, do descubridor e a súa relación con Pedro Madruga, amparándose na abundante documentación de diversa natureza recollida xa dende finais do século XIX polos iniciadores e continuadores da Teoría. Argumentos histórico-xurídicos, lingüísticos e toponímicos, así como as consecuencias que para a comunidade galega tería a aceptación desta teoría serán comentados na mesa redonda.

 

http://www.elcorreogallego.es/portada/ecg/debate-historia-cristobal-colon-na-usc/idEdicion-2013-10-08/idNoticia-830809/

Etimologías Gallegas XIII

Etimologías Gallegas

Diario de Pontevedra 9 Febrero 1905

Veamos por último las etimologías quo en mis primeros artículos rectificaba.

Etimologias Gallegas 09:02:1905Moucho. La admiración de V. parece que no va por la fonética, ni debe ir, pues cumple al menos las leyes de la fonética gallega que los romanistas conocen; mutilum, mocho, descornado, pasando por motio. Lo que no encuentra aceptable es el significado, el llamar mocho, descornado, al mochuelo. Esa filosofía cornuda será todo lo profunda que V. quiera, pero el pueblo, única autoridad de la semántica, no pasa por ella. Si al tal pajarraco lo llamó mocho es porque así le parecía con sus cuernos romos. Todo menos la pere­grina ocurrencia de presentamos al mochuelo conjugando tan mal en griego.

El mudsó, yo chupo, fonéticamente no hay por donde cogerlo, aparte de que el mochuelo castellano habría que echárselo entonces a sus griegos.

 Estrobo. «No le parece a V. que el latín Strupus salió del griego strobos?>> No Lo que me parece eso es un error. El strobos griego significa giro, remolino. El strupus latino se corresponde con el griego tropos, que significaba como el estrobo gallego la cuerda para sujetar el remo. De estos dos el inmediato no puede ser dentro de la fonetista más que el strupus.

– Cheirar: En esta etimología trabuca V. todos ios términos, El flagrare del latín vulgar, para cuyo significado no halla atadero, significa ¡cuál no será su asombro al oír esto! oler, ni más ni menos que el cheirar gallego. Inconvenientes de meter­se á filólogo con su hispanum-latinum. Es este verbo una simple alteración del clásico fragare de donde el provenzal flairar, el francés flairer y el gallego cheirar como de flamma chama. El francés flairer derivado de flor tiene gracia sin igual. Demasiado sabía V. que el cheirar gallego significa oler, bien o mal, pero había que salvar de algún modo el tabidus del graecum-latinum. En cuanto al xeros no le alcanza en el significado ni un galgo; denota siempre seco, terroso, y solo por esta idea le llega lo del tabidus. R. I. P.

 Foro. Es ni más ni menos, como pala­bra, que el forum latino, que rodó con la idea de derecho, fuero, censo, por todas las provincias. Que le aproveche su cien­cia jurídica, pero para resolver esto le hubiera bastado con saber el significado del forum romance: con tanta historia del derecho griego no ha tenido un segundo para ver que el forum significó a la vez lo que el foro it y el castellano foro y fuero y el gallego foro. La historia del signi­ficado de esta palabra es simplemente la historia de los vocablos que denotan im­puesto; portaticum, fossadaria, etc. Nacen con la idea de derecho, con relación al señor, y se popularizan con la idea de obli­gación, foro, portasgo, fossadeira, sin duda porque el pueblo se acuerda más de su bolsillo. Para estas cuestiones es más útil conocer la patria de Diez que la de Colón.

Isca. «Muy bien podía expresar derra­mar, brotar». Muy mal. El isco, ixes, como el visco, vixes, es un verbo que se saben de memoria quienes leen los textos caste­llanos del siglo XIII. Isca de ahí, sal de ahi. ¿A quien se le ocurre pedir al mamo­treto hispanum-latinum la conjugación romance del exiré? El significado es siem­pre salir y nada más.

Quenlla. Le pareció pequeño gazapo al Sr. Riega el confundir la quenlla con la tolva y nos la deriva de un canea, canasta ¡canastos que quenllas usaban los griegos! Con leer á Vitrubio sabría que los moli­nos griegos ni siquiera tenían tolva.

Coló. El latín collum, como V. vería si se dejara de su graecum latinum, significó en todas partes cuello, regazo y pecho. El pudor mujeril no pudo dar más nom­bre al regazo que el de collum, cuello: jamás el vil de Vientre o piernas V. tan dado a historias y filosofías es raro que no haya meditado la constancia que existe en todas las lenguas en estas taslaciones de la toponimia femenina.

Dioivo. El diluvium latino se pronunció en el mismo latín vulgar dilovio, trasfor­mado por la fonética gallega en diloivo. El grave inconveniente que el S. Riega encuentra a esta etimología es que hay nombres que no han hecho tal traslación de i (el saladísimo argumento de siem­pre, buscar unas palabras que incum­plan un fenómeno, estén en las condicio­nes que quiera, y ya so acabó la ley). La tendencia a tal inversión la percibimos hoy todos en el pueblo, noivo dicen de novio, como dijeron diloivo de dilivio. Si del diloivo no salió el dioivo, (con señor Riega) será cosa de dudar de todo No es­tará de más recordar que diluvium signi­ficaba diluvio, avenida, inundación.

El dióo, yo ahuyento, e ibu, en gran manera, será una magnífica personifica­ción de Fray Luis Riega, pero ni V, cree en las profecías de los ríos ni a mi me cabe en la cabeza que conjuguen verbos. Yo ahuyento en gran manera, será bonito exordio para un poema fluvial, puesto en boca de la impetuosa corriente, pero para las prosaicas etimologías no nos sirve.

Peirao. «Del Píreo de Atenas>> Los grie­gos que en todas partes llamaron limees al puerto solo en Galicia se acordaron de su Pireo. Nada diremos de la fonética, porque como hidra de cien cabezas, nece­sitaríamos un día para desmochar sus desatinos. Que por qué no llaman en Galicia peirao a toda construcción de piedra? Pues por la razón de que los gallegos, con excepción de V. cumplen las vulgares leyes de todas las lenguas; caballo significó el ligero y no se aplica a este nombre al ciervo, rector el que dirige, y no se llama así al maquinista de un tren, El empedrado castellano se aplica solo al piso.

La idea de piedra es el origen de estas palabras. Peiroa, petrona, es una piedra que sirve de escalón y el peirao, portugués es una tira do lajas en el fondo del mar. Ya ves, Fabio, en que ha venido a parar el magno Pireo.

La misma palabra pedra, remozada por el latín, fue en otros. tiempos peira y pera.

Véase como recuerdos de esta pronunciación P. Sarmiento, Parafita correspondiente al pedra-hita castellano. En pontevedra se llamaba en el año histórico de 1375 Pera da loba a una piedra y a una heredad.

Pai y mai. Los vocablos latinos patrem, matren y fratrem fueron en Galicia como en muchas más provincias paire, maire y fraire, pronunciación descubierta en las mismas inscripciones imperiales. «Su cita del paire y maire proveníales es contraproducente, porque la Provenza sépalo V. fue colonia griega».Pues por eso la cito Sr. Riega, para darle á V. gusto. El patrem, matrem y fratrem latinos, en el Oriente de España y en la Provenza fue paire, maire y fraire, formas que conser­vó el provenzal y que abrevió el francés; pere, mere y frere. En Tolosa se dice aun paire, maire y freire. Supongo que estas formas provenzales, catalanas, etc., las creerá V. latinas y no se le ocurrirá la singular idea de sacarlas de su paidogónos y de su naiteira. Pues bien, la Provenza, por lo menos tan griega como Galicia, sacó todos estos nombres del latín ¿ve usted como mi cita no es tan contraproducente? Luego si estos nombres y el mare y mae, pare y pae de otras partes son latinos, lati­nos serán el pai y mai gallegos. Sería cu­rioso que el gallego que nombró a la mujer, muller, al hijo, fillo, a la nuera, nora, al suegro, sogro, y a todos los demás pa­rientes en latín, hubiera acudido a esos cultismos griegos para los otros dos. Si pues, la Provenza y la Aquitanía, tan griegas como dicen S. Gerónimo y usted, sacaron del latín su paire y maire, no había de ser menos el gallego para su pai y mai, iguales al pae y mae de otras regiones.

«Cuanto a freire, bueno es que V. se en­tere, el pueblo de Galicia llamó siempre frades a los frailes» No quiero enterarme de tamaño error porque acreditaría con eso no haber leído un solo documento gallego. En Galicia precisamente es donde esta palabra tiene vida propia; y la fonéti­ca domuestra que es anterior en machos siglos al frade. Además de alternar a ca­da paso en los escritos con la de frade, hasta dió nombres geográficos: fonte da fraira, se llamaba por lo menos en vida del P. Sarmiento una fueute de Tomeza. Para decirlo todo al revés afirma V. que esta palabra es de origen eclesiástico. Explíquese porque no hay entenderás posi­bles para una cosa sin sentido. Si se refie­re a la forma, debía saber que hace mas de quince siglos se pronunciaba en Galicia fraire el fratrem latino.

Sacho Motivo de todos sus sinsabores. «Del psao, yo rasco.» del latín ,sarculum, romance sardo, azada, sacho

Ni los sachos conjugan en ninguna parte, ni esa composición vasco-helénica pasa de ser un pisto raro, ni el sacho fue nunca besacho, ni el tal besa es griego sino latino. Sarculum se llamó en latín al instrumento mismo, tan mudo como hoy, que los castellanos y gallegos llaman sa­cho: no hay aquí filosofías de ninguna clase.

La alteración fonética os lo que asusta al Sr. .Riega. «En la derivación de sacho nos da V. una noticia (el italiano sarkioj quo viene a justificar mi modesta etimo­logía; y así es como por la boca muero el pez.» Tiene V. razón Sr. Riega, pero esta vez soy yo el pescador: ¿como iba a olvi­darme de su voracidad al clavar el sarkio en el anzuelo? «Alabado sea Dios! Solo él es grandel» La palatización del grupo ro­mance, no latino señor filológo, oscurece muchas veces la consonante líquida ante­rior, sobre todo tras la vocal a marculum, macho, masculum. macho, calculum, cacho, sarculum, sacho.» ¿Donlo está la r en sacho?» pregunta todo irritado el Sr. Riega. Pues se ha perdido al patalizarse, pero que la hubo es prueba su hermano sarkio. «Pues como en sarkio italiano no se ha perdido y se perdió de sacho español?» Pues porque el italiano no está en esas condiciones: no la ha perdido porque no llegó a palatizar su ki.

Ameixo «¿Hay quien no se quede mu­do de asombro y hasta sin respiración, (respire V. Sr. Riega) ante la etimología que V. hace del vocablo almeja?» (De mitula.) Nadie contesta, Sr Riega, porque olvidamos ya en la escuela tal etimología. La palabra entró ya en los romaces con la pronunciación mella, de donde debió hacer él castellano meja y el gallego meixa.

árabe al!» Vuelva V. a respirar, pero en­térese también de que el artículo al se pegó a muchas palabras, y no ponga otra vez tales admiraciones para un hecho con centenares de ejemplos Almeja en caste­llano se formó así. ¿Por qué el gallego le pegó esa a? He creído contestar diciendo que tal vez fuera por analogía.

«Métula no ofrece asidero en ninguna de sus acepciones para dar nombre a dicho marisco» dice ei Sr. Riega, hojeando su hispanum-latinum. Pero le advertiremos que mitula significaba la almeja y que por lo tanto no necesita corto ni largo asidero.

La seriedad para decir cosas tan estupendas no las refuerza en nada. Si es de los mariscos «más nutridos en las sales del mar>> no lo hemos de discutir; los griegos tenían su miakes y no tuvieron tiempo de inventar tales sustantivos para dar gusto al Sr. Riega.

Nada nos dice el Sr. Riega de su cadaneira sacado de catancuo, yo muevo la cabeza hacia delante. Tan flaca le ha pa­recido esta etimología que se ha confor­mado con moverla hacia atrás.

De la derivación del posesivo no tomaré más venganza que la de exponerla.

Meu de emos, teu de sos, y seu de hos, noso de heemeteros, voso de hámsteros y seu de sfderos. Los latinistas no conocen la , fonética gallega ni por el forro. Solo así se podrán atrever a derivar meu de meu, teu de tuu, seu de suu, noso de nostro y voso de vostro.

El pronombre eu no pudo salir de , a menos que acabe V. por negar, lo que sería mejor, la famosa y tantas veces negada por V. ley de las tónicas. V. demuestra en el libro pg. 259 que no se pudo perder la g del ego latino y mejor informado en la pág. 533 demuestra V. que se perdió tal g. El min gallego no salió de eemin do­rio por la razón sencilla de que este es plural. Pero como de ser griego el yo, suponga que creerá también griegas todas las demás personas la mejor censura será exponer tal derivación. Eu de eó, ti de tu, nos de eemis, vos de umeis, il, iles… de cualquier cosa. ¿Quien se atreverá a derivar eu de eo, ti de tu, il, de ille, nos de nos, vos de vos e iles de illos?. Solo los déspotas latinistas.

Para concluir La interjección heu latína no salió de io griego ni siquiera es paralela. La correspondiente en io que usaban los latinos desde los tiempos mas remotos io triumpe! gritaban los sacerdotes Arvales.

«Sepa V. que el espíritu áspero de los griegos pertenece tan solo a la primitiva época de su lengua» dice V. con toda su seriedad montando en el trípode de Apolo y «sepa V. que tal espíritu es el mismo digamma eólico.» No, no queremos saber nadie eso, porque no se estilan tales atrocidades en los libros moderaos.

<El Sr Murguía, {dice V, con el escrúpulo de la beata escandalizada del libéranos domine), incluye al gallego entre las lenguas indogermánicas.» Pero Sr, Riega, si no hay filólogo ni libro que no emplee esa denominación para las lenguas arias.

¿V, no sabía que el mismo griego, y por ende el gallego su nietecillo, es una lengua indogermánica?.

Mucho más diría de las demás etimologías no estudiadas, algunas con tan claro origen latino como el bremar de fremare, bramar, alborotar, tarabelo de trabellu, palo, zoquete, tranca y otras por el estilo.

Pero quede todo ello para próxima ocasión, en que expondré largo y tendido las mias.

Del magoar, cote y cotio lea mis anteriores artículos y verá contestadas sus objecciones; allí verá si se cumple la ley de tónicas.

¿Queda algún argumento de todo ese sistema galaico-helénico? |Ah, sil Que mil libros le parecen caros al Sr. Riega, que al nombre adjetivo lo llamo nombre, y al sustantivo palabra y que no entiende mi definición del verbo. No creo esto un fuerte argumento para defender sus poéticas

suposiciones.

La cesación de la fonética popular castellana no debió escandalizarle nunca Desde el siglo XIII enfermó, dio las boqueadas con los cambios de pronunciación del XVI y desde entonces no ha vuelto a dar señales de vida. Las léyes fonéticas de la gramática histórica no viven en el pueblo: todos somos ya cultos. Aun en las montañas castellanas se hizo tan estéril que apenas conservan algún detalle sin importancia de su antigua pronunciación. ¿Le habrá entendido ya?

Si alguna observación hiciera a mis artículos de algún valor científico contestaré con gusto. Si no añade algo útil, doy poi terminada mi tarea.

Sabe cuanto le estima a pesar de todo su amigo

  1. García DE DIEGO

Nota: En los siguientes responde Celso García de la Riega

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