Celso García de la Riega

Biografía, Obras, Pinturas, Teorías y Artículos

Archivar en la categoría “Artículos de prensa de Celso García de la Riega”

Ferrocarril General

Diario de Pontevedra 30/05/1908

Ferrocarril General”

Diario Ferrocarril General Celso 30:05:1908La línea férrea de Pontevedra a Ribadavia tendrá, sobre las condiciones que han aconsejado su aprobación oficial, otras de grandísimo interés y de alta importancia, como base de una vía general que establecerá breve y rápida comunicación entre los territorios interiores de la Península y nuestro Océano.

Estúdiense las cartas geográficas, sin prejuicio ninguno en favor de tal o cual comarca y se vera que a partir de Ribadavia, la naturaleza, esto es, la topografía, señala matemáticamente la ruta de dicha vía general con tal evidencia, con tanta claridad, que no habrá ingeniero ni estadista que no se persuada en el acto de que la verdad, la justicia y el sentido común militan a favor de la única solución conveniente.

Desde Ribadavia pudiera aprovecharse la cuenca del río Arnoya, que tiene un curso ligeramente undulado, con resultante de orientación recta, aunque apartándose de la dirección oportuna, hasta Allariz; pero después de esta villa el paso de la divisoria al valle de la laguna de Antela es dificilísimo; constituye un obstáculo casi invencible, a causa de las condiciones de las montañas que forman dicha divisoria.

El trazado más legítimo, más razonable y menos costosos es, desde Ribadavia, por la mencionada cuenca del Arnoya y luego por toda la del Sorga, pasando por Villanueva de los Infantes y Celanova hasta Ourille. En aquel punto se ofrece una fácil y cómoda encañada para el paso de la vía por entre Sanguñedo y Pitelos, en las faldas meridionales del monte Calbo; luego se utilizaría la cuenca de un riachuelo para llegar a Ordes y penetrar en el valle de la Limia, acercándose a Ginzo, siguiendo hasta Trasmiras y luego hacia Verín.

De manera que esta vía será: Madrid, Segovia, Medina del Campo, Zamora, Sanabria, Verin, Ginzo, Celanova, Ribadavia y Pontevedra-Marin, en la que eltren no invertiría arriba de diez y siete horas de marcha ordinaria, y catorce o acaso menos en viaje rápido. Excusado es enumerar las inmensas ventajas de este recorrido que, aparte de su condición estratégica militar de flanquear la frontera portuguesa a conveniencia distancia y de resguardar la cuenca del río Limia, serviría y favorecería desde luego a la región sudoeste de la provincia de Orense, formada por las comarcas de Celanova, Bande y Ginzo, ricas en productos de toda clase, de feracísimo suelo, de gran población y que no deben quedar arrinconados.

Sería deplorable que dichos pueblos y los demás a quienes interesa este asunto, fuertes por el derecho y por la justicia, se abandonasen a una lastimosa desidia y no gestionasen con enérgica perseverancia la realización de lo que tanto les importa: ahora es la oportuna ocasión.

Presumo que mi propuesta no será agradable para los partidarios de otro trazado cualquiera. Lo sentiré mucho; pero creo sinceramente que defiendo intereses generales que se hallan muy por encima de toda conveniencia particular. Si el tiempo es oro y se puede construir una vía que lo economice, beneficiando a la vez en su dirección normal a muchos pueblos que lo merecen, no se debe vacilar un momento en preferirla: esta es la cuestión.

Pontevedra, Mayo 1908

Celso García de la Riega

Anuncio publicitario

Siempre Los Mismos

SIEMPRE LOS MISMOS

Galicia Mayo 1908

Siempre los Mismos1Está muy bien que los gallegos celebremos la conmemoración de la guerra de la Independencia en este año de 1908, puesto que se cumple exactamente un siglo desde que esa guerra fue provocada con los asesinatos cometidos en Madrid por Murat y sus tropas en Mayo de 1908; debemos, pues, unir nuestras patrióticas manifestaciones a las que toda España hace en estos momentos. Pero lo cierto es que en Galicia la lucha tuvo lugar durante la primera mitad del año 1809, en cuyo brevísimo tiempo. los gallegos, sin tropas regulares y adiestradas, sin artillería y puede decirse que sin directores, destruyeron las aguerridas legiones enviadas desde Astorga por Napoleón y mandadas nada menos que por un General del calibre de Ney; los restos de esas famosas legiones fueron arrojados de nuestro territorio a los cinco meses de haberlo ocupado. ¿Hay alguna otra región, de España que en tan corto plazo hubiese realizado un esfuerzo tan colosal y tan heroico?.

Los escritores franceses, guiados por la más necia de las presunciones, no escatiman altisonantes frases, trágicos dicterios y duros calificativos contra aquellos salvajes españoles que defendían por todos los medios sus hogares, su honra y su independencia, arteramente arrebatada, y que respondían, justamente irritados, a los crímenes que los soldados de Napoleón realizaban innecesariamente.

No se trata ahora de renovar rencores; pero nada más justo que recordar hechos que hoy no parecen vituperables, es verdad, pero que fueron consecuencia lógica de otros, indisculpables en quienes, poseían la fuerza y se apoderaban de un país completamente indefenso, maltratándolo sin piedad.

Porque esto, y no otra cosa, fué lo que sucedió cuando el ejército, de Napoleón penetró en la actual provincia de Pontevedra a principios de Febrero de 1809. El General Soult, a su paso para Portugal, imaginó sin duda que el sistema de aterrorizar a la población sería el más adecuado para dominarla.

Aquellos nuevos vándalos entraron verificando una verdadera devastación, robando ganados, frutos y forrajes á los campesinos, injuriando vilmente a las mujeres, apoderándose del dinero y alhajas.que encontraban en las casas, matando personas a la menor resistencia, e incendiando aldeas y pequeños pueblos, como Villagarcía y Carril. La consternación fue general; pero bien pronto se rehizo el ánimo de las gentes y en ellas se despertó aquel indomable valor que en todas épocas atestigua la historia.

En cinco o seis leguas alrededor de Pontevedra, surgieron partidas armadas hasta con azadas, hoces y. chuzos y fueron aniquilados cuantos destacamentos enemigos recorrían las aldeas o acampaban en ellas. No existía otra idea que la de matar franceses; hubo verdaderas vísperassicilianas y los invasores llegaron a sentir el mayor pavor ante nuestros aldeanos, que no les dejaban un solo momento de tranquilidad ni de reposo. Las tradiciones y cuentos de la población rural contienen, en estilo sarcástico o burlón, episodios interesantísimos, dignos de una epopeya.

Reconquistadas Vigo y Marín por dichas guerrillas, atacaron dos veces a Pontevedra, aunque infructuosamente, a causa de la superioridad militar del enemigo. Este, al retirarse aquéllas, salió del pueblo, asesinó a los míseros ancianos que en las cercanías recomponían las viñas, y mató a los enfermos y heridos .que encontró en la aldea de Campolongo, incendiando las casas de la misma. ¡Nobles hazañas, olvidadas por los sensibles escritores franceses!

Reunidas al fin las mencionadas partidas, mejor organizadas y con un Jefe caracterizado á su frente, se dispusieron á renovar la embestida á Pontevedra, pero los franceses la abandonaron temerosa y precipitadamente y no pararon hasta Santiago, que también tuvieron que desalojar. Reforzados luego con tropas de refresco y al mando del gran Ney, volvieron sobre sus pasos con el propósito de destruir nuestro improvisado ejército, cuyos Jefes optaron por la posición de Puente San Payo para hacer frente a las veteranas tropas francesas, que ascendían á diez mil hombres. de infantería, caballería y artillería.

Su estrategia y su ímpetu se estrellaron los días 7 y 8 de Junio de 1809, ante la previsión y la serenidad de nuestras gentes. El 9 Ney emprendió, veloz retirada con abandono de bagajes, municiones y equipajes repletos de objetos robados, y no se detuvo hasta Lugo, donde se reunió con Soult, quién, huyendo de Portugal, había pasado la frontera seca en 29 de Mayo. Y a seguida salieron definitivamente de Galicia.

Este fué el resultado de la gloriosa batalla de Puente San Payo, que coronó eficazmente las innumerables y heroicas proezas que sin interrupción se realizaron en todo el territorio gallego durante la permanencia en él de las tropas napoleónica.

No es por cierto una exageración afirmar que, proporcionalmente, fue una batalla de mayor mérito y éxito que la de Bailen, puesto que la victoria se obtuvo por fuerzas irregulares, apenasSiempre los Mismos2 organizadas, que no tenían más disciplina qne la mutua confianza y que rechazaron valerosamente los frenéticos ataques de tropas escogidas, habituadas a vencer y que disponían de los elementos necesarios para luchar. Seguramente, si un Wellington hubiera sido entonces Jefe de nuestros soldados, habría anticipado para ellos el calificativo de inimitables, que les aplicó posteriormente por !a batalla de San Marcial en aquella famosa orden del día que en Galicia debiéramos tener esculpida con letras de oro en nuestras escuelas y en nuestros cuarteles.

Rescatada Galicia por sí misma en Junio de 1809 y ajena a todo egoísmo, nutrió con sus hijos los ejércitos de la Península hasta la conclusión de la guerra, en que prodigaron su sangre y se batieron denodadamente. ¡Ah! Eran los mismos compañeros de Viriato; eran los mismos soldados preferidos por Aníbal y ensalzados por los escritores romanos; eran los mismos temibles guerreros que las crónicas árabes mencionan en preferente lugar; eran los mismos gallegos que Gonzalo Fernández de Córdoba pedía desde Nápoles al Rey Fernando el Católico; eran los mismos que en Flandes causaban el asombro de los demás tercios españoles; eran, en fin, los mismos á quienes en San Marcial cupo la gloria de vencer y de arrojar definitivamente de la Península a los Franceses.

              ¡Honroso y envidiable apelativo el de gallegos!

      Celso García de la Riega

Pontevedra, Mayo 1908

Agradecimiento de Celso García de la Riega

Carta del Sr. La Riega

Sr. D. Manuel Castro López, Director de El Eco de Galicia

Buenos Aires.

Diario Celso 15:12:1910Mi querido amigo y paisano: Con la mayor satisfacción he visto en el acredi­tado semanario que V, dirige, correspon­diente al 10 de Noviembre último, la patriótica y entusiasta carta del ilustre Dr Riguera Montero, iniciando con expléndido donativo la suscripción pública para erigir en Pontevedra un monumento al descubridor de América. Nada más plausible que tan bello y adecuado pensamiento; pero como quiera que en aque­lla notable carta se propone igual dis­tinción para mi, por haber hallado y reunido diversos datos y documentos que revelan inesperadamente la proba­ble naturaleza española del insigne navegante, y considerando que esta circunstancia más bien se debe a un azar de la suerte o de la casualidad y no basta de ningu­na manera para justificar aquél alto ho­nor, ni cosa que se le parezca, suplico aV. tanga a bien insertar la presente car­ta en El Eco de Galicia para manifestar a sus lectores que, si se lleva a cabo la expresada suscripción, su producto se destinará exclusivamente a enaltecer y perpetuar la memoria de Colón, ante cuya excelsa personalidad la mía se ha­lla a tan enorme distancia que no hay posibilidad de unirlas para solicitar la cooperación publica ni pura ningún otro objeto.

Excelente idea, repito, es la del monu­mento a Colón; pero me permito someter al Dr. Riguera Montero, y a los señores que secunden la suscripción, el siguiente proyecto: que en lugar de amortizarse una cantidad mayor o menor en levantar aquella obra, se invierta en instalar una escuela, ya de primera enseñanza, ya de marinería y pesca, que llevo el nombre de Escuela Coloniana, pues ya no debe decirse colombina.

Dando muy expresivas y sinceras gra­cias al generoso Dr. Riguera por su be­névola mención y a Vd. por su amabili­dad y por su valioso y constante apoyo a cuanto redunde en beneficio y honra de la patria, se repite suyo affmo. amigo y

s. q. s. m. b.,

Celso García de la Riega.

Pontevedra, Diciembre 12 de 1910.

Con gusto reproducimos la anterior patriótica carta; que el Sr. La Riega di­rige al director de El Eco de Galicia.

Justísimas nos parecen las alabanzas al gran gallego Dr. Riguera Montero, uno de los hombres que dentro y fuera de Galicia han laborado más por los prestigios de esta hermosa región.

Su rasgo, ofreciendo mil pesos para el monumento de Colón, retrata de cuer­po entero a este querido paisano nuestro que, sin disponer de una gran fortuna, dispone sin embargo de una parte de ella para que en Pontevedra tengamos un testimonio perenne y eterno que re­cuerde al glorioso descubridor del Nue­vo Mundo.

Riguera Montero cuenta desde hoy con el carillo, la admiración y gratitud de Pontevedra y de Espada entera por su acto de relevante patriotismo, que irá unido siempre a esta afortunada empre­sa, en que se hermanan el nombre de Colón y del pueblo español.

Una Obra Admirable

BIBLIOGRAFÍA

Norte Galicia 10 Febrero 1906

En no lejana fecha, nos ocupamos con toda la extensión merecida, en la notable obra recientemente publicada por el eminente filólogo D. Manuel Rodríguez y Rodríguez.

No obstante esto, insertamos hoy el si­guiente artículo de el Sr. García de la Riega, por la autoridad de la firma y porque deseamos contribuir a que la producción del. Sr. Rodríguez alcance toda la notoriedad merecida.

Una obra admirable

Norte Galicia Celso Garcia de la Riega 10:02:1906Lo es, sin duda alguna, la titulada Ori­gen filológico dd romance castellano,deque es autor ol insigne filológico galle­go Sr, D. Manuel Rodríguez y Rodrí­guez, residente en Santiago, que ya ha­bía demostrado su inmenso talento y su sabiduría en el Estudio clásico sobre el análisis de la Lengua española y en sus Apuntes gramaticales sobre el romance gallego de la Crónica Troyana.

La mencionada obra inspira la mayor admiración, tanto por los profundos co­nocimientos quo revela, como por ol cla­rísimo método con que el venerable autor desarrolla su ardua tarea y por la minuciosidad verdaderamente bonedictina con que clasifica, analiza, estudia y explica todas las condicionas gramatica­les y fonéticas de ¡as palabras que constan en los primitivos documentos de nuestra literatura patria y especialmen­te en el Fuero Juzgo; esfuerzo maravi­lloso, colosal, y que no podrá ser supe­rado por otro ninguno, a pesar de haber sido realizado por un ciego, doplorable condición quo desde hace varios años aflige al eximio orensano: al reflexionar sobre esta triste circunstancia, nuestro asombro llega á su grado extremo, por­que al sentido de la vista ha tenido que reemplazar en el Sr. Rodríguez una can­tidad de memoria y una solidez de ra­ciocinio que parecen imposibles en el cerebro humano.

No podamos entrar, aunque fuera bre­vemente, en el examen de tan portento­so libro, indispensable no sólo para los literatos y lingüistas españoles, sino tam­bién para todos los que ejerzen la abo­gacía y para los profesores de Gramáti­ca. Carecemos de los conocimientos ne­cesarios para hacerlo, y sería preciso, además, un espacio muy extenso, de que no se puede disponer en las columnas de un periódico diario:- únicamente nos li­mitaremos a encomiar, entro otros, los utilísimos servicios que el libro del se­ñor Rodríguez habrá de prestar para el estudio, esclarecimiento o interpretación de los vocablos que contienen los códi­gos redactados en el antiguó romance galaico castellano. Entro las aprobacio­nes y aplausos alcanzados por esta obra, mencionaremos los del sabio Sr. Méndez Pelayo.

Y conformes con el muy notable tra­bajo de crítica del mismo libro, hecho por el Sr. Riguera Montero e inserto en La Vos de Galicia, nos permitimos co­piar dos de sus párrafos, que dicen así:

«Principia por enumerar el ilustre ciego orensano, en la introducción de su obra, los diversos idiomas que progresi­vamente se han hablado en el suelo ibé­rico, y nos demuestra con autoridades y razonamientos de peso que mucho antes de la traducción en romance caste­llano del Liber Judicum (Libro de los Jueces) hecha on el siglo XIII, bajo el nombre bárbaro de Fuero Juzgo, debió existir, por lo menos, una en lengua gallega. Y, trazando en otro capítulo un bosquejo acerca de la edad del lenguaje galiciano, sobre cuya antigüedad tanto han divagado los autores, haciendo re­montar algunos más allá del siglo VI de la era cristiana, y colocándolo otros en el X ú XI, Rodríguez nos convence con muy cuerdas reflexiones que la época do su nacímiento debe fijarse en los siglos VII y VIII»

»Después de expresar la manera como los bárbaros que invadieron la Iberia en el siglo V, adulteraron la lengua del La­cio, que los españoles habían adoptado cuando los romanos los dominaron, y de examinar minuciosamente la alteración o cambio de la estructura de las pala­bras latinas, concluye con la consecuen­cia de que, habiendo sido el gallego el único Idioma romance quo prevaleció como lenguaje corriente hasta princi­pios del siglo XII, en que empezó a con­vertirse al lenguaje castellano, resulta manifiesta la transición natural del latín al romance gallego y de éste al caste­llano, consecuencia que se comprue­ba con los monumentos más antiguos de la lengua gallega y los primeros de la castellana.»

Concluiremos felicitándonos de que Galicia tenga la honra de contar entro sus más ilustres hijos a! Sr. Rodríguez, a quien damos sincerísima y entusiasta en­horabuena por su inestimable libro

Celso G. De La Riega.

a

El Centenario del Quijote

                                                               EL CENTENARÍO del «QUIJOTE”        Los Lunes de el Imparcial 25 Abril 1904

La oriundez de Cervantes

El Imparcial CervantesEl castizo escritor D. Antonio de Valbuena, que brilla en las altas cumbres de la literatura, ha querido romper una lanza en demostración de la «ignorancia geográfica>> y de la «locura contagiosa» de que son victimas, en su concepto, la prensa de Lugo y el Centro Gallego de Madrid, por defender la oriundez gallega de Cervantes; pero creo que las armas de que ha echado mano en esta ocasión no tienen el temple de las qué usa de continuo, mereciendo por ello que se aplique la conocida frase «quandoque bonus dormita! Homerus». El Sr. Valbuena se esfuerza en derribar, con varios rasgos de su envidiable pluma, la toponimia de Galicia, y al efecto, juzga que en este país las verdaderas deoominaciones de las parroquias, cuando no se repiten en alguno da sus lugares, son… las advocaciones religiosas; afirma que las parroquias de San Pedro y San Román de Cervantes, en Lugo, sólo se llaman «San Pedro y San Román», y no «Cervurites>>, porque este «es el nombre de una jurisdicción, no de un pueblo», y resuelve que «en Galicia no hay, «ni se sabe>> que haya habido nunca, un pueblo llamado <<Cervantes>>. Todo esto, y algo más, han visto los lectores de El Impaacial correspondiente al día 2 del presente Abril: justo es que vean también la otra cara del asunto.

Mi muy distinguido amigo ha olvidado, sin duda, que la población rural de Galicia no está compuesta de «pueblos» como los de León y Castilla, es decir, grupos de cases cuyos habitantes tienen sus terrenos de cultivo fuera del recinto urbano; ha prescindido de que las parroquias rurales gallegas son porciones del territorio, donde ol vecindario vive «en casas diseminadas», situadas por lo general enlas fincas de cultivo, de manera que en las llamadas «aldeas y lugares» únicamente podemos ver subdivisiones del suelo de la entidad «parroquia». Esta es, en resumen, el menor conjunto administrativo do población campesina, con su denominación propia, que en el caso de que se trata es «Cervantes» y no San Pedro ó San Román, sin que importe que haya ó no haya aldea ó lugar con el nombre de la parroquia, puesto que, casi siempre, este nombre pertenece de antiguo al sitio en que están la iglesia ó la casa y huerta del párroco. Además, muchas parroquias no tienen en el nomenclátor oficial un lugar ó una aldea con el nombre propio de la misma parroquia (ni aun con el del santo titular ó advocación religiosa), ya porque el tiempo lo ha cambiado, ya porque aquel nombre proviene del de rio. arroyo, monte, castro, roca, cantillo ó noble solar desaparecido, altar gentílico ó apelativo antiguo de tribu, etc., que por no ser entidad de población, no puede figurar ahora con el carácter ó condición de «pueblo leonés ó castellano», que el Sr. Valbuena reclamo, imperiosamente.

Pero á mayor abundamiento, y allanándonos á la exigencia de ser imprescindible que haya un <<pueblo>>, con el nombre de Cervantes, para base de la oriundez gallega en cuestión, tomemos ol libro oficial del censo de 1888, impreso en 1893, provincia de Lugo, y veamos la página 32. que dice lo siguiente: en la casilla de Ayuntomiontos «Cervantes»; en la de parroquias, «Cervantes, San Pedro; Cervantes, San Román»; en la de entidades de población. «San Román de Cervantes [con cursiva, por ser capital de Municipio; y, por último, en la de clases, Villa. Añadamos que en la primera página del nomenclátor de dicha provlncla se hace, entre otras, la luminosa advertencla de que «las parroquias de cada Ayuntamiento figuran inscrita «con sus nombres propios» y su advocación». Tenemos, pues, en Galicia dos parroquias y una villa con el nombre propio de «Cervantes», y también una pequeña sierra.

Allanémonos todavía más á las noticias del distinguidoescritor y aceptemos que en Galicia dicho nombre lo es únicainenle de una <<jurisdicción». El Sr. Valbuena dice que <<no ha solido tomarse los apellidos sino de entidades de población; no de comarcas, sino de lugares, villas y ciudades>>, aduciendo al efecto que nadie lleva los apellidos «Alcarria, Extremadura, Andalucía, Mancha, Vierzo, etc.» (El de Extremadura figura en el repartimiento de Córdoba, después de su conquista.) Y sin embargo, es indudable que los de «España, Castilla, Aragón. Portugal, Sicilia, Galicia, Navarra, Vizcaya, Rioja. Campos, etc.», no fueron tomados de entidades concretas de población, ó sea lugares, villas, ciudades; aparte de que el propio autor del «Quijote.» formo los de «la Mancha» y de «Vandalia>>. El apellino Cervantes pudo salir tanto del pueblo, como de la comarca lucenses que tienen el tinsmo nombre; «quedamos, pues, en que existe la primera condición para que la oriundez gallega de Cervantes, fundada en el apellido, sea sostenible.»

Veamos ahora la segunda de las condiciones propuestas por el Sr. Valbuena: que en la provincia de Zamora hay un pueblo llamado Cervantes de Robleda. Esto ya es otra cosa; existe, por consiguiente, un motivo serio, no para rechazar la oriundez gallega, sino tan sólo para examinarla, con detenimiento. Tal es, sin duda, el sentido de la frase «conjetura insuficiente» de la ilustre escritora señora Pardo Bazán; voz de prudencia que, por lo visto, el Sr. Valbuena quiere converiir en testimonio adverso á dicha oriundez, Pero esa voz ha sido un sabio consejo, tanto para la prensa de Lugo como para todos los que se ocupen en el estudio de este asunto.

Y la distracción de, mi distinguido amigo es evidentísima, porque nunca se ha llamado <<Montañas de León» á los montes de la Puebla de Sanabria, Zamora, en una de cuyas faldas está el pueblo Cervantes de Robleda; montes que el misino Sr. Valbuena declara que son «estribaciones de otras estribaciones de unas sierras divisorias^ que se desprenden, por el estremo occidental, de las verdaderas <<Montañas de León», esto es, de la cordillera cantábrica en la parte que constituye la zona septentrional de la actual provincia leonesa.

El erudito escritor presenta el anterior dato para aplicar á la oriundez en cuestión las las siguientes palabras con que Cervantes empenó la «Historia del cautivo». intercalada en el Quijote: «en un lugar de las montañas de León tuvo principio mi linaje». Aceptando la opinión del Sr. Valbuena, demos por legítima el nombre de «Montañas de León» para los montes de la Puebla de Sanabria, y nos encontraremos con un hecho análogo al del cuento de Tirso de Molina. «Abrojos para los ojos>>, porque si mi querido amigo hubiera continuado la lectura del Quijote:hubiera visto en el capitulo KLIII estas lineas: «El cautivo, que desde el punto que vi6 al oidor le dio saltos el corazón y barruntos de que aquel era su hermano, preguntó a uno de los criados de Viedma». y que había oído decir «que era de un lugar de las montañas de León». Con esta relación se acabó de confirmar de que aquél «era su harmano», etc. De manera que Cervantes, al consignar repetidamente el concepto de «Montañas de León», expresó que lo aplicaba, como lo hizo clara y distintamente, sin que haya lugar á duda, al linaje «Perez de Viedma» y no al de Cervantes ó al de Saavedra; todo lo más que se puede sospechar es que por sus venas corría sangre o la familia á que pertenecían ei cautivo y su hermano el oidor.

No bay, pues, base positiva para diputar
al pueblo snoabriense Cervantes con mejor
derecho que el pueblo Cervantes lucense a la
oriundez del ínclito apellido; pero el segundo:
tiene además á su favor dos condicionesinteresantes que son su: antigüedad y la comañía, en la másma insigne persona, del apellído «Saavedra>>, «también lucense puro», según todos los nobiliarios. Semejante hecho, unido a los demás, resuelve una cuestión, por
que al coincidir con el detalle de que el autor
del Quijote prescindió del apellido materna
«Cortinas», inspira la persuasión de que escogió el de Saavedra entre los de su familia;
por consecuencia, no es desatinado presumir,
 y aun afirmar que «Cervsntes y Saavedra>>
pertenecieron juntos á sus abueloselos, á causa de
la naturaleza lucense de ambos apellidoe, de
suerte que éstos justiflcan mutuamente su
origen.

Cuanto á la antigüedad del Cervantes de Lugo, tampoco puede ponerse en duda, sin que para ello sea estorbo «el señorío de los condes de Grajal», mencionado en el «Diccionario enciclopédioo Hispano-americano>>, en cuyas páginas el Sr, Vulbuena ha podido y puede ver, si quiere, a. cortisima distancia de la noticia de tal señorío, la de que el autor del «Quijote» <<era hijo de nobilísima y clara estirpe, «que desde Galicia»,se trasladó a Castilla, según el nobiliario publicado». Y es de creerque el autor del excelente artículo biográfico que en dicho Diccionario sigue á las palabras «Cervantes Saavedra, Miguel de», merezca al señor Valbuena alguna atención. Pero la noticia del señorío Grajalino le ha siervido para, conjeturar (esta si que es. «conjetura insuficiente>>) que la <<jurisdicción» lucense de Cervantes obtuvo tal nombre «por haber ejercido en ella algún Cervantes el dominio señorial», Si á mi distinguido amigo se le hubiera ocurrido consultar los comentaristas de PLinio y de Ptoíorneo con respecto á la geografía antigua de Galicia, habría encontrado ciertos pueblos que el segundo llama «Sebourron» y el primero «Seurbos», que dichos comentaristas, ciñiéndose a las tablas del astrónomo alejandrino, sitúan en las cuencas superiores de los ríos Neira y Navia, y en las de los dos afluentes de este último, el Cancelada y el Ser. Esta comarca se extiende desde la sierra da Ancares, en el Oriente, hasta Bertelín de Becerrea, en el Oeste, y desde Puebla de Navia, en el Norte, hasta Cebrero, en el Mediodía; por su zona occidental pasaba la cuarta vía militar de Braga á Astorga, comprende los pueblos <<Talamina>>; Timalino del Itinerario de Antonio, ó sea el mencionado Bcrtelín, y «Aquae Quínt¡nae», Villaquinte actual (en el Ser), ambos designados por Ptolomeo como pertenecientes á los Seurbos; y por ultimo, en su centro está precisamente el fértilísimo y muy periodo valle de Cervantes. El vocablo vasco-ibérico «Seurbos» hubo de ser latinizado, y luego romanceado, de alguna manera, por ejemplo, Seurbantium, Serubantium, Serobantes. Serebantes (poco más ó menos}, y, por fin, Cervantes. Este pudo formarse también con la voz galaica «antes, antas», que significa «aras 6 altares>> agregada á la de Seurbos; probablemente, son representiaciones del mismo apelativo los citados nombres «Ser», «Cebrero» y, por metatesis. <<Becerrea». De todo ello puede deducirse, sin sacatrapos, que el pueblo Cervantes lucense es muy anterior en existencia al situado en Robleda (P. de Sanabria), salvo que á favor de éste se presenten mejores títulos.

También el vocablo «Saavedra» proviene, en mi concepto, de otro apelativo gentilicio consignado por cierto antiguo geógrafo romano, pero como ahora no se trata de tan esclarecido apellido, no hay para qué causar a los lectores mayor molestia.

Por último, en el estado de Veracruz (Méjico), hay un pueblo llamado también Cervantes, al cual pudiera preferir, para la oriundez en cuestión, cualquier «contagiado» como el que suscribe, que lo ha sido muy a gusto, y supongo les pasa lo mismo á la prensa de Lugo, ai Centro gallego de Madrid y a la Junta suprema del centenario, ilustradísimas entitades que no puedlen caer fácilmente en el pecado de la «ignorancia geográficas>>. Cuanto á esa «locura contagiosa», puesto que semejante fenómeno de amor patrio tiene por objeto el culto de un poderoso é inimitable ingenio, bien podemos exclamar: ¡bendita sea la quo el señor Cavia ha inoculado en cuantos hablan la lengua española, con ripios ó sin ellos!

                                    Celso García de la Riega

Pontevedra, Abril de 1904.

 

Refutando Teoría del escritor italiano D. Juan Solari

Sobre la Patria, de Colón

Refutando Teoría del escritor italiano D. Juan Solari

Sr Director de Nova Galicia:

Mi distinguido amigo: he leído con mucha satisfacción y con la mayor gratitud las elocuentes líneas que en su ilustrado periódico fecha 2 de la actual se sirve usted de dedicar al asunto de la patria gallega de Colón. Me apresuro a enviarle las más sinceras gracias y a felicitar también muy expresivamente al afamado Orfeón Gallego por el patriótico interés con que al solemnizar el aniversario del descubrimiento de América, ha tenido en cuenta el nacimiento de glorioso navegante en nuestro amado país.

Diario Pontevedra 27:12:1910Pero creo indispensable aprovechar esta oportunidad para rectificar la teoría desenvuelta últimamente por el señor D. Juan Solari respecto a que la cuna de Colón es Terrarosa de Fontabuona, en la provincia de Génova. No seguiré al señor Solari en sus premisas o incongruentes raciocinio y en su contra danza de Doménicos Colombo, bastará fija concretamente dos puntos esenciales para patentizar la ofuscación padecida por el dicho señor.

1º El Sr. Solari dice con frecuencia y con envidiable tranquilidad, en su notable folleto la cuna del descubridor de América, que D. Fernando Colón, historiador de la vida de su ínclito padre, afirma que este y su hermano Bartolomé usaron alguna vez el apellido Terrarosa. Nada más inexacto: D. Fernando no dice semejante apellido, sino Colón de Terrarubra, que no es lo mismo ni mucho menos y el Sr Solari debe estar muy persuadido de ello, puesto que oculta el hecho con el mayor cuidado. Lo que debieron hacer en primer término el Sr Solari y los partidarios de su teoría, es, en lugar de aprovechar la semejanza del significado de ambas palabras, demostrar que en el siglo XV la aldea de Terrarosa se llamaba Terrarubra; Cosa imposible, porque precisamente el Sr. Solari cita un papel del año 1445, referente á un Doménico Colombo di Terrarosa. De manera que este lugar no tenía en dicho siglo y en vida de Colón el nombre de Terrarubra que el mencionado D. Fernando, sin darle importancia de ninguna clase, dice que usaron alguna vez los hermanos D. Cristóbal y D. Bartolomé, sin duda para ocultar el origen, vistas otras aseveraciones del propio D. Fernando, quien afirma rotundamente que su padre quiso hacer desconocidos é inciertos su origen y patria; el sistema de apoderarse de un detalle y desdeñar su enlace con los demás no conviene á una crítica sana e imparcial.

Pero prosigamos. En cambio adjetivo rubra (ruber latino) bermejo, pertenece a la lengua galaica y se conserva en la portuguesa, mientras que el rossa italiano proviene de roscus, también latino, con significado de fresco, húmedo, rosado, purpúreo, no siendo admisible transformar llanamente Terrarubra en Terrarosa, aunque así convenga a la teoria del Sr Solari. Además del rubro galaico, el sustantivo terra es tan gallego y portugués como catalán ó italiano; de suerte que los hermanos Colón usaron tal sobrenombre quizás por existir entonces alguna localidad asi llamada en Galicia ó en Portugal. Esta explicación es la más sencilla y natural y por consiguiente resulta muy verosímil. Acaso el Sr. Solari arguya que los hermanos Colón tradujeron en terrarubra la palabra Terrarosa, pero aparte de que nadie puede justificarlo; el segundo nombre es tan latino como el primero, y bastaría agregarle una e para que cualquier principiante latinista hiciera la cabal versión de Terrarossea, pues de ningún modo rossa italiano proviene de rubra. Hay que machacar así las cosas para dejarlas bien establecidas.

La mayoría de los que dan a Colón patria italiana han procurado enlazar a varios doménicos Colombo con Colón y sus hermanos, residentes en España, por medio de dos extravagantes documentos, siendo extraño que el Sr Solari atribuya falsedad a la escritura de mayorazgo de 1498 yal codicilio de 1506, mientras admite á ojos cerrados dichos papeles, estupendos y desaparecidos, que he denunciado y examinado en otra ocasión ( Véase Nova Galicia del 6 de Marzo del corriente año.) Por último en su testamento, el primer almirante de indias, al prever que sus hijos y hermanos muriesen sin sucesión, menciona á sus antecesores llamados de Colón, no Colombo de aquí ó de allí, y á los descendientes de ellos que en aquel caso pudiera haber, en el cabo del mundo, que seguramente no es Italia: se comprende, pues que el Sr. Solari haya optado por declarar falso dicho testamento, en el cual se llama linaje verdadero el apellido Colón, no Colombo.

Y 2º Como base firme, el Sr. Solari presenta <<la tradición oral que Terrarosa ha recibido en herencia de sus antepasados y que ha conservado con religioso respecto a través de los mayores contratiempos>>. Esto es muy sentimental, pero también muy ineficaz. Probablemente esa tradición no cuenta mucho edad; lo seguro es que no existía en 1580, esto es, al extinguirse la línea masculina directa de Colón, puesto que al pleito por una herencia tan apreciable no se presentó aspirante ningun Colombo de Fontanabuona y por el contrario, el Baltasar de Cúcaro y el Bernardo de Coheleto, que se mostraron partes en tal litigio, hubieron de cerciorarse previamente de que no tenían competidores italianos de Génova, Saona, Plasencia, quinto, Pradello, Terrarossa, Moconesi, etc. Estoes de sentido común. Pero aún hay más, y es que igual de respetable tradición aparecen en Calvi de Córcega, fundada también en otro Doménico Colombo, tejedor en la calle del Filo, y hasta se aduce una partida del butismo de Colón, también desaparecida, aunque vista por varios testigos y entre ellos un prefecto de aquella ciudad. ¡Famosas Tradiciones!. A ver como el Sr Solari arregla este cotarro.

Considero muy suficiente lo expuesto en las anteriores líneas para poner en el lugar que merece la teoria de haber nacido Colón en Terrarossa.

Dispénseme V. Sr Director, la molestia que le ocasiono y le agradeceré que solicite de la prensa de Buenos Aires, y en especial de la gallega, el obsequio de reproducir la presente carta, repitiéndose suyo afectísimo amigo y s.

Celso García de la Riega.

Pontevedra, Octubre 25 de 1910

Cristóbal Colón, Gallego

Cristóbal Colón, Gallego

El Diario de Pontevedra 18 Junio 1910

Dia Pontevedra Art Celso 18:06:1910Puesto que Harríase encontró diez y diez Giovanni Colombo en la Liguria á principios del siglo XV, no puede sor­prendernos que á mediados del mismo hubiese muchos Doménicos con igual apellido. Se coge, pues, uno de éstos, ta­bernero en Saona, y se le convierte en el que, era tejedor ó en el que era vendedor; de quesos en Genova y poseía en ella dos. Cagas, que tal vez serían de dos Doménicos distintos; esas, casas parece que, fueron vendidas respectivamente en 1478 y 1477, pero en el intervalo en 1474, otro Doménico Colombo compra una casucha en Legina, por 25 libras que <<no, paga», habiéndose cruzado de brazos los vendedores.., hasta 1501, sin duda para darse el gusto de recla­mar la deuda… ¿á quién? Pues á los tres hermanos Crietóbal, Bartolomé y Diego Colón; ¡Oh misteriosos designios de la Providencia!

Se añade que ese buen Doménico re­gresó á Génova en 1484 (tal vez no salió de ella) y que murió pobre en 1494.. sin saber que su hijó Cristóbal había descubierto «dos años antes», uu nuevo mundo. ¿Habrá mayor inverosimilitud? ¿Acaso estaba incomunicado en un calabozo?.Y sí estaba libre ¿podría ignorar él y sus amigos ó convecinos aquel por­tentoso acontecimiento, que asombró á las gentes y que debió muy pronto conocersé en Génova, pueblo de marinos, ya por la recepción que los Reyes Católicos hicieron á Colón en Barcelona, año 1493, ya porque eu Abril del mismo año se imprimió en esta ciudad, en la de Sevilla y poco después en Roma, la carta del Almirante acerca del descubimiento?¿No es singular que Gallo, Giustiniani, Floglieta y Trivigieno, cro­nistas contemporáneos, así como la mis­ma Señoría de Génova y el duque de Ferrara, Hércules de Este, que en 1494 hizo muchas investigaciones, desconociesen en absoluto la existencia del tal Doménico, á quien se hace padre del Almirante, y la de su familia?

Pero volvamos al pisto de que habla­ba, pues en él concurren detalles extraordinarios. La familia Cúneo fué la vendedora de dicha casucha de Legina y uno de sus individuos, Miguel, según carta suya á un amigo. Amari, acompañó á Colón en el segundo viaje de des­cubrimientos. El Almirante, para hon­rar a su gran amigo Cúneo, le «regaló» (como si hubiera podido hacerlo) una isla á la cual puso el nombre do «La bella Sabonesa>>; admitamos eso y resultará que si Colón se acordó de Itatía en los bautismos de tierras descubiertas, fué tan solo una vez y para «honrar á un amigo». Pues bien ¡y mu­cho ojo¡ esta misma agasajada familia Cúneo es la que luego reclama en Saona á los tres hermanos Colón, sin duda por gratitud, el pago de la deuda de la casucha comprada en 1474 por un Doménico Colombo ¿<<Risum tenestis?»

Tan singular demanda, documento que ha corrido la suerte de otros intere­santes, es decir, «que ha desaparecido» (hizo bien en escabullirse), venia á probar, esta es la cosa, que los tres herma­nos Colón eran hijos del tal Doméoico, en quien se fusionan los de Génova y el de Saona; tan preciso é inesperado documento, «único» que sirve para enla­zar á dichos hermanos con un Dominico de Génova, surgió siglo y medio después de los sucesos y desde entonces, los patrióticos escritores italianos, partidarios de Génova, lo mencionan como visto y tocado por ellos. De igual manera, algunos partidarios de Saona escriben el embuste de que en 1618 había en la Catedral de Sevilla la sepultura de Almirante con este eficaz epitafio; «Hic jacet Christephoros Colómbis, «Saonensis».

Y bien, los Cuneo demandantes y el escribano podían ignorar que Colón y sus hermanos estaban en España con cuya declaración terminó el procedimiento. Por consiguiente, al «escribir» tal demanda sabían «previa y precisa­mente» que el proceso judicial sería del todo, dado que la jurisdicción de los tribunales genoveses no podían Ilegar á España ni ejercerse en ella. Por lo visto el <<papelear y escribir» esa demanda en Saona no tuvo otro objeto ¡maravillosa previsión! que el de hacer constar en el porvenir ante la indagatoria mirada de un buen Salinerio, que ese Doménico, ciudadano de Génova, natural de Quinto, habitante en Saona. cardador; tejédor, vendedor de quesos, tabernero, etc.» fué el padre de los tres hermanos Colón y, por lo tanto, del descubridor de América.

De este y de otros papeles colombinos, dicen dos escritores italianos, Belloso y <<Celaus» (Peragallo), el uno «qué
parecen falsos y el otro que son <<una folia de falsitá>>

Desaparecidos ó extraviados tales pá­lpeles, se arguye que «no importa», por­que han sido vistos, tocados, admitidos ‘y comentados por bastantes persona, italianas por supuesto; pero lo mismo sucede exactamente con la partida de nacimiento de Colón en Calvi, Córcega, otro papelito desaparecido, que á su vez ha sido visto, tocado y leído por muchos testigos, corsos, naturalmente, uno de ellos M. Giobega, prefecto de dicha ciu­dad, en la cual bulo también un Domtí­nico Colombo,

Por otra parte, el Almirante no pudo hacer á Cuneo ni á nadie donación de una isla, pues no estaba autorizado para ello y todas las tierras que descubría pertenecían desde luego a España. Pero la carta de Cuneo á Amari contenía la frase de que «á Génova corresponde la gloria de Colón», frase que era la madre del cordero, es decir, el objeto principal de tal documento.

Otro papel sorprendente es el relativo á un contrato, «redactado en latín», por virtud del cual ciertos hermanítos Colombo, naturales y habitantes de Quinto, conciertan que uno de ellos venga á España á ampararse del Almirante, <<pariente de ellos», con la obligación de re­partir luego entre todos los ganancias que obtuviera..No se puede concebir nada tan descabellado, á lo menos como contrato escrito: el caso no necesita co­mentarios.

Celso García de la Riega,

Patria y Origen De Colón II

PATRIA Y ORIGEN El Imparcial 29 de Dicembre 1912

De

CRISTÓBAL COLÓN

(Conclusión,)

El Imparcial 29:12:1912El articulista no debiera admirarse de que yo concedía gran importan á la afirmación de D. Fernando Colón, hijo y primer biógra­fo del insigne navegante, el cual dice categoricamente. que su padre «quiso hacer desconocidos e inciertos>> su origen y patria. Esta afirmación se hala corroborada, pues resulta que las dos familias de Colón, la legitima y la de Beatriz Enriquez, ignora­ban en qué pueblo había nacido el almirante, hasta el punto de que Pedro de Arana, buen. artigo de éste y hermano de aquella dama, en la información de un expediente de las ordenes militares, declara con respecto á Cris­tóbal Colón que <<ha.oído decir que es genovés, pero el no sabe de dónde es natural». El mencionado articulista prescinde de estos antecedentes, como también prescinde de que Colón no dejó ningún escrito en itaLianio, y, en cambio, llamaba «nuestro romancen» á la lengua castellana ocho años después de venir á España; de que los cronistas italianos de la época del descubrímiento, el geranvés Gallo y el obispo Giustiniani, dicen que Bar­tolomé Colón nació en Lusitania; de que ningún escritor de aquellos tiempos determina el lugar del nacimiento de Colón ni da la menor noticia acera de su vida anterior á la presentación, enCastilla, sobre cuyo punto existen las mayores tinieblas, mientras que están bien conocidas las vidas de varios personajes italianos más antignuos y menos fa­mosos que el gran navegarate, y, en fin, pres­cinde asimismo de otra multitud de hechos que omito pana no cansar á los lectores,

Pero entonces, ¿qué es lo que tiene impor­tancia para, el articulista de Il Secólo en la cuestión, que se discute? Pues, simplemente, la mencionada declaración heráldica de Colón de haber nacido en Genova y, además, un documento especial, conocido y estudiado por el distinguido escritor norteamericano Mr. Vignaud, fechado en dicha ciudad á 25 de Agosto de 1479 y descubierto recientemeinte; papel, curiosísimo por todo extremo y que, según veremos, debiera acompañar á otros que se guardan en la Casa munaidípial de aque­lla incomparable población, con respecto á los cuales, en cuatro libros diversos:, dice el acreditado colombófilo Hanrisseí, también yanqui, que están al lado del violin dé Paganini. Men­cionaré dos detalles del citado documento: primero, que Colón nació en 1452, y segundo, que en 1479 era todiavia ciudadano tejedor de Géinovat Pues bien; ambos resultados son sencillamente inaceptables, á juzgar por siguientes datos históricos: primero, Bernáldez, gran amigo de. Colón, eni su «Crónica de los Reyes Católicoscos>>, dice, y se comprueba, por otros datos, que el almirante falleció á los se­tenta años, senectude bona»; y una real cédula, expedida en Febrero de 1506, concede permiso á Colón en vista de su <<ancianidad» y enfermedades, para viajaren mula ensillada y enfrenada (Asiento,<<Cristóbal Colón>>, tomo I, páginas 212-213). Nacido el almirante en 1452, tendría cincuenta y cuatro años al fallecer en 1506; jamás en ninguna parte se ha llamado. ni llama á esa edad Senectud ó ancianidad.

Segundo cuando Colón se pre­sentó en Castilla, año 1484, era viudo y le acompañaba su hijo Diego, niño de ocho años, nacido en 1476. ¿Cómo piodía ser ciudadano de Génova y tejedor de lanas el insigne marino, que se habría casado en Lisboa por lo menos en 1475 y consultado entónces su gran pro­yecto á Tosconelli desde la misma ciudiad? Pensando, pues, piadosamente, resulta. sólo que el Cristóforo Colombo de ese documento de 1479 no erael mismo Cristóbal Colón descubridor de América el cual consigina, en. una carta á los Reyes, incluida en su «Libro de las .Profecias>>, que en 1501 contaba cuarenta años de navegación, y reatando los ocho que parmaneció en España antes de su primer viaje, resultaría que, nacido en 1462, como quiere el papel de que se trata, habría empe­zado á navegar, poco más ó menos… ¡antes de tener un año de edad! Siendo muy común en Italia el apellido Colombo, nada tendría de particuiar que en aque país hubiere, un Cristóforo Colombo dlstinto del gran marino, del mismo modo que hubo otro Criatobo de Colón ein Pontevedra. durante el siglo XV.

En mi citado libro pateintizo el valor que puede concederse al texto de ciertos. diocumentos; pero no tenmimiaré este punto sin dedicar algunas palabras á la carta en castellano, que sedice de Colón, conservada en la Casa Municipal de Génova, á fin de que por esa muestra los lectores y el aticulista milanés se enteren de que singulares detalles que ofrecen aquellos. En esa carta, fechada <<á 2 de Abril de 1502>> Colón participa al magnífico Oficio de San Jorgr que manda á su hijo D. Diego destine el diezmo de toda la renta de cada año á disminuir los impuestos que por las vituallas comederas se satisfacían á su entrada en Génova, dádiva verdaderamente espléndida. Ahora bien; nos encontramos aquí con una contradicción enorme porque antes de emprender el cuarto viaje,el almirante dió á su heredero un memorial de mandatos, á manera de disposición testamentaria, que comunicó á su íntimo amigo Fr Gaspar Gorricio <<dos días después>> de la fecha de aquella carta, esto es, <<en 4 del mismo mes y año>>, en cuyo memorial, analizado minuciosamente y comprobado por el sr Fernández Duro en su <<Nebulosa de Colón>>, no aparece, como tampoco en ningún otro documento, semejante concesión á Génova, ni consta que de ella se hayan preocupado poco ni mucho las autoridades y el vecindario de aquella ciudiad. En la misma carta, Colón añade que «los reyes me quieren honrar más que nunca», precisamente cuando se le nega­ba el ejerciccio de los cargas de virrey y gobernador de los países, que había descubierto y se le imponía, para dicho cuarto viaje, la. bochornosa condicáón de no desembarcar enla isla de Santo Domingo: he aquí cómo se le honraba más que nunca. ¿Qué concepto, pues, merece esta carta? Creo que esta bien colocada al lado del falso y desiatinado codiclilo militar del almirante.

En Italia, se comprendió la absoluta necesidad de probar que la madre de Colón era italiana; pero por ninguna parte apareció el apellido Fonterosa. Por fin surgió un gran recurso para salir del atolladero: habiéndose encomtraidio documentos acerca de personas que tenían el apellido <<Fontanarubea», una de ellas, padre de cierta Susana, se le tradu­ce cómodamenie convirtiéndolo en: «.Fontarossa», con el pretexto de que ambas palabras tienen el mismo significaido. De mane­ra que siendo los italianos los únicos mortales que en este mundo pueden aspirar á la infalibilidad, sin duda, el articulista de Il Secólo juzga, que la tergiversación menciona­da es incontrastable; y así, hay desahoco y manga. ancha para la teoría coliombina de Italia, mientras que para la coloniana, de España son las dificultades y los escrúpulos.

Mucho tendria que decir aún sobre esta interesante cuestión; pero no debo abusar de la hospitalidad que El Imparcíal me conce­de. Concluiré, pues, haciéndome cargo de la manifestación final de Il Secolo. Dice que «genovés ó pontevedrino, Colón no habría airribado á su maravilloso descubrimiento si no le hubiese abierto camino el buen Pablo Tobscanelli. cuya nacioniailidad no constituye, ni ha constituido jamás, unpunto histórico oscuro». Esta reinvidación tiene el aspecto de una retirada, puesto que ya trata de dis­minuir el mérito de Colón; perfectamente, pe­ro conste que Toscanelli, en su correspondencia con el futuro almiruinte, considera á éste natural de Lusitamia. Se ve, por consiguíen­te, que en 1474 ó 1475 Colón; no decía que era genovés, ni aparentaba serlo, sino que se fingía partugués. Cierto es que Mr. Vignaud, ci­tado por IlSecólo, califica de apócrifa la mencionada correspondencia, sin presentar justificantes adecuados, en su libro titulado <<la carta y el mapa de Toscanelli sobre la ruta de las Indias por el Oeste>>, criterio que ha refutado <<La Ilustración Española y Americana>> me dispensó merced publicar. Sí yo fuera. sistemático en mi teoría coloniana., hubiera aceptado y se­cundado ese criíerio, porque de semejante superchería ó falsedad se deduciría lógicamente que, siendo de mano del propio almirante la copia de la carta de Toscanelli hallada por Harrise en las guardas de un libro que había pertenecido a Colón, éste presentaba al cosmógrafo florentino bien enterado de que la nacionalidad del temerario proyectista no era italiana.

Por último, el distiinguido articulista de Il Secólo censura sarcásticamente al sabio doctor Horta y Pardo (que posee, en efecto, muchos títulos honoríficos y científicos) por encargar álos lectores de su notable folleto que, en vista de los fundamentos que expone, tengain fe en la nacionalidad española del inmortal descubridor del Nuewo Mundo. Esa censura es injusta. Por mi parte tego fe absoluta y <<razonada » en, que la gloria de Colón pertenece intogra á España.

Celso García de la Riega.

Patria y Origen de Colón I

El Imparcial 29 Diciembre 1912

PATRIA Y ORIGEN

De

CRISTÓBAL COLÓN

El Imparcial 29:12:1912El muy distinguido periódico itailano IlSecólo, de Milan, en su número correspondiente al 23 de Noviembre último, publica un notable artícuto bajo el epígrafe de «Una glo­ria italiana che sfuma-..,», en el cual se trata la cuestión relativa á la patria de Colón y se trata de refutar un folleto de! acredítado escritor cubano doctor Horta y Pardo, dedi­cado á demostrar que el descubridor de Améirica era español y natural de Pontevedra. El erudito doctor aduce y comenta, los diversos documentos y datos que yo tuve la honra de exponer en una oonterancia ante la ínclita Sociedad Geográfica de Madrid acerca de tan extraordinario asunto, y añade otros sugeridos por el estudio del mismo. Pero elamable articulista de Il Secólo prescinde de puntos esenciales, pasa como sobre ascuas, en cuan­to á los que menciona, pues se limita á contestarlos con evidente ligereza, y no ofrece en su refutación ninguna airgumentación ni dato alguno de importancia, sin duda por­que nolos hay, deficiencia que procura, encu­brir acudiendo á un tono algo sarcástico, aunque desde luego reconoce lealmente que no existe completa certeza, acerca del lugar en que nació Colón, bastándole para juzgar la circunstancia de que éste se haya, declarado hijo de la hermosa ciudad de Genova.

Dicho articulista, dedica casi toda su tarea al que suscribe, y empieza por la canocida habilidad de ponarme em berlina ante los lecto­res, afirmando que hago alarde de muchísi­mos titulos honorificos y cieintíftcos, por cuya razón hay algún derecho á tomar en serio mis raciocinios. Esta inexactitud no puede ser mayor, puesto que carezco de tales títu­los; de momera que nunca he hecho ni podi­do hacer alarde de ellos en ninguna ocasión, por escrito ni de palabra; con esto, no tengo más que decir acerca de mi modesta persona.

Y contando de antemano con la benevolencia de El Imparcial, paso á rectificar algunas de las demás inexactitudes en que II Secólo incurre, y á contestar en serio á sus razonamientos, á fin de que la Prensa italia­na y de otras nacíones, que seguramente ha­brán copiado el artículo del importante pe­riódico milanés, obtenga elementos para formar juicio por el momento, porque me propango dar muy pronto á la, imprenta él libro prometido en mi citada conferencia, no habiéndolo hecho antes a causa de mis achaques de mi vejez.

Lo primero que a propósito de dicha connferencia debo advertir es que urna Sociedad científica tan ilustre, circunspecta y sabia como la Geográfica de Madrid., no habría de proporcionar á cualquier atrevido solemne ocasión para acometer una aventura desatimada, cual sería la de presentar á Colón como español, si el asunto no ofreciera por lo me­nos un aspecto de certidumbre digno de atención. No abrigo ahora eí ridículo intento hacer solídairia ala docta Corporación, direc­ta ó indirectamente, de mis ideas, sino demos­trar, con tan oportuna consideración que la teoría relativa á, la patria española de Colón no es absurda, ni siquiera caprichosa.

No merecen oomientario alguno las festivas frases que al ingenioso articulista de II Secólo inspira, la noticia de que he invertido treinta años en investigar antecedentes y en rebus­car documentos en los archivos, pues nunca ni á nadie he dicho semejante cosa; notengo la culpa de que en este y en otros puntos se exagere mi labor por los propagandistas entusiastas, á quienes estoy muy reconoicido. Tampoco es cierto que yo atribuya á un mal concepto acerca de los naturales de Galicia el hecho de haber ocultado Colón su verdadero origen y patria. No creo que hay necesidad grande opequeña de rehabilitar á dicho país, que tiene una hiateria tan digna de aprecio y tan honrosa como cualquiera otra región de Espada; nada he dicho de esto en mis traba­jos colonianos, ni puedo evitar que haya es­critores susceptibles llorones ó impacientes. A pesar de la exactitud que encierra el poroverbio de que nadie es profeta en su tierra, no se me ha ocurrido aplicarlo a este asun­to; bastan los nombres de Susana, Jacob, otro Jacob, Benjamin, Abrahan y Eliezer ó Eleázar con el apellido Fonterosa, esto es, una familia de hebreos, expulsados precisamente en 1492, así comió la circumstancia, entre otras especiales, de que los Colón de Pontevedra pertenecían á la clase infima del pueblo, para conjeturar las causas de que el primer Almirante de Indias ocultase patria y origan y se engalanase con el título de navegante genovés, dado también que estos mairinos italianos disfrutaban en el siglo XV, como en en los anteriores merecida fama y gozaban gran acogimiento enla Corte de Castilla.

En otro enorme error cae el articuliatia de í! Secólo. Afirma nada memos que atribuyo el resuelto y constante apoyo que el P. Deza, oriundo de Galicia dispensó á Colón, al he­cho de que éste le comunicó en el secreto de la confesión su calidad de gallego. En ningu­na ocasión, lugar ni escrito he aducido tal disparate, y para explicar en mi libro el motivo de dicha protección, estudio otras circunstancias de gran valor, fundándome en ciertas cartas de Colón a su hijo Diego.

Descartadas estas pequeñeces y prescin­diendo de otras inexactitudes de escaso inte­rés, entraré en el fondo del asunto. Por lo visto, para. el citado articulista no tienen im­portancia diversos hechos que por ningún con­cepto deben ser desdeñados, La existiencia en Pontevedra, en la generación anterior y en la Coetánea de Colón, de personas con este apellido y con nombres de pila iguales á los de la familia histórica del almirante, no significa gran cosa, á su juicio; tampoco tiene ningún valor la circunstancia de aparecer á la vez en dicho pueblo el apellido Fonterosa, materno de Colón, en una familia hebrea, y la de constar unidos ambos apellidos en un documento oficial de 1437 para el pago de 24 maravedís, á pesar de la naturalísima y lógica reflexión de que apenas hay distancia de un matrimo­nio entra personas de las dos familias á una asociación de intcreses, ó viceversa, para que hubiese nacido Cristóbal de Colón y Fonterosa, descubridor del Nuevo Mundo. Carece, tam­bién de importancia, en concepto del articu­lista, la imposición de ciertos nombres pontevedreses, á varios lugares de las Antillas; no se qué diría si contemplase en las fotografías la gran semejanza que hay entre la bahía de Miel, en Baracoa.(Cuba), bautziada por Colón con el nombre de Portosanto, y la ensenada que tiene este mismo nombre en Pontevedra.

Il Secólo menciona otro hecho notabilísimo, pero no lo analiza ni lo comenta ó explica, pasando sobre él, repito,, como sobre ascuas, aunque observando que Colón q había declarado ser genovés y llevado <<levado durante mucho tiempo>> el apellido Colombo. El hecho á que me refiero es el siguiente: en la escritura de institución del mayorazgo, año de 1498, ei el almirante declara en una cláusula que «saílió de Génova y en ella nació» (frase singularmente construida); pero en otra mianifiesta textualmente que «su verdadero» linaje es el de los llamados «de Colón», con antecesores llamados «de Colón»; de cuya manara repudia la nacionalidad genovesa y el apellido Colombo. Estas dos declaraciones son contradictorias, y hay que elegir una de ellas. ¿Cuál? La solucíón no es dudosa, porque la primera, que el elocuente escritor señor marqués de Dosfuentes califica muy acertadamente de >>Heráldica>>, no ha podido oomprbarse duran­te las cuatro siglos .transcuirridos, mientras que la segunda se halla cabalmente juatiificado por los documentos pontevedresés en los cuales consta el apellido Colón. precisamente con la proposición «de», así comó esos «antecesores llamidos de Colón», de la misma manera que se ve en la inscripción de principiosdel siglo XVI, grabada en piedra con letra gótica alemana, en que figura el mareante Juan <<de Collón», existente em la iglesia de Santa María, de Pontevedra; inscripción que por cierto. estuvo oculta hasta que recienitemente fué derribado un aintigiuo altar del mismo templo, edificado á costa de los marineros.

Pero, además., ¿quién califica de «verdadero>>á su linaje sino en presencia de otro su­puesto ó ficticio, como lo era para el almirante el de los Colombo italianos?. El gran

marino no abrigaba seguramente ningún recelo acerca de que tales manifestaciones descubriesen su patria y origen, ya porque la escritura del mayorazgo habría de permanecer reservada en el archivo de su familia y no transcendería al público, ya porque acaso no ignoraba que en Pontevedra no existian más de uno o dos humildes marineros de su apellido y que éstos no habrian de sospechar siquiera que el <<glorioso marino geneovés>> tenía la misma sangre que ellos. Por esta razón, y tal vez en descargo de su conciencia, el descubridor de América dispuso que, en último caso, heredase el mayorazgo cualquier individuo llamado <<de colón>> que hubiera aquí ó <<en otro cabo del mundo>>. Semejante frase en aquella época parece aludir á Galicia y su promontorio Finisterrre y no á Italia en general ó á Génova, Saona, Calvi, etcétera, en particulaar, que están en el centro del Mediterraneo. ¿ No era esta la ocasión lógica y precisa, si Colón fuera italiano, de que nombrase heredero en último término á cualquiera de los llamados Colombo?. ¿Hay, pues, fundamentos sólidos para afirmar que los italianos de este apellido eran parienetes del primer almirante de Indias

 Celso García dela Riega.

(Continuará.)

Colón y Toscanelli

La Ilustración Española y Americana 15 de Agosto 1903

Colón y Toscanelli

Colón y Toscanelli 1Una de las cuestiones suscitadas recientemente acerca de los hechos que produjeron el descubrimiento de América, es la relativa á la autenticidad de la correspondencia habida entre Colón y el cosmógrafo italiano Pablo Toscanelli. El distinguido diplomático norteamericano Mr. Enrique Vignaud la estudia en su notabilísimo libro titulado La carta y el mapa de Toscanelli sobre la ruta de las Indias por el Oeste, enviados en 1474 al portugués Fernán Martins, y trasladados más tarde á Cristóbal Colón, en el cual, aparte de ciertas débiles reservas, Mr. Vignaud se inclina ostensiblemente á la solución de que la mencionada correspondencia es apócrifa, á cuyo efecto hace dos afirmaciones esenciales: que al embarcarse para su magna empresa, Colón no poseía ninguna teoría científica, y que es verdaderamente cierta la leyenda del piloto náufrago que comunicó al inmortal marino noticias seguras y positivas acerca de la existencia de tierras al Oeste del Atlántico. Para el examen detenido de este curioso libro no bastaría el corlo espació del presente artículo, que sólo tiene por objeto informar al público y llamar sobre tan interesante materia la atención de los doctos

 II

Mr. Vignaud no demuestra, en mi concepto, la calidad de verdadera que atribuye á la historieta del piloto náufrago. Sería muy presuntuoso por mi parte el intento de apoyar los razonamientos concluyentes, incontestables, de los diversos sabios escritores que han dado por resuelto esto punto, después de analizar y repudiar los cuentos do López do Gomara y de Garcilaso de la Vega. El ilustrado crítico interpreta á Oviedo y á Las Casas, y le basta apreciar que ambos historiadores no hacen unanegación absoluta para afirmar que apoyan en cierto modo aquella leyenda. Sin embargo, el primero dice categóricamente que la tiene por falsa, calificándola de novela, y el segundo viene sencillamente á declarar quo no quiere ocuparse en rechazarla. Pero Mr. Vignaud no ha querido, sin duda, aquilatar los orígenes precisos del cuento, que, en el caso de ser verdadero, tan sólo podrían haber consistido en la locuacidad ó declaración del propio intoresado, y no puede concebirse que Colón hubiera dado publicidad á hechos que desconceptuarían sus méritos y desvanecerían su gloria: semejante solución es inaceptable, aunque Mr. Vignaud suponga que el gran navegante era persona sumamente expansiva, calificativo que no corresponde al hombre que sólo habló una vez de su mujer, nebulosamente por cierto, y que reservó con tenacidad los antecodentes de su vida, de sus padres y su familia y de su origen. Semejante novela es, en resumen, análoga á la de la Cava ó Florindadel rey godo don Rodrigo (1): el Silence y Pedro del Corral dieron vida y nombre á sus personajes, exactamente lo mismo que Garcilaso do la Vega hizo con respecto a la del piloto náufrago. Y gracias á que el descendiente de los Incas encontró la historieta en el. Perú, y á qne «no lo prestó gran atención por ser mozo cuando la oyó a su padre», pues, en otro caso, nos hubiera dicho la edad del naufrago, si era rubio ó moreno, y hasta los nombres do sus abuelos. Lástima es qne Mr. Vignaud, quo penetra en las más recónditas intenciones y analiza minuciosamente las causas posibles de los hechos, no haya fijado su atención en un detalle muy adecuado para que aplicase sus profundos conocimientos científicos: el de si pudieron reinar en el Atlántico, con la fuerza y la constancia indispensables, la borrasca y los vientos necesarios para quo el fantástico piloto arribase, contra su voluntad, á las islas ó tierras del nuevo continente, hecho muy dudoso, por no decir inverisímil.

III.

Muy aventurada es la aseveración de que el inmortal descubridor, cuando se embarcó en Palos, no poseía ninguna teoría cientílica. Para evidenciar su inexactitud noColón y Toscanelli 2 es preciso examinar menudamente los raciocinios de Mr. Vignaud. Bastará consignar que el distinguido crítico prescinde en absoluto de las memorables conferencias de Salamanca, en las cuales Colón discutió con teólogos, matemáticos y cosmógrafos, habiendo obtenido las simpatías y el apoyo de algunos de ellos: pero no so trata de las fantásticas sesiones de que habla con la mayor arbitrariedad, lo mismo quo de otros pormenores de la historia del descubrimiento, Mr. Rosselly de Lorgues, quien confundiendo y amalgamando la junta du Cordoba, opuesta á los proyectos de Colón y presidida por el prior del Prado, Fr. Hernando de Talavera, con las conferencias de Salamanca, promovidas posteriormente por el P. Daza y favorables á dichos proyectos (confusión en que también incurrieron Hunboldt, Irving y varios escritores de cuenta») , dio rienda suelta á su imaginación y á su pluma, refiriéndose á unas actas qae no existieron ni existen en ninguna parte, á unos colegios salmantinos que no habia, pues fueron creados en el siglo XVI, al nombramiento de un vicepresidente para la junta, y á la presencia en las discusiones de damas eruditas que á, la sazón residían on diversos lugares del reino. Basta, repito, la mención de dichas conferencias para destruir la afirmación do Mr. Vignaud, aunque se pudiera añadir otras pruebas de que Colón al embarcarse para su empresa no era un lego. Por ejemplo: en el preámbulo de su diario de navegación del primer viaje, dice que se dirige al pais del oro y de las especias, á Zipango y al Catay, que. es la enunciación clara de la teoría científica de llegar á las tierras del Oriente por el camino del Occidente; y aquí es oportuno consignar la observación de que Colón copia al pie de la letra, en el mismo preámbulo, unas lineas de la carta de Toscanelli al portugués Martins, donde se oxpliea el signiiicado de la frase «Gran Kan, que quiere decir en nuestro romance Rey de los Reyes».

Leer más…

Navegador de artículos