Celso García de la Riega

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Historia de una Infamia

Historia de una Infamia, es una novela con un trasfondo histórico, transcurre durante el periodo 1914-1928. Tras la muerte de Celso García de la Riega, 3 Febrero 1914, es acusado de falsificación documental. Los documentos aportados en el libro «Colón español, Su origen y Patria» 10 son tachados de manipulados y falsificados.

En esta novela se desarrolla la historia de la acusación de falsificación por parte de la Revista Archivos, Bibliotecas y Museos;  Real Academia Gallega y Real Academia de la Historia. Con la participación de otros personajes….

La novela esta a la venta en Amazon, tanto en formato papel como en libro electrónico.

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Un Dibujante Llamado Celso García de la Riega

El artículo publicado esta entresacado de una Tesis doctoral de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Santiago de Compostela.  La tesis me la consiguió Sonia Barja que  ya aportado algún que otro documento a este Blog aparte de los comentarios realizados por ella en más de un artículo.

Es una tesis que consta de 600 páginas yo solo he entresacado lo referente a Celso García de la Riega ya que nos habla del personaje y de su faceta como dibujante de la Sociedad Arqueológica. Por tal motivo y lo interesante que me parece para conocer más al personaje, Celso García de la Riega, publico alguna que otra cosa dicha en la Tesis acerca de Celso García de la Riega.

El ambiente cultural de la Pontevedra finisecular era férvido, gracias a una generación de intelectuales y artistas cuya huella fue significativa; las tertulias se convirtieron en algo habitual y eran frecuentadas por figuras como José Echegaray, Concepción Arenal y Jesús Muruais. Además, surgieron la Sociedad de Recreo de Artesanos, el Liceo Casino, la Sociedad Gimnasio y la Escuela de Artes y Oficios. En ese contexto de renovación y reanimación cultural se contextualiza la iniciativa emprendida por Casto Sampedro.

Resulta difícil resumir en unas líneas el trabajo llevado a cabo por la Sociedad y han sido numerosos los historiadores que le han dedicado diversos artículos y publicaciones. Su prioridad principal aparecía ya enunciada en el artículo 1o de su Acta Fundacional: “esta Sociedad tiene por objeto el estudio de las Ciencias arqueológicas, la adquisición y conservación de todos los objetos de algún mérito, y el fomento de esta clase de estudios”; y sus objetivos eran similares a los propuestos por otras agrupaciones coetáneas, esto es, estudiar y conservar aquellos “objetos antiguos de algún mérito arqueológico con los que irá aumentando el Museo”.

Los hombres de la Arqueológica defendían la idea de que los vestigios materiales de nuestro pasado, además de ser útiles para comprender el presente, tenían que ser conservados, tutelados y valorados para ser trasmitidos a las generaciones futuras El estudio de la historia local implicaba el conocimiento del territorio con excavaciones que permitiesen realizar investigaciones de carácter científico y riguroso. Por ello, pese a que muchos de los integrantes de la Sociedad eran deudores de la concepción romántica de la historia, el rigor científico estuvo presente en todos sus trabajos, caracterizados por la utilización de una metodología moderna y precisa.

Los proyectos impulsados y desarrollados en el seno de esta Sociedad fueron numerosos –exposiciones, recopilaciones de música popular, de leyendas de Galicia, diccionario de la jerga de los canteros, corrección y aumento del diccionario gallego, restauraciones, etc., pero, el que tiene mayor importancia para esta investigación es el interés que manifestaron por la reconstrucción plástica de la Pontevedra antigua. Esta idea contaba con el precedente de Celso García de la Riega, quien, poco tiempo antes, había realizado numerosos dibujos del trazado y de las puertas de la muralla medieval.

Muchos de los dibujantes eran artistas propiamente dichos, como Enrique Campo, Carlos Sobrino, Alfredo Souto o Castelao, mientras que otros procedían de otras disciplinas y motivados por un gran interés cultural colaboraron con bocetos y apuntes. Ciertamente, los testimonios de estos últimos, entre los que podemos citar a Celso de la Riega, no poseen un interés artístico, pero nos aportan información de carácter documental que se basaban en la documentación antigua y los dibujos realizados del natural antes de que se destruyesen muchos de los monumentos.

Lo que nos interesa en este caso son aquellas imágenes de diversos rincones urbanos de la ciudad, que se singularizan por su carácter de instantánea para tratar de dejar testimonio de unas construcciones desaparecidas o a punto de hacerlo. Así Federico Alcoverro, Celso García de la Riega, Adolfo Vázquez, Luis Gorostola y Mariano Cousiño nos dejaron interesantes dibujos sobre aquellas edificaciones más emblemáticas que ya habían sido demolidas, entre las que destacaban la casa de los Condes de San Román, la de los Churruchaos, el hospital e iglesia de San Juan de Dios, la antigua bastida y la cerca. Otros, como Enrique Campo, Carlos Sobrino y Alfredo Souto se detuvieron en plasmar rincones, plazas y edificaciones más modestas del urbanismo pontevedrés que comenzaban a perder el carácter y la función originaria. Todas ellas forman parte de la memoria gráfica de la ciudad y constituyen una interesante fuente para el conocimiento de la imagen colectiva que se tuvo de la escena urbana.

Vista de Pontevedra

Vista de Pontevedra

Celso García de la Riega realizó dos lienzos titulados Vista de Pontevedra  y Vista parcial de Pontevedra . Como se comentará seguidamente, De la Riega fue uno de los colaboradores más asiduos de la Sociedad Arqueológica y se le conoce por sus estudios dedicados a la figura de Cristóbal Colón. Era solo un aficionado al dibujo, pero realizó numerosas láminas para reconstruir la estructura que podían haber tenido algunos de los hitos más emblemáticos en los siglos XV y XVI; por el contrario, en las vistas generales de la ciudad optó por mostrar el aspecto del paisaje urbano en la época, abandonado el punto de vista predilecto que habían adoptado la mayor parte de los autores y situándose de espaldas a la ciudad para ofrecer una panorámica diversa. Ambos lienzos fueron elaborados a finales del siglo XIX, coincidiendo con un momento en el que ya se habían concluido las principales y más drásticas intervenciones en el trazado urbano de la ciudad que modificaron su perfil urbano. De todas formas, todavía conservaba parte de las

Vista Parcial de Pontevedra

Vista Parcial de Pontevedra

edificaciones de A Moureira, muy alterada tras el trazado de la línea férrea. Primeramente, presentó en el margen izquierdo del lienzo, el convento de Santa Clara, cuya situación delata su ubicación fuera del antiguo recinto amurallado y sobre él, en una posición privilegiada, observamos las dependencias del convento de San Francisco, retratado como una gran mole pétrea con huerta, que oculta la capilla de la Peregrina identificada por sus dos torres. Entre las construcciones sacras destacan, además, el convento de los jesuitas y en el último término los ábsides de Santa María. Al tratarse de un perfil urbano, no se distingue el entramado urbano, pero su detallismo permite constatar la situación de la Plaza de la Verdura, gracias a un elemento que la caracterizó hasta la segunda década del siglo pasado: la gran chimenea de la fábrica de la luz. Por su parte, en la vista parcial no incorporó ningún elemento novedoso y está tomada desde el mismo punto de vista, con la salvedad de que, como indica su título, abarca una menor superficie y solamente incluye el convento de Santa Clara, el de San Francisco y la capilla de la Peregrina.

Además, contamos con algunas reconstrucciones plásticas realizadas a principios del siglo XX, sobre todo, por Celso García de la Riega, basadas en sus estudios y en los de la Sociedad Arqueológica, y un ejemplo de Adolfo Vázquez.

Fue Celso García de la Riega el que nos legó un mayor número de imágenes. Desde el 1900 intensificó su colaboración con la Arqueológica, manifestando un gran entusiasmo por el proyecto de reconstrucción monumental de Pontevedra. Su disposición hacia la historia le animó a crear una colección de ilustraciones dedicadas a aquellas construcciones que estaban siendo aniquiladas. Realizó una estampa de cada una de las puertas principales de la muralla, con unas características compositivas muy similares . En todas sus láminas optó por concederle el protagonismo una puerta, pero en un segundo plano introdujo alguna de las construcciones más significativas, además de una serie de personajes que aluden a las actividades propias de cada zona. Se trata de un

Colegio de los Jesuitas y Puerta del Berrón

Colegio de los Jesuitas y Puerta del Berrón

conjunto de láminas de pequeñas dimensiones, datadas a principios del siglo XX y ejecutadas con una técnica mixta que combina la aguada con el dibujo a lápiz o a tinta. De la Riega se interesó especialmente por la historia medieval y se decantó por reconstruir el aspecto que podía haber tenido el recinto en su época más esplendorosa, es decir, en los siglos XV y XVI. La muralla presenta unas dimensiones

considerables, está almenada y con varios torreones defensivos, propios de la arquitectura medieval. No obstante, existen dos que la muestran en una época diversa: Pontevedra en el siglo XVIII: El Colegio de los Jesuitas y la Puerta del Berró  y la Puerta de la Peregrina hacia 1850 . En ambos casos ha perdido las

Puerta Peregrina

Puerta Peregrina

almenas y aunque en la primera todavía se mantiene el muro de mampostería, en la segunda la puerta está rematada con una balaustrada, que evidencia su adaptación a los gustos de la época.

En las láminas restantes, su detallismo permite observar los distintos materiales y técnicas empleadas en su construcción; así, los

Torre del Puerto

Torre del Puerto

accesos eran de sillares y el resto del paramento mural de mampostería. Pese a las diferencias de estos dibujos, todos presentan una serie de constantes que confirman su autoría y permiten individualizar su producción. En primer lugar, es conveniente destacar que este autor, a diferencia de otros aficionados o artistas, se dedicó casi exclusivamente a retratar aquellas zonas más emblemáticas de la villa de cuya destrucción fue testigo, manifestando una clara predilección por la interpretación de la arquitectura desaparecida; por otro lado, toda su obra destaca por la búsqueda de veracidad histórica a través

Puerta de Trabancas

Puerta de Trabancas

de un dibujo minucioso que tenía como fin último documentar gráficamente el trabajo de investigación que se estaba fraguando en el seno de la Arqueológica.

Como adelantábamos, la cerca medieval aparece sintetizada a través de las puertas de mayores dimensiones. Destacan por su forma de torreón y tras ellas, suelen situarse alguno de los hitos urbanos de la villa: la iglesia y el convento franciscano, el de Santo Domingo, el de Santa Clara, el Puente del Burgo o la Fortaleza Arzobispal. Este recurso compositivo, además de generar profundidad espacial, le sirvió como pretexto para presentar las arquitecturas más simbólicas de Pontevedra. Por último, incluyó una serie de personajes, ataviados con la indumentaria de la época, que animan la imagen y contribuyen a incrementar la sensación de instantánea.

Casa Torre de la Familia Montenegro

Casa Torre de la Familia Montenegro

Dentro del conjunto de láminas de este autor, conviene destacar una, atribuida inicialmente a Adolfo Vázquez. Se trata de La Puerta y la Torre de Santa María (figura 116). Su interés radica en que interpreta esta zona de la ciudad en un momento clave de su desarrollo urbano, esto es, cuando se estaba construyendo la iglesia de Santa María que, desde entonces, se convirtió en uno de los monumentos más representativos. La puerta remataba a modo de torreón almenado y contaba con un acceso formado por un arco apuntado y un vano superior. Tras ella se encontraba la Torre de la Familia Montenegro, una arquitectura que enfatizaba el carácter fortificado del burgo, y como telón de fondo situó la iglesia de Santa María.

Para valorar la importancia de estos testimonios debemos tener presente que su objetivo final era instrumental y que pretendían contribuir a un mejor conocimiento de la propia arquitectura. Surgieron como fruto de un trabajo de investigación y de la reflexión sobre las alteraciones que estaban afectando a la urbe. La muralla fue durante muchas décadas motivo de rechazo y desprecio para los partidarios de la modernización urbana y arquitectónica, pero, para otros, representó también el último episodio, tal vez el más decisivo, de la pérdida irreparable del patrimonio histórico y monumental de Pontevedra.

Torres arzobispales

Torres arzobispales

Ya en la primera década del siglo XX, Celso García de la Riega realizó un óleo y un dibujo  que testimonian su afán por la investigación y la reconstrucción plástica de algunos de los monumentos más emblemáticos de Pontevedra. Reprodujo la fachada que miraba hacia el interior de la villa y, como en los casos anteriores, el protagonismo sigue concentrándose en las torres. A diferencia de sus láminas dedicadas a la muralla, no reconstruyó la imagen que pudo haber tenido la Fortaleza en la Edad Media, sino que, por el contrario, mostró su aspecto justo antes de que fuese demolida.

Los Cruu entroncaron con los Montegro, linaje que poseía una torre en las proximidades de iglesia de Santa María. Poco podemos conocer de esta última edificación, demolida en 1886, aunque conviene recordar que en el dibujo realizado por Celso García de la Riega sobre la puerta de Santa María se insinuaba la presencia del pazo . Se encontraba dentro del recinto amurallado y tenía una torre almenada con entrada desde la puerta de la muralla.

San Bartolomé

San Bartolomé

Quizás la escasez de datos y la prontitud de su demolición contribuyeron a que fuese un elemento poco reiterado por los artistas que trabajaron sobre la arquitectura desaparecida; no obstante, conservamos un óleo y un dibujo de Celso García de la Riega de gran interés documental.

El dibujo a lápiz pertenece a los fondos de la colección de Casto Sampedro del Museo de Pontevedra. Fue ejecutado, posiblemente, como boceto para el óleo definitivo y sus características compositivas y estilísticas son comunes al resto de la producción del artista, que ya hemos analizado. Así, destaca su interés por el detallismo y por la representación del entorno inmediato a la construcción. Para su elaboración García de la Riega utilizó un punto de vista frontal que le permitió representar la fachada principal del templo y algunas de las construcciones vecinas. Según su interpretación, nos encontraríamos ante una iglesia de tres naves, con campanario y atrio de acceso que, tal y como nos muestra, era utilizado como lugar de reunión. A pesar de que se trataba de una iglesia románica, sufrió diversas reformas, alteraciones y añadidos a lo largo de la Edad Media y Moderna, como el rosetón incorporado en el frente principal durante el siglo XVI. Esa fachada se abría a una plaza que se encontraba en un ligero desnivel con respecto a las calles colindantes y estaba presidida por un crucero. La delimitaban diversas edificaciones medievales que recordaban el carácter fortificado de la ciudad del Lérez; así, en el flanco izquierdo observamos una de las casas-fortaleza de la villa, mientras que en el derecho, apreciamos la presencia de la casa das Campás o el Palacio de Pardo Lis, de la que todavía se conservan algunos de sus elementos más singulares. La primera se caracterizaba por la torre de tres cuerpos con balcón corrido y remate almenado, cuya ornamentación se limitaba a la labra heráldica con los linajes de los Ozores, Puga, Sotomayor y Correa. Por su parte, la casa de las Campás era una vivienda de estilo gótico tardío y una de las más antiguas de Pontevedra, con un balcón corrido sobre seis canzorros pétreos en la fachada de la calle de Don Filiberto.

San Bartolomé, ya tratado en el apartado dedicado al templo, nos presentaba una pequeña plaza en desnivel rodeada de interesantes construcciones civiles con la iglesia en el centro; además, García de la Riega incluyó una serie de figuras bajo el atrio, para incidir en su función de lugar de reunión.

Iglesia convento de Sto Domingo

Iglesia convento de Sto Domingo

Por último, antes de abordar las representaciones que muestran el interior, debemos comentar una reconstrucción hipotética de Celso García de la Riega. Su importancia deriva de que se trata de uno de los testimonios que nos permite conocer cuál pudo ser el aspecto originario del convento. De la Riega se remontó al siglo XV, momento en el que el conjunto estaba prácticamente concluido, imaginándolo como un templo de cruz latina con una sola nave con crucero, transepto sobresaliente y un atrio de acceso; en su fachada principal se abría una puerta con un arco de medio punto y arquivoltas ricamente decoradas y otro pequeño hueco que comunicaba con algunas dependencias conventuales. Además, destacaba el rosetón ornamentado con puntas de diamantes, que fue trasladado con posteriormente al muro sur. El convento tenía también una sacristía, situada al lado de la segunda capilla absidial de la Epístola, un claustro y una sala capitular y albergaba numerosos enterramientos, de los que conservamos las laudas de María de Bayón, de Pedro Pérez de Oubiña, de fray Juan Ferrando, del prior Petrus Iohannis, de fray Domingo de Linares, de la familia de Maldonado o Aldao, de Don Álvaro de Sotomayor y doña Inés Enríquez de Monroy, entre otras que no han sido identificadas. Como en sus otras obras, optó por incluir el entorno de la construcción, situando en un segundo plano parte de la muralla.

Abside  San Francisco

Abside San Francisco

En cuanto a las reconstrucciones hipotéticas, De la Riega tituló a una de sus láminas “Pontevedra en el siglo XV: ábside de la iglesia de San Francisco y Torre de los Abades” para incidir en los elementos que representó. El dibujo nos permite apreciar el desnivel de las alturas y el predominio de la cabecera, caracterizada por los grandes ventanales de doble arco apuntado, separados por contrafuertes, y divididos en tres cuerpos escalonados. Su detallismo hace posible distinguir los motivos decorativos de la cornisa de remate, formada por cobijas en chaflán y canecillos de tipo geométrico. Por otro lado, incluyó una de torres más interesantes de los muros pontevedreses, la de los Abades. Sobresalía con respecto a la cerca, era de sillería, contaba con un balcón y remate almenado y estaba comunicada con el tempo.

Otra de sus láminas formó parte también de serie dedicada a la reconstrucción de la muralla. En este caso, situó al convento en segundo término, para señalar su

Puerta de Trabancas

Puerta de Trabancas

posición intramuros, en un terreno rodeado de árboles, incidiendo en la ordenación de los diversos volúmenes con un transepto pronunciado.

Su última representación es una reconstrucción hipotética del templo visto desde el norte que permite intuir su aspecto original. Nuevamente, recalcó su posición

Reconstrucción convento San Francisco

Reconstrucción convento San Francisco

separada del caserío mediante un pequeño muro al que se abrían dos puertas. Debido a la irregularidad del terreno, en el acceso principal se situaba una escalera de doble tramo. La fachada se caracterizaba por el rosetón reconstruido a principios del siglo XX y la puerta principal, formada por dos arquivoltas apuntadas, molduradas en nacela y rematadas en un junquillo, y se abría hacia un pequeño atrio de acceso.

La puerta poseía unas características similares a las reflejadas por Celso García de la Riega, puerta Peregrina; había perdido su remate almenado y remata en una sencilla balaustrada. Por otro lado, en el entorno más inmediato a la capilla había otro tipo de edificación que prescindía del soportal y se articulaba mediante ventanas balconeras con barandilla exterior.

Para finalizar la ponente menciona un plano de Pontevedra que se lo otorga a Federico Alcoverro, pero que en el Museo de Pontevedra esta otorgado a Celso García de la Riega. Expone:

Plano que data de principios del siglo XX y fue concebido dentro del proyecto de Pontevedra antigua, por lo que pudo ser realizado por Federico Alcoverro, quien, como se verá en las páginas sucesivas, realizó buena parte de las láminas (figura 118). Se trata una reconstrucción hipotética de la planta de la ciudad en el siglo XVI y muestra el trazado de la muralla, el parcelario y la situación de algunos edificios, calles y plazas. El recinto mural está delimitado por una línea carmín, indicándose la totalidad de sus puertas, postigos y torres: la de Trabancas, la de Rocheforte, la do Verrón, la de Fernán Gutiérrez, la del castillo del puente, la del do Ponte, la del muella, la de Xan Ruyboo, la de la Barca o Galera, la de Santa María, la Bastida, la de de Santo Domingo, la torre de los Abades,

Plano de Pontevedra

Plano de Pontevedra

do Rouco y do Ouro. En el espacio intramuros muestra especial interés por ubicar algunas de las plazas y espacios de uso colectivo más significativos, como el eirado das Torres, en las proximidades de la fortaleza arzobispal y la iglesia de Santa María; la plaza do Açougue, hoy del Teucro; el eirado do Campo Verde, actual Plaza de Méndez Núñez; la plaça de Feira Nueva, esto es, la de la Verdura; y la Plaza de la Leña, conocida entonces como Eiradiño, además del Eirado do Berrón y el de la Fontiña. También sitúa algunas de las calles más singulares, incidiendo en la presencia de soportales en la rúa Alta, la Baixa –actual Amargura, la de Trabancas, la de la Peleteria, etc. Dentro del entramado sobresale, sobre todo, la presencia del convento franciscano, el templo de Santa María y el de San Bartolomé el Viejo, mientras que del resto del caserío tan solo distinguen las parcelas y los espacios libres que se abrían entre ellas. El detallismo y afán documental del autor le llevó a incluir, incluso, algunas de las infraestructuras, como las fuentes. Esta misma atención la dedicó al recinto extramuros y al arrabal de A Moureira mostrando algunas de las calles de mayor relevancia – Rúa de San o Xan Guillermo, Rúa da Prancha ou de San Bartolomé, dos Ferreiros, Nova de Arriba, Nova de Abaixo, da Palla, da Torre y Das Corbaceiras– y los espacios abiertos. Es cierto que estos últimos no eran plazas propiamente dichas, satisfacían numerosas funciones de uso colectivo, relacionadas con las necesidades de sus moradores; me refiero al campo da Feria, el de San Roque, el da Barca, el de Santo Domingo, da Verdade o das Rodas, el do boy y el eirado da Prancha. Por su parte las edificaciones que sobresalen son el convento dominico, en las proximidades do Campo das Rodas, el de las clarisas en dirección al camino que conducía a Castilla, y la pequeña capilla de San Roque. En cualquier caso, nos encontramos ante un plano que destaca por la información que nos aporta para conocer el urbanismo y la toponimia de la ciudad en el siglo XVI y es, además, una prueba de la atracción que sintieron los hombres de la Arqueológica por el estudio de la fisonomía de la Pontevedra medieval.

Fuente: Tesis realizada por Carla Fernández Martínez

Titulo:  Iconografía de una ciudad atlántica. Memoria e identidad visual de Pontevedra

Nota: los dibujos que van acompañando al articulo son de este Blog

 

«Galicia Antigua» Obra de Mérito Revelante

Diario de Pontevedra

Real Academia de la Historia

 Diario Galicia antigua merito relevanteLa Real Academia de la Historia, en sesión del día 19 y después de detenido examen de la obra que recientemente acaba de publicar nuestro querido amigo y convecino D. Celso García de la Riega, ha declarado de mérito relevante el libro <<Galicia Antigua>>.

Reciba su autor nuestra más sincera enhorabuena

Crónica sobre Galicia Antigua Realizada por El Día

Bibliografía

Galicia Antigua

El Día 28 Febrero 1905

El dia Galicia antigua 28:02:1905 copiaBajo el título que acabamos de expresar, publica el Sr. D. Celso García de la Riega, una interesante obra, que como dice el autor, es una discusión acerca de la geografía o historia de la región citada. El Sr. de la Riega es actualidad conocida; la literatura patria le debe coma historiador regional varias obras concernientes á Galicia, y en ella demostró, además de su vigor intelectual, su probada imparcialidad, y docta y experta pluma para producir un lenguaje castizo y convincente.

Con estas condiciones y su envidiable conocimiento de la historia antigua, y la posesión de idiomas, hace afirmaciones y deducciones, que ilustrarán seguramente a la mayoría de los lectores, desarrollando una labor meritísima, de estas que el tiempo, a medida que avanza, va aumentando su valía en elevada proporción.

La obra, esmeradamente editada, es un volumen en 4 ° y cuenta 578 páginas.

El excelente sumario de ella, abarca un número de materias, hasta hoy controvertibles, como la importante sobre la identificación del país que el poeta Rufo Festo Avieno de nación romana (según el autor), llama Oestrymnis-ophinsa, oponiéndose con cita de autores de respetabilidad y con sus propios datos a la opinión del Sr. Costa en este punto. De importancia suma es también, su estudio sobre la existencia en Galicia de colonias griegas, exponiendo datos interesantes que convencen de su aserto, opinando que realmente los helénicos ocuparon el territorio gallego, y de la influencia civilizadora que ejercieron eu el país, citando entre otros autores a San Isidoro, que al hacer la misma afirmación, dice que de ahí traíanlos gallegos su natural despierto y avisado.

Sobre la segunda vía militar romana de Braga a Astorga llamada Perloca marítima, fundamenta sus afirmaciones con verdadera ciencia histórica, dejando el ánimo persuadido al citar los lugares principales que la misma atravesaba; y, por último, en su capítulo sobre la teoría Celta-sueva, que titula Ni celtas ni suevos, termina con esta genial afirmación que da idea del convencimiento que le inspira: «No somos, pues, ni celtas ni suevos. Los gallegos somos ibero-latinos,tanto por el suelo,como por la raza, por la lengua y por la historia>> y con este motivo hace un estudio por demás interesante, que será transcendental en el severo libro de la historia, pues el Sr. de la Riega sigue el principio, único aceptable actualmente, que en las narraciones de los hechos no hay más autoridad que las pruebas que se aducen.

No seguiremos en la crítica detenida de toda la obra, pero expondremos, sin embargo, que si no hablamos de otros capítulos de la misma como «Los Arros». «El vocablo Coruña>, «Los Gletes», «El vocablo Galicia>, «Lambriaca>>, «El desenlace de las guerras viriáticas», y otros también muy importantes, no por eso dejan de ser de interés verdadero, y a ellos remitimos al lector en la seguridad de que los leerá complacido, y que una vez empezado no los abandonara hasta su terminación, ni olvidará después su sabor histórico y literario.

La Diputación provincial de Pontevedra, atendiendo a que esta obra merece el concepto de meritísima, acordó que la edición fuese costeada por la misma corporación y en aquella ciudad fue impresa lujosamente en el conjunto de sus condiciones.

No dejaremos este asunto sin hacer una observación importante que honra al Sr. de la Riega. Este autor, a pesar de ser una personalidad notoria y favorablemente conocida por sus relevantes condiciones como literato, y por su copiosa y vasta instrucción, si bien combate valiente y fundadamente teorías expuestas por autoridades históricas, lo hace con tal cultura, con tal consideración y tales respetos, que su misma moderación le da valor histórico a su interesante labor, que como ya dejamos dicho cho, ha de ser aún más aplaudida de lo que es hoy, a medida que adquiera la importancia que da el tiempo á cierta clase de trabajos, que como el que nos ocupa, ofrecen tanta fuente de verídica historia.

P.

Crónica Sobre «Galicia Antigua» Realizado Por Revista Estudios de Deusto

«Galicia antigua»

Correspondencia Galicia Antigus 1905En la importante Revista Estudios de Deusto leemos las siguientes líneas acerca del libro del Sr, Riega:

Galicia Antigua: discusiones acerca de su geografía y de su historia. Pontevedra, tip. Antonio del Río, 1904, 8.° V.-578 páginas.—

Con este título se ha publicado una obra notable, escrita por D. Celso Garcia de la Riega, y que ha merecido, con justicia, el honor de ser costeada su edición por la Excma, Diputación de Pontevedra Dificilísima es la tarea que el señor García de la Riega se ha impuesto al pretender iluminar con los resplandores de la crítica los oscuros tiempos de la historia primitiva de su región natal, contribuyendo con su ardua y meditada labor <<a la determinación de la historia referente a diversas épocas de Galicia, así como el conocimiento de su geografía en tiempos de que apenas se conservan recuerdos>>. Más, aunque para realizar su empresa ha debido tropezar el autor con graves obstáculos, nacidos unos de la índole del asunto, y originados otros por haber de refutar opiniones apoyadas en escritores tan autorizados como los Sres. Costa y Murguia, preciso es reconocer que el Sr. Celso de la Riega ha logrado salir airoso en su empeño asentando sus afirmaciones en la más erudita crítica, basada en el concienzudo estudio de los pasajes de los escritores clásicos que dicen relación a los hechos de que trata, así como en la observación y análisis de los monumentos del país y en los nombres de muchas de sus localidades.

Termina el erudito autor su bien escrito trabajo probando contra la opinión tan extendida y puede decirse general, que los gallegos no son celtas ni suevos, sino que son ibero-latinos, tanto por el suelo, como por la raza por la lengua y por la historia,

F.E

Carta de Celso García de la Riega a Unamuno

llmo. Sr. Don Miguel de Unamuno.

 Pontevedra 28 de Febrero de 1905.

 Muy señor mió y de mi consideración: me han sido comunicadas las palabras en que V. ha concretado su juicio acerca de mi persona á propósito de una cuestión que he planteado, mejor dicho, renovado en mi modesto libro «Galicia antigua», palabras que, á ruego de V., un pobrecillo catedrático de latín me trasmite en una ocasión y en una forma que yo, pensando piadosamente, supongo que V. no ha podido autorizar.

La presente carta tiene por objeto contestarle. Y como quiera que entre nuestras residencias respectivas media una distancia más que regular, me propongo omitir toda arrogancia y encerrar mi respuesta en la cortesía á que estoy habituado, sea quien fuere la persona á quien hable ó á quien me dirija. De manera que, si en algo me excedo, no será por propósito deliberado, sino por deficiencias de mi gramática ó por resabios de mi estancia en un manicomio.

Me ha admirado desde luego que V. se dirija á mi humilde persona, por medio de un embajador, para molestarme y mortificarme, esto es, bebe con guindas. V. puede censurar, criticar, juzgar pública ó privadamente lo que se le antoje; lo que me parece un exceso sin ejemplo, es que V., Rector de Universidad, extreme el agravio encargando y rogando que de su parte se me diga aquella censura, juicio, ó lo que fuere, con palabras injustas, descorteses, desatentas, impropias de su altura, de su autoridad y de su maestría. A pesar de aquellos resabios, me permito creer que hay mucha diferencia entre un sabio investido con la dirección y la vigilancia de la enseñanza // superior en un establecimiento de fama universal y cualquier nervioso gacetillero modernista á quien de antemano se le hubiese pellizcado. Ante la evidencia de este raciocinio, pienso que V. ha sido inducido, por insinuaciones ó referencias que no alcanzo á calcular, á escribir las palabras mencionadas; pero aún así, sobresale la precipitación increíble con que V. las ha escrito.

Porque V. bien ha podido enterarse previamente de las circunstancias de la persona a quien se ha permitido disparar tan injusto cañonazo. Hubiera V. sabido entonces que yo soy un jete superior honorario, jubilado; que he sido diputado á Cortes, gobernador de provincia, jefe de sección en varios ministerios, &a. Estas y otras condiciones personales relativas á mi conducta pública y privada, á mi fama intachable, á mi nombre de modesto escritor nada presuntuoso ni bullanguero, no demuestran ciertamente gran entendimiento, ni ingenio, ni conocimientos, pues sabido es que otros tan zotes ó tan borricos como yo, han desempeñado también cargos públicos como los arriba mencionados y aún más altos. Pero como quiera que nadie le comunicará espontáneamente los expresados datos y V., repito, no ha querido averiguarlos, me veo en la precisión de trasmitírselos para persuadirle de que, con respecto al punto de vista del trato social en el mundo, V., Rector de Universidad, se ha extralimitado en hacer que se me notifique de su parte lo que jamás se dice á nadie inopinada y abruptamente, cara á cara, ni por embajador, dado que no ha precedido circunstancia alguna de las que pudieran cohonestar, por irritación ó por acaloramiento, un encargo tan absurdo.

Vamos ahora al punto de vista científico. En mi libro proclamo que el dialecto gallego es eminentemente latino y aún cito estas palabras de V.: «buscar voces célticas en el dialecto // gallego, casi todo él puro latín, es buscar cotufas en el golfo»208. De ningún lugar de dicho libro puede entresacarse fundamento para atribuirme alardes, ni mucho menos, de helenista ó de filólogo; me limito á advertir que varias palabras gallegas (y algún elemento del lenguaje) concuerdan en forma ó raíz, y á la vez en significado, con otras griegas y enlazo este hecho con las noticias históricas, evidentes y notorias, con parte de la toponimia actual y con antiguas denominaciones geográficas, para robustecer mi criterio de que la colonización griega de Galicia fué importante y produjo una civilización en remotos tiempos del pasado, acaso aquella cuya nostalgia en la población gallega insinúa V. en uno de sus artículos sobre Galicia publicados en El Imparcial. Este es mi delito en el libro; pero además, tanto en el prologuillo como en otros lugares, declaro que tan sólo persigo la verdad, que no me sorprenderá que en este y en otros puntos mi criterio sea modificado y aún rechazado y, en fin, manifiesto al tratar de las voces griegas que mis conocimientos son muy superficiales. Estas circunstancias bastarían para desarmar, no ya á V., sino al mismo Júpiter Olímpico, si considerase errado mi criterio, y para que el juicio concebido lo expresara sin menoscabo de la verdad científica, pero en la forma que deben emplear los sabios, los cuales, cuanta más ciencia poseen, tanta mayor debe ser su amplitud de ánimo, su magnanimidad de pensamiento, su indulgencia con los pequeños: donde vienen muy bien las ideas que Don Quijote enderezó al clérigo impertinente é intemperante en la mesa de los Duques.

De manera que el decretar V. que yo no sé griego, no me coje de nuevas y el añadir que para el griego demuestro la más decidida de las incapacidades es otra cosa que yo no he ocultado ni oculto á nadie, ya por mi escasez de facultades, ya porque mi edad no me promete tiempo para estudiar esta y otras materias, // ni para nada: ha llegado, pues, muy tarde ya el noble y piadoso consejo de V. de que me dedique á otra cosa.

Pasemos á la forma y ocasión en que me ha sido comunicado su mensaje. Este es el queconsta en la adjunta hoja de periódico (n° 1º); pero además, sé que la carta de V. es circulada particularmente en este pueblo y que en ella V. añade la frase de «que he salido de un manicomio»209 . Qué vergüenza tan inmerecida! No lo creo; no es posible creer que un Rector de Universidad haya llevado á tal extremo la expresión de su juicio sobre mi persona. No, no lo creo. Si yo hubiera salido, ya curado, de un manicomio, en él quedaría vacante una plaza que debiera V. ocupar inmediatamente para curarse también, caso de haber escrito. tal frasecilla. Repito que no lo creo: aunque lo viera, no lo creería. Yo no he dado nunca, ni ahora, motivo para tal despropósito, para tal procacidad.

Aquí se ha descolgado hace poco tiempo, caido de no sé que planeta, un imberbe, catedrático de latín, llamado Vicente García de Diego, imbuido en el consabido vulgarísimo prejuicio acerca de Galicia y de los gallegos. Revestido de cierto baño de conocimientos filológicos romanistas y dotado de una presunción extraordinaria, se ha metido desde luego á decretar sobre la fonética gallega con los escasos datos y estudios incompletos que se han hecho acerca de ella, cuando se promovía conversación acerca del asunto en casa de un amigo á donde yo concurría alguna vez. Le he advertido cortésmente que nuestra fonética aún no está bien conocida, cosa exacta (no basta saber el como, sino el porqué de las transformaciones galaicas de las voces latinas) y le he hecho alguna indicación sobre el mencionado concepto vulgarísimo acerca de Galicia, cuya historia desconocen en absoluto los sabios que ordenan aquello que les dá la gana con respecto á este país. Tales observaciones parece que se le // han indigestado y deseoso de notoriedad, en cuanto salió á luz mi libro ha visto la ocasión de alcanzarla por acá; á pesar de que nuestras relaciones no se habían turbado por ningún concepto, las atropelló bruscamente y se ha lanzado á la prensa con una acometida imprudente á propósito de mis insignificantes etimologías greco-galaicas. He contestado explicándolas leal y sencillamente punto por punto, presentando frente á sus ejemplos otros contrarios, aunque advirtiendo que yo no presumía de filólogo ni de helenista y demostrando que la argumentación del bueno del catedrático carecía de solidez y patentizaba un pseudo-romanismo inaceptable. Ofuscado por completo, volvió á la carga con nuevos alegatos y, lo mismo que la vez anterior, acudiendo á tergiversaciones, omisiones é inexactitudes. La circunstancia de que la Diputación provincial ha costeado la edición de mi libro, ninguna otra, me había impulsado á contestarle antes; por igual motivo lo hice nuevamente y he tenido la paciencia de responderle, examinando, detalle por detalle, la segunda rociada y pulverizando casi todas las arrogancias y argucias filológicas del escritorzuelo. En este punto ya estaba agotada la amabilidad de la dirección del periódico, la cual dio por terminada la polémica, aunque permitiendo al catedrático, por especiales consideraciones, que redactase un último artículo, donde ha desatado su despecho en la forma que V. verá por la hoja n° 1.

He querido referir á V. tales antecedentes, para que se entere de la forma y ocasión en que he recibido su mensaje que, á manera de pabellón, cubre la mercancía ridícula del D. Vicente García de Diego, á quien V. ha confiado la embajada. Al mencionado artículo he contestado con el comunicado de la adjunta hoja n°210.

Por último, no veo que los procedimientos de la moderna Filología, de los cuales no tengo la menor idea, según el juicio de V., sean distintos // de los rudimentarios que yo he empleado sin meterme en las honduras de descomponer voces griegas y de buscar derivaciones por los cerros de Úbeda ó inventar semántica y fonética disparatadas; nada me Importa si con ello he contrariado las reglillas sectarias de fanáticos y falsos romanistas, empeñados en que su criterio sea dogma infalible é intangible, aunque cuando pretendan aplicarlo al lenguaje gallego. No me he apartado, pues, de los procedimientos generales de Filología sobre identidad de forma y de acepción en vocablos galaicos y helénicos y para ellos no habré de aceptar derivaciones latinas en virtud de procedimientos premiosos y complicados y de un sentido figurado. Por ejemplo:

Si cabeceo salió de cabeza y esta de un caso de caput, bien puedo creer que las voces gallegas coteleo y cotelear (cabeceo y cabecear) salieron de la griega kotté, cabeza; que bathus\ profundo, craso, pleno, ha producido la gallega bazuncho, que en unas comarcas significa profundo, y en otras, gordiflón, obeso; que frouma, excremento, viene de furma ó furama, inmundicia; que trimiñado ó trimillado, nombre del espacio que rodea al pié de molino donde cae la harina , tiene la raíz trimma ó trimmos; que si V. científicamente saca cheirar de fragrare, flagrare, flairer francés, bien puedo yo sacarla, con razonables fundamentos de forma y acepción, de cheiro (cuyo verdadero significado es mal olor) y este de xéros, pestilente (tabidus latino); que si la Academia ha sacado la gallega berbericho de berberí, saque yo las de tinicho y tinique {carrizo, pájaro pequeñísimo) de tynos; faneca (pez) defanos; tolo y toleiro y toleirón (loco, aturdido, maniático) de tholos y tholeros (descompuesto, turbulento, alborotado); leria, charla baladí, sin substancia, de leros, bagatelas, fruslerías; coló y coilo (regazo) de kola vientre, ó de koilos hueco, &a &a. &°. En estos procedimientos filológicos no veo, repito, que haya nada de disparatado y que reclame // el anatema de V., como tampoco en sospechar que los griegos han traído á España, antes que los romanos, las palabras pater, meter, [sic] petra, ego, pólipos, esparo & &, ni en llamar la atención sobre el hecho de que la fonética gallega coincida en muchos casos con la provenzal, á causa de que en ambos países hubo colonización helénica, dado que nadie podrá certificar de que gallegos y provenzales anduvieron juntos en la escuela y se enseñaron mutuamente la lengua, idea absurda. Y como unos y otros tuvieron el abono griego, formaron sus romances antes que otros pueblos, influyendo respectivamente en el lenguaje general de España y de Francia. Y si los romanistas no tienen presente tal hecho en cuanto á Galicia, peor para ellos; y si ignoran que su población no era celta, sino vasco-ibérica, mucho peor todavía, porque tales bases son necesarias para el conocimiento de la fonética gallega.

Ah! Feliz V. que no ha sufrido nunca errores ni recibido embajadas como la que me ha enviado. Yo los he padecido y padezco á causa de mi insuficiencia y de equivocaciones de apunte, como la de haber tomado por un adjetivo el presente verbal annuo, que trae Schrevelio como significado de cataneyoo; pero esto, que cualquiera puede censurar públicamente, no le autoriza á V.. ni á nadie para echar encima de mí, directa é intempestivamente ó de sopetón, por medio de embajador, frases que están fuera de toda conveniencia. Por muy Rector que V. sea, no tiene bula para mortificarme y abochornarme en la forma que lo ha hecho, atrepellando, por lo menos, las leyes del buen gusto.

He consignado las anteriores consideraciones en esta larga carta para que V. vea en primer término que estoy dentro del sentido común y para que se penetre del exceso que ha cometido contra una persona que no le ha molestado en nada y á quien V. no conoce. Además, y principalmente, para rogarle que me // envíe en una carta la satisfacción á que me considero acreedor por toda clase de títulos, cosa que le agradeceré sobremanera. Tengo y tendré en ello un natural y legítimo empeño y en que me diga si es verdad que V. ha escrito las frases de que se trata en carta dirigida á Don Vicente García de Diego; hasta el punto de que no me importaría nada que esa carta la hubiera V. escrito á otro sujeto, según se sospecha. Porque de ser ese sujeto cierto literato currinche, literato microbio, cierto mequetrefe, empleadillo que cobra el sueldo y no asiste á la oficina, llamado Victor Saiz y no Said, como él se firma, yo quedaría suficientemente compensado. ¡Lástima es que V. le haya confiado en su correspondencia frases y conceptos de que ha hecho uso en la forma deplorable que V. vé y sabe Dios en virtud de qué móviles y á qué precio.

Esperando con impaciencia su respuesta, queda de V. atento S. S.

Q.B. S.M.

Celso G de la Riega

 208 “Por Galicia.II»» Los Lunes de EL Imparcial 27-VII-1903; O.C.,I,p,309

 209 Carta de Unamuno a vV. Said Armesto pódese datar aproximadamente entre o 12-XII-I904 e o 9-1-1905 Inseriuna García de Diego no seu artigo «Etimologías gallegas», El Diario de Pontevedra, 24-11-1905, p.2

 210 Non é outro que precisamente o «Comunicado» de El Diario de Pontevedra, 28-11-1905, p. 2.

Nota: No hemos encontrado la carta de respuesta de Unamuno a Celso García de la Riega, todavía

Cartas de Victor Said de Armesto a Unamuno sobre «Las Etimologías Gallegas»

Carta de Armesto a Unamuno 6 Diciembre 1904

 Y aquí de las etimologías, y del lío que me traigo y en el cual le he complicado á V. En estas poblaciones mezquinas, tierras dé ciegos, le expiden bien pronto el título de alcalde al que tiene libros y hace el disparate de ocupar su vida en leerlos. A mi, claro es, no me tienen por alcalde, pero si por candidato á concejal. De aquí que unos amigos de la Arqueológica me hayan pedido que escriba un trabajillo sobre cierta obra, próxima á publicarse, de un D. Celso de la Riega, señor que no sabe palabra de griego ni de vascuence, pero que con ayuda dé Astarloa y de Lozano y Blasco nos hace á todos los galaicos vasco-helénicos, sobre todo helénicos desde e! pié hasta la nuca. Prometí que escribiría. Y como ya conozco las opiniones de ese señor referentes á nuestro helenismo, porque las publicó hace poco en un diario regional, de ellos tomé las notas necesarias, y esas notas son las que constituyen el tema de mis consultas, así de hoy, como del rabo que todavía falta desollar.

La cosa es larga y pesada. Por eso le digo que si su epistolomania es incurable, lo que es conmigo se va V. a divertir

Pontevedra 9 Enero 1905

 Al Sr. Riega no le di el recadito porque si se incomoda y me tira una de sus etimologías á la cabeza me divierte. Ahora esta preparando un trabajo para la Sociedad Geográfica de madrid, un trabajo de todos los demonios, es que nos hace vasco-helénicos de cabo á rabo.

admira Reciba un fuerte apretón de manos de su buen amigo y discípulo que mucho le quiere y le admira

Víctor Said Armesto

Iltmo Sr. D. Miguel de Unamuno. Pontevedra, 27 de Feb. – 1905.

Mi muy querido amigo y maestro: Por el propio correo recibirá usted bajo sobre certificado las páginas del libro del Sr. De la Riega consagradas al helenismo en el lenguaje gallego. Se las envío, no sólo para que se divierta un rato viendo como se barbarizara por estas tierras, sino también porque razones especiales, que luego expondré a V., me obligan a ello.
Cuando el señor de la Riega publicó su libro, pidió á García de Diego qué escribiera un trabajillo juzgando. Hízolo así nuestro amigo, elogiando cortesmente al autor por la laboriosidad y por el talento que demuestra en la parte arqueológica; pero como pusiera algunos reparos en la cuestión lingüística, el Sr. Riega, que es un vanidoso de lo que no hay, salió disparado desde un periódico local poniendo á García de Diego como hoja de perejil, llamándole
catedrático de pega, dómine, latinista, necio y cosas de jaez. Por supuesto en este petulante ataque no faltaron los consabidos tópicos de “envidia castellana” “tendencia castellana á rebajar nuestro país y todo lo que es suyo», etc.

Contestó García de Diego con cuatro artículos verdaderamente primorosos, á los que el Sr.Riega contrarreplicó con diez llenos de atrocidades y de insultos no solo contra él sino las envío, no solo para que se divierta un rato viendo como se barbariza por estas tierras, sino también porque razones especiales, que luego expondré á V., me obligan á hacerlo asi. Cuando el Sr. de la Riega publicó su libro, pidió á Garcia de Diego que escribiera un trabajillo juzgándolo. Hízolo así nuestro amigo, elogiando cortesmente al autor por la laboriosidad y talento que demuestra en la parte arqueológica; pero como le pusiera algunos reparos en la cuestión lingüistica, el Sr. Riega, que es un vanidoso de lo que no hay, salió disparado desde un periódico local poniendo á Garcia de Diego como hoja de peregil, llamándole catedrático de pega, dómine, latinista necio y cosas de este jaez. Por supuesto, en este petulante ataque no faltaron los consabidos tópicos de «envidia castellana», «tendencia castellana á rebajar nuestro pais y todo lo que es suyo», etc.

Contestó García de Diego con cuatro artículos verdaderamente primorosos, á los que el Sr. Riega contrarreplicó con diez llenos de atrocidades y de insultos no solo contra él sino contra la «ralea//castellana«, contra el madrileño Federico Diez (!!) contra Meyer Lübke, Menendez Pidal y demás autores citados por García de Diego y desconocidos del otro según confesión propia. Y cuando Garcia de Diego se disponía á contestar por última vez á los exabruptos del Sr. Riega, cátate que en el periódico le dicen que no le consentían más artículos que uno pero dándole, eso sí, la seguridad de que si el Sr. Riega quería luego replicar á este, no le admitirían… más que otro. Esta cobarde canallada fué urdida por el mismo Sr. de la Riega, que es hombre influyente aquí, y que á todo trance trató de dejar su vanidad á salvo. García de Diego, que aun no hace dos años que vino á Pontevedra y que por ser hombre de carácter muy retraído no conoce á nadie de la prensa, vino á verme á mi. Estaba profundamente apenado por los bruscos desplantes que le disparara el otro, más que á su romanismo, á su profesión, y por la desairada situación en que le dejaban los periódicos, no permitiéndole más que un articulo para contestar á los diez del otro majadero. Y como comprendiera que lo esencial era decir mucho en poco espacio, me pidió solicitara de V. por telégrafo autorización para publicar los dos parrafitos de las cartas de V. en que me hablaba de la donosa filología del Sr. Riega. Yo me sonreí diciéndole que harto se veía que no le conoce á V. tan bien // como le conozco yo, que usted es la sinceridad andando, y que, desde luego, ponía á su disposición las cartas sin necesidad de telegrafiarle previamente, pues ni en el carácter de usted, ni en la honradez de sus opiniones, ni en sus usos de relación social entró jamás aquella máxima hipócrita de callar en público lo que se dice en privado… y le cité el caso de José Ortega Gasset.

Le entregué, pues, las dos cartas que pedía, y al día siguiente le sopló al otro el ya destemplado pero merecido artículo que vá adjunto, el cual no tuvo réplica. Ahora bien; como es muy posible que el Sr. Riega se valga de alguno de sus muchos amigos de Madrid para preguntarle á V. si, en efecto, escribió ó no los parrafíllos publicados, ó tal vez le escriba él mismo (pues es un revoltoso de todos los diablos) me adelanto á darle estos antecedentes, para que no le coja de nuevas. Si él le escribe, tenga ojo con lo que contesta, porque lo que V. le diga no dude que el Sr. Riega lo publicará con la intención de ponerle á V. en contradicción consigo mismo, y por ende, de llamar á Garcia de Diego embustero, haciendo ver á los ojos del lector que los párrafos citados por este son cosa inventada.

Es irritante la acometividad de mis paisanos contra todo lo que viene de Castilla, y más todavía cuando esto que viene es enseñanza. García de Diego es chico que vale y que sabe; está estudiando el gallego // con verdadero amor; prepara un estudio filológico sobre nuestro dialecto, que será utilísimo sin duda alguna; pues nada: bastó que en su primer trabajo le pusiera reparos al helenismo de un escritor pontevedrés, para que nuestros vecinos salieran gritando á una: -¡Como! ¡venir aquí á atacar á los hijos del país! ¡un tipo de Burgos! ¡un castellano!- Miserias regionales que sacan de quicio á los que, á Dios gracias, tenemos un poco de sentido común.

Espero con impaciencia la publicación de su Quijote.

Sabe le estima muy de veras su agradecido amigo y admirador que le desea muchos triunfos

 Víctor Said Armesto.

Supongo que las necedades de Dionisio Pérez (¡otro Riega!) no influirán para nada en el animo de V. ¡No deje, por Dios, de seguirme escribiendo! Y mantenga como siempre su espíritu en alto, para que de la envidia hospiciana y despechada no le alcancen las salpicaduras.

Nota: no se si han leido las etimologías gallegas, publicadas en este enlace: https://celsogarciadelariega.wordpress.com/category/historia/

pero lo que escribe en esta carta no es cierto

Iltmo Sr. D. Miguel de Unamuno. Pontevedra, 28. Feb. – 1905.

 Mi muy querido amigo y maestro: Hoy remito á usted (pues ayer me fué imposible) los fascículos del libro del Sr. de la Riega que motivaron la polémica de con Garcia de Diego. Pertenecen al Capítulo titulado Colonias griegas. El resto de la obra, como verá usted por el índice, no toca para nada á la cuestión del helenismo en nuestro actual lenguage.

Nada de cuanto en tal Capitulo se contiene es nuevo para usted, pues ya hace tiempo le he enterado de todo minuciosamente; pero, en fin, allá vá, para que no le quede á V. la duda de si yo le habré engañado, ó no habré transcrito las opiniones del Sr. Riega con toda exactitud. Creo que al leer esa sarta de atrocidades ratificará usted su criterio y comprenderá conmigo que es un dolor eso de que el Sr. Riega se salga á sus 64 años, y á estas alturas, con tales cosas. De las notitas que yo había puesto al margen, hágame el favor, por Dios, de no hacer caso. Eran exclusivamente para mi; y ahora tiemblo al pensar si acaso encontrará. V. muchas de mis notas tan disparatadas como la alquimia del Sr. Riega. Me salva, en fin, que yo no soy filólogo, ni tengo pretensiones de tal, ni voy por ese camino.

Adjuntos van también los artículos de Garcia de Diego que está // interesadísimo en saber que opina usted de ellos, pues desea estrechar lazos de amistad con usted y hasta quiere que V.; le sirva de consultor y padrino para algunas cosas buenas que prepara.

Persona que creo bien informada, me dice que el Sr. Riega (no se ría usted) piensa escribirle, retándole solemnemente á una discusión pública en Salamanca, á donde acudirá inmediatamente con sus patas cojas si usted acepta el reto. Lo mismo hizo aquí con García de Diego: le desafío á una discusión pública en la Sociedad-Casino, y, claro es, García de Diego no aceptó.

Lo que es si le escribe á V. la primer carta… ¡pobre Unamuno! Prepárese á recibir dos cientas mil, y no así como se quiera, sino empleando á 30 y á 40 pliegos por misiva. Así las gasta el hombre. Es un latoso imposible. Usted lo verá.

A este Sr. Riega debe usted de conocerle de nombre. Es aquel chiflado que después del Centenario de Colón publicó un libro probando que Colón es hijo de Pontevedra, y como se rieran algunos periódicos, se fué á Madrid y publicó también un cartel de desafio retando á Fernandez Duro… á la consabida discusión pública sobre el particular.

Como V. vé, no es solo en Gijón donde se dan estos tipos extravagantes. Si caen ahora sobre usted cartas de 30 pliegos demostrándole que el pronombre eu gallego procede de! eyú griego ¡por Dios, perdóneme // V., mi querido Unamuno, que haya abusado de su carta y de su nombre. ¿Me lo perdonará usted?

Sabe le quiere de corazón su admirador, discípulo y agradecido amigo,

Víctor Said Armesto.

Nota: lo de este hombre con Celso García de la Riega es increíble, la manía que le tenía, solo hay que ver el lenguaje empleado, llamar chiflado y en la anterior majadero por lo de Colón, pues se habrá quedado descompuesto cuando Unamuno aplaudió públicamente la teoría del Colón gallego

Y lo mismo hizo en las cartas que le mando a Murguía que están publicadas en otros post, pongo la url por si quieren leerlas: https://celsogarciadelariega.wordpress.com/?s=victor+said

Pontevedra 12 Agosto 1912

 El gran D. Celso no sale de casa desde hace dos años. Tiene la médula hecha papilla, y está paralítico; pero no enceltado, sino tan griego como todo lo de aquí. Ya usted sabe que lo de las etimologías griegas es otra mania de las suyas. Dioivo, en gallego «diluvio», del griego δіω , «espantar», e ¡bus, «mucho»; yo espanto mucho, efecto // que causan los diluvios ó inundaciones… Y así las demás.

Estas cartas han sido editadas por la Xunta de Galicia, Consellería de Educación año 2000, Centro Ramón Piñeiro

Etimologías Gallegas Comunicado «Respuesta de Celso García de la Riega a V. García de Diego»

Comunicado

Diario de Pontevedra 28 Febrero 1905

 Sr. D. Andrés Landin.

Mi querido amigo: ruego a V, que ordene la publicación del adjunto comunicado en su ilustrado periódico, puesto que no me queda otro medio de contestar al inverosímil ataque del Sr Diego, en !a inteligencia de que se trata de un comunicado de pago esperando que haga la inserción lo más pronto posible.

 Es favor que le estimará de todas veras su antiguo amigo.—G. de la Riega.

24 Febrero 1905.

 Sr Director de El Diario de Pontevedra:

Diario Pontevdra contestación a V. Diego 28:02:1905 Mi distinguido amigo: de cuantas sorpresas pudiera yo tener en la vida, ninguna tan extraordinaria como la que me ocasionó el artículo de ese catedrático de latín, inserto en el número de hoy, que acabo de leer. Convencido estoy ya de que es imposible toda discusión normal y correcta con ese señor En la polémica que sólo por las razones ya expuestas, he sostenido acerca do las reminiscencias griegas en el lenguaje y en la toponimia de Galicia, he contestado puntualmente y en su lugar respectivo a todos los reparos aducidos por el Sr, Diego. Este caballero, viéndose sin salida, acorralado y descalabrado en su argumentación científica, ha acudido en su último trabajo filológico a extremar el sistema que habla iniciado: el de las omisiones, de las tergiversaciones, de las inexactitudes, en fin, del barullo, todo ello presentado en un lenguaje que nadie envidiará. Los lectores de El Diario habrán advertido ya el desahogo con que el Sr. Diego ha sacado de quicio las cosas, trabucando intencionadamente mis raciocinios y pruebas, trasladando todo aquello, que sólo tiene encaje y efecto en su lugar, a otros en que aparezca desatinado y resulte sin valor atribuyéndome conceptos que no he emitido o falseando, con habilidad que reconozco; aquellos que yo he acompañado de los respectivos antecedentes y consiguientes; acudiendo, en resumen, a subterfugios que tienen adecuado calificativo en el diccionario de la lengua. Crea V., pues, amigo mío, que aunque V. no, lo hubiera hecho, yo habría dado en este punto por terminada la polémica, principalmente en vista de mis observaciones sobre procedimientos de trato social, que he consignado en mis últimos artículos, largos y latosos, es verdad, a causa de que la defensa requería una extensión que los ataques maliciosos y embarullados pueden salvar fácilmente.

No habré de ocuparme ya, en el presente comunicado, de las menudencias filológicas mencionadas; de la polémica haré muy pronto un folleto con las correspondientes notas, aclaraciones y justificaciones y, por lo tanto, la cuestión habrá de ser juzgada en su día por quienes no estarán influidos de prejuicios y pasioncillas de bajo vuelo.

Pero el último artículo, o lo que sea, del Sr. Diego, tiene cosas que no pueden quedar sin contestación, y por eso acudo a esta forma de comunicado, bien convencido de que cumplo una obligación ineludible Ese señor, que ha tenido la amabilidad de llamar jonios a mis tatarabuelos (licencia muy descortés) no se ha hecho cargo de que yo, en ¡as entrañas de esos remotos antepasados, ya tenía matemáticas y había aprendido a no emplear nunca medios incorrectos y a no usar en ninguna ocasión literaturas dé plazuela o de chiquillo emberrenchinado; si me he permitido , algunas frases irónicas, ha sido tan solo en contestación a otras injustas, inconsideradas o intempestivas. He sido atacado inopinadamente y nadie creerá que he cometido un crimen al defenderme, dentro siempre del compás y del son que me había señalado el ofuscado agresor.

Poco es lo que voy a decir y conviene descartar desde luego un pequeño detalle, aunque tiene importancia por el fin benéfico que encerraba; El Sr, Diego había afirmado que eso del espíritu fuerte o áspero, desvanecido en los dialectos griegos, restablecido por Aristófanes y lamado digamma eólico, era «una atrocidad que no se estila en los libros moderno», sobre esta afirmación le he propuesto una pequeña apuesta. Ha eludido la aceptación noble y franca; ha tratado de escurrirse (muito olio c´os cartiños!) según costumbre, con una habilidad que precisamente viene a darme la razón, puesto que las palabras que cita del Sr. Cejador, patentizan la existencia del mencionado digamma o sea espíritu áspero o fuerte; luego, en los libros modernos se usa tal atrocidad y no la del estupendo jo, ja, base primitiva de la cuestión. Sobre este asunto hay además lo que he expuesto, copiándolo literalmente y sin tergiversación ni omitida, de la extensa y profunda Gramática griega del Sr. Lozano y Blasco, catedrático que fue de griego en la Universidad central, capítulo XIV, párrafos 2 y 3, páginas 34 y 35. Es, por consiguiente, indudable que ol Sr. Diego ha eludido la apuesta y tratándose do un objeto caritativo, debemos lamentar que no la haya aceptado, puesto que tenía tanta seguridad en que yo seria el pagano.

Y vamos a lo principal, que, sin embargo, sólo tiene valor aparente; a lo que me ha causado la sorpresa que menciono al principio de esta carta; a unas increíbles palabras del Sr. Unamuno. El Sr. Diego continúa tocando a rebato-.. lo mismo que el sacristán y el escribiente consabidos. Le compadezco.

Muy flojos y muy desprovistos de conocimientos y de razones se hallan el Sr Diego y su ayudante de campo, hacendista desocupado, cuando se han visto en la necesidad de acudir a aquel catedrático: bien cierto es el refrán de que el que quiera saber, que vaya A Salamanca. No puedo calcular bajo que clase de elementos de sugestión o de referencias e insinuaciones ha podido el Sr. Unamuno leer algo, no todo, de mi libro y estampar dichas palabras. En uno de mis artículos he indicado la idea de que si nos colocamos en un punto de vista opuesto a las noticias históricas y a la colonización griega de Galicia, mi criterio resulta desatinado y que tanto valdría buscar orígenes griegos en la Australia. Esta consideración no ha sido apreciada en su justo valor por el Sr. Diego, que no sabe apreciar cosas tan sencillas, ni probablemente por el señor Unamuno, que no ha podido fijarse en ella o a quien seguramente le ha sido ocultada. El Sr, Unamuno tan sólo leyó algo de mi libro; en la página 527 declaro lealmente que mis conocimientos, sobro estas y otras materias, son muy superficiales, hecho que bastaría para que todo espíritu sereno y justiciero prescindiera de escribir frases tan excesivas, desatentas o injustas, aunque considerase erróneo mi criterio. Mi ciencia filológica está reducida en mi libro a consignar que tanto ciertos elementos como muchas palabras gallegas del lenguaje y de la toponimia quieran o no quieran el Sr Diego y su ayudante tristísimo, concuerdan en forma y en acepción con otras griegas, hecho incontestable que, unido a las noticias históricas y a los juicios formulados por Plinio, Strabon, San Isidoro, el Gerundense, el P. Florez, los señores Fernandez Guerra y P. Fita, etc., etc., corroboran mi criterio. Si el señor Unamuno no aprecia las noticias históricas y la toponimia gallega, está en su lugar al considerar absurda mi creencia y al figurarse que salgo de un manicomio; pero no al escribir frases tan inconsideradas, sin presumir, segura y positivamente, que habrían de ser utilizadas en una forma y en una ocasión que no ha podido imaginar ¿Cree el Sr Diego que las cosas no han de aclararse? Vaya si se aclararán, y aínda mais. Ni de mi libro, ni de la polémica en que he aducido hechos y argumentos incontestados, aunque sí desfigurados y tergiversados (pues lo he probado así en los lugares oportunos), se puede deducir que alardeo de helenista o de filólogo, ni que me hincho o me esponjo, bañado en presunción satánica, ridícula, insana y ruin: de ello estoy bien seguro y todos los que me tratan y conocen, lo suben del mismo modo.

Lástima es que el Sr Diego, que se considera un Kuroki de la filología, no haya consultado también al Sr. Unamuno las definiciones de su famosa gramática latina sobre el sustantivo, el adjetivó, el verbo, la métrica, etc. Estoy persuadido de que si el Sr. Unamuno leyera aquello de que «la Métrica es el estudio gramatical de los versos latinos», pondría en solfa a un catedrático que enseña a sus alumnos semejante dislate y que, por tanto, carece de toda autoridad científica; también estoy convencido de que si el mismo señor se enterara de las asombrosas habilidades y afirmaciones de! Sr. Diego en la polémica de que se trata, le condenaría a la contemplación eterna de su ayudante de campo.

Pero ¿es que las frases del Sr. Unamuno escritas en tales circunstancias, constituyen un mandamiento de la ley de Dios? Soy enemigo de la exhibición personal; mas el estado, a que el Sr. Diego, totalmente aturdido y sin base propia, ha llevado el asunto, me obliga a presentar opiniones valiosas que, no sólo hace lo que vulgarmente se llama «pata y en paz» con respecto al decreto del Sr. Unamuno, sino lo que se dice <<quince y raya>>.

Un doctísimo filólogo, sin duda el mas eminente de España, me ha trasmitido el juicio que le ha merecido mi modesto libro y trata particularmente los puntos de filología, sin hacer la más leve insinuación de censura sobre las reminiscencias griegas, esas reminiscencias que el Sr. Diego ha creído que destruían su cátedra de latín y el despacho de su Gramática latina y de los programitas de curso, Y para que se vean la sinceridad y lealtad con que dicho sabio emite su opinión, copiaré algunas frases. Después de decir que mi obra está llena de erudición y de buen juicio crítico y que sin duda habrá de llamar la atención de los doctos, añade lo siguiente: «Lástima que V. no sistematice un poco más el punto del anticeltismo y otros lástima que usted no haya abandonado para escribir su obra resabios de doctrinas no viables que asoman a veces; me refiero a las alusiones que hace a una comunicación iberolatina, (téngase en cuenta que en mi libro llamo eminentemente latino a nuestro dialecto) a la maternidad del sánscrito en orden a las lenguas dichas indoeuropeas, etc., y a suponer verdadero el origen asiático de los aryos, cuando en realidad, y en cuanto cabe admitir tales aryos, deben decirse europeos. Esto no quita lo substancial del libro, pero yo, que estimo sinceramente la doctrina de su obra, etc.. expresión sincera de mis impresiones y de la estima de su obra meritísima, etc.»

Ahora copiará un párrafo de la carta de un académico, aunque en ello haga un esfuerzo, «He leído el libro y lo tengo sobre la mesa para releerlo y estudiarlo; mi impresión es que se trata de una obra magistral y que ha de promover polémica. Por lo visto ya hemos empezado con ese búrgales, que me parece se ha metido EN LO QUE NO ENTIENDE, Precisamente, días pasados estuve hablando de cosas griegas de Galicia con N, . N.,. (un catedrático de la Universidad central) y me citó innumerables nombres griegos de ese país, etc. «En el trabajo para el Boletín pueden y deben venir las voces griegas con sus propios caracteres de letra.», etc. No estoy autorizado para publicarlos nombres del filólogo, del Académico y del profesor mencionados.

Las cartas de referencia están a disposición de los lectores do El Diario, no de ese Sr, Diego, que podría sufrir un berrenchín. Algunas personas las conocen ya. Concluyo repitiendo que mi enorme delito ha sido ensalzar la historia antigua de mi patria, enlazando, justificadamente las repetidas o incontestables noticias históricas con muchos nombres do lugares y con un ciento, o cosa así, de palabras del lenguaje galaico que concuerdan en forma y en significado con voces griegas, Este horrendo crimen le puso los pelos de punta al Sr. Diego, imbuido en vulgarísimo criterio castellano en cuanto toca a Galicia y a los gallegos; ni él, ni el señor Unamuno han visto que, aún aceptando las peregrinas afirmaciones filológicas del primero y las transformaciones galaicas de las palabras latinas, resulta una antigua fonética gallega derivada de la griega. El Sr, Diego ha intentado cubrir su averiada mercancía con el pabellón del Sr Unamuno, Pobriño!

Cuanto a otros puntos del último y desdichado artículo del catedrático de la Métrica y del verbo de lo inicial.. peor es meneallo.

Y dando a V.; amigo mio y querido paisano, las más expresivas y sinceras gracias, se repite suyo afmo. s.s.

q.s.m.b

Celso García de la Riega

Nota: Falta la publicación de la cartas de V. García de Diego a Unamuno y la carta que le remitió Celso García de la Riega a Unamuno

Vuelvo a repetir lo mismo que en otra ocasión V. García de Diego y su ayudante de cámara debieron quedarse tontos cuando la Real Academia de la Historia denominaron a Galicia Antigua Obra de Relevante Mérito

Etimologías Gallegas «último de V. García de Diego»

Etimologías Gallegas

Diario de Pontevedra 24 Febrero 1905

D. Celso García de la Riega.

Etimologias gallegas 24:02:1905Puesto que El Diario sólo me permite escribir un breve artículo para contestar A la serie de los suyos, mi contestación única debiera ser estampar el juicio que al catedrático de griego D. Miguel de Unamuno, eminente helenista y uno de

nuestros mejores etimologistas, le han merecido el libro del Sr, Riega y su filología:

«El Sr. Riega no tiene la menor idea de los procedimientos de la moderna filología y se ha metido a Helenista por la poderosísima razón de que no sabe griego y en otro lugar añade: «Dígale de mi parte al Sr. Riega—se lo ruego- que se dedique a otra cosa, ya que para el griego demuestra la más decidida de las incapacidades>>.

Cuyos párrafos y cartas pongo a la disposición del naiteiro de nuestra prehistoria. Pero como me dirige insistentes acusaciones sobre algunos puntos, las expondré brevemente.

1º <<Es falsa la ley romanista de que el ei gallego proceda de ai o ei y no:de e>> Ya en el libro pag, 260 decía: <<El gallego cambia la e en ei, eixo de eje, eira de era; amei de ame, botarei de botaré>>. Al ver la risa y alboroto, que nos causaba tal derivación, exclama irritado «es increíble que un gramático se aturrulle interpretando ahí que yo diga se cambia e en ei» Pero, gracioso intérprete de Teopompo, ¡si no interpretamos nada ni hacemos más que leer el cambia que pone en su libro! ¿Y el ameí procede de un ai?» Sí, querido filólogo, de un amai por amavi. «Bueno ¿pero el amarei de amabo es moco de pavo?>> No; no es tal moco; es un disparate propio de su filología. ¿Á quien se le ocurre citar aquí al amabo latino? Al famoso traductor del annuare por anual. «A ver, amiguito mío, búsquele V. la i a toda esa lista de palabras». Solo el desconocer todas las leyes de la fonética puede inspirarle esa tranquilidad en tan arrogante reto. Como sería pedir cotulas al golfo el exigirle antes las etimologías, ahi va la lista, con la i.

Basium: baiso. Beixo -basiase, baisar, beixar- carcasia, carqueisa- dehic ad, deixa, ……….laetare, leitar, deitar -aedium, edio, eido- ecsitum, eixido- actum, aito, eito -adqui (ppor adhic), aiqui, eiqui- legem, leg ley- larium, lairo, leiro- caseum, casio, caiso, queixo -pesce, pecse, peixe- caxalam, caisada, queixada- tacsum, taiso, teixo- regem, reg, rei- (y por annogia reiseñor de lusciniolum)- sectura, seitura- pectonem, peitee, peite, pet ranum, peirano, peirao – mágica, maica, maiga, meiga- taleirlam ( de talaria), taeiroa, teiroa- poedum, peido. El gallego genuino es irexa y edade no eigresia.

Solo risa causa su solemne, negativa de que tira gallego y era castellano no procedan de aria por aira. «El ai se oirá en los aldeanos de su tierra», Pero usted, además de no saber griego ¿ignora que en gallego aún se pronuncia tal ai? Vea, para que se instruya, el aira¡ Valladares, pag, 600. Descontando pues eivar, xeito y eciva, de cuyas etimologías tengo reparos, resulta que ni aun la media docena de excepciones, ha encontrado. «iQue le parece, eh?» exclama ufano tras esta lista. Pues me parece, como vemos, que de toda esa retahila de palabras que aduce no le queda para V, y los jonios más que una en limpio: la de peído.

Si fuera cierta tal supervivencia jónica hubiéramos: cambiado en gallego la e en ei, lo que no ha ocurrido ni en seis ejemplos! febre, febreiro, feces, fecundida, fedento,fe¡is, femea, feno, ferida, fero, ferro, ferver, festa y varios millares más. ¿Ve como los jonios, sus tatarabuelos, no hicieron en Galicia la única gracia que sabían; de cambiar la e en ei? La e latina perdura constantomente en el gallego para befa y baldón de la flamante Filologíadel porvenir.  Esto es, que los gallegos hicieron como los jonios, con la insignificante diferencia de que fué al revés. Los jonios cambiaban e en ei: los gallegos la dejaron en paz. Los jonios cambiaban en ai….pues los gallegos para mofa de esta filología cambiaron, al revés, ai en ei ¡Pobre D. Celso!

2-° Ley de los grupos clgl. «No sé cómo insiste V, en llamar romances a esos grupos: el Sr, Pida! habla silo de grupos latinos: si se tratara de un grupo romance nada tendría que decir». Pero ¿no ve, filólogo doméstico, que en e, sufijo latino culum no hay grupo de consonantes? Lo hay solo en clo, pero esto ya es romance. Además V. levanta una calumnia literaria al Sr, Pidal. La regla está en la pag 86 y el capítulo comienza en la pag. 76 con este epígrafe « Grupos interiores ROMANES>. Está visto que le es más fácil interpretar a Teopompo que leer una inda gramática. Tan rotunda Como esta y por consiguiente tan falsa es su afirmación de que el Sr. Pidal deriva mancha de maculam, afirmación que hizo ya en el libro, página 533, Vea el lector las páginas 86 y 95 de dicha gramática y se verá el aplomo de las afirmaciones del Sr Riega. Dice ahí «mancha de manculam>>. Que ignominia!

3.° Tónicas y átonas, «El sentido común rechaza que una palabra de dos sílabas se pronuncie jamás sin acento, par el sentido ni por nada.» Esta afirmación bastaría para perder curso en primero de gramática cuanto más para desacreditar a quien intenta hacer filología. Y el autor de esto intentaba ser patriarca de una escuela!.

Como le advirtiera que todas las preposiciones se pronuncian sin acento exclama: «¿Habrá quién hallé diferencia pronunciando aprisa entre pára la maquina y para la máquina, indicando dos cosas entre cómo la merienda y como la merienda? Pregunta que debía haber hecho antes de estamparla a la más negada maritornes para que le sacara de dudas. Al menos las que yo he tratado, sin saber ni qué es gramática entendían lo que se las quería decir según se pronunciaran estas palabras con acento o sin el, Quien no tenga oído para percibir estas diferencias o quien tenga osadía para negarlas haría bien en dejar el aporreado oficio de filólogo.

«¿V. no sabe que ninguna palabra de una sílaba tiene acento?» Más que discusión filológica parece esto un muy mediano examen de ingreso. Porque ahora que habrá tenido tiempo de pensarlo ¿qué haría V. si un alumno en tal examen le dijera eso mismo, que ninguna palabra de una sílaba, y por tanto ni sustantivos ni nada como pié, fé etc tiene acento? ¡Tendría usted el valor de aprobarlo? ¿Y no se reiría V. si tan mal alumno intentara meterse a redentor de la filología?

4º Artículo gallego. Aunque no bastara la ley de la proporción de los vocablos, destruyen razones infalibles su derivación griega. El a, a, o y os as de Navarra debe tener un origen común con el gallego. «Pues ¿no sabe V., exclama indignado, que ese procede del artículo euskaro?* Le hice notar que eso era inocente pues el euskaro es aak y se suelda por el fin a las palabras. «¿Y no sabe que el tal o es solo de una porción pequeñísima de Navarra?». Le advertí que tan pequeña era esa porción que se extendía a Navarra, Aragón, Asturias y León, Galicia y Portugal y que si esos artículos o, a o, os as eran latinos, latino sería el gallego. Pero creo sigue la máxima de que antes mártir que confesor, contesta: «ese artículo en Leon y Asturias nació por influencia galaica, en Navarra por influencia vasca y en Aragón Dios sabe por qué influencias. >> Solo los aprietos en que V, se ve pueden obligarle a decir cosas tan graciosas.

Derivar el o, a, o, os, as, dejo, je, to, joi, jai (así, con aspiración mal helenista) teniendo un lo, la, los las, las que hizo en la mitad de España o, a, o, os, os, igual al gallego es una broma que ni del mismo Teopompo debemos admitir. Una prueba de que hubo muy antiguo el artículo o es el Ocobre del siglo IX, cuya o es artículo y t en e V. que tragarlo así.» Si V. se empeñara y yo tuviera tragaderas tamaño de un molino le daría gusto, ¿Tan mal anda V. de diplomática gallega que no encuentra esa palabra a cada paso siempre con su o. «El hecho de que se tradujera por Grobe es prueba infalible de que es artículo la o, «Tan infalible como que lo fuera en ochavo, obispo por haberse traducido el chavo, el bispo. «Los buenos textos del Ulysipo no se ven por ninguna parte: e! buen texto es Plinio, Tan limpio está V. de Escolástica para salmos con una contestación tan graciosa? Porque supongo que V. no tendrá el texto original de Plinio sino una antigua y mediana edición de las que se ríen los escoliastas alemanes, al consignar la forma Ulysipo.

5° «iQué ocurrencias! pegar el artículo árabe a un sustantivo castellano!» Pero, señor estudiante, no sabía eso? Pase que nos hable de griego aunque confunda el digamma eólico con el espíritu áspero, aunque diga lo lobos y no haya aprendido a leer en tal lengua, pero no se ahueque como maestro de castellano para decir cosas que nos divierten tanto. Mira, picaruelo discípulo, en. castellano hay a-vispa, al-bérchigo, al-caparra, a-zufre y muchos más con el artículo arábigo. «Un catedrático de latín ¿no sabe que quis es por aféresis de siquis, que freixo. se deriva de frango y que cabeza se deriva de caput? No; sabemos que quis es una palabra independiente, que freixo se deriva de fraxinum y cabeza de capitia. Por Dios, se lo pedimos, no se nos meta ahora a latinista porque nos arruina. Quien traduce el annuere del cataneno griego, Schrevelio pag. 232, linea 27, por anual está más para cursar primer año de latín que para tomar la alternativa de filólogo.

6º Leyes semánticas, Le advertí que! todos los pueblos del universo al recibir un idioma toman los nombres de nombres; y verbos de verbos. Y contesta: «¿Pues no hay verbos derivados de nombre?. Si dentro de un idioma se derivan palabras; viare de via como callejear de calleja. Pero no se trata de esto, sino al recibir un nuevoidioma: esto es, que los gallegos al aprender el latín tomaron así las palabras y lo mismo debieron hacer al tomar el griego. Pero nada de eso; en la semántica de Galicia Antigua aparece un rio que ¡exclama, yo ahuyento en gran manera; y el tono que contesta soy movido con mucha rapidez; y el sacho encaramado que vacea; yo rasco; y la triste vaca cadañera que dice yo muevo la cabeza, y el vigilante mochuelo que chilla, yo chupo. Por Dios D. Celso, sea muy mal filólogo, pero por su Seriedad no nos aturda con un concierto tan ratonero»

7,° <<El griego no decía pean ni el latín tampoco.» Si; aprenda la pronunciación griega y vea en su hispanun-latinum el pean, anis. Y ahora que lo vea el lector para ver la ciencia de la nueva filología. Ni aun eso sabe el flamante filólogo. <<V. cambien adade, a pues deriva quennua de canna.>> ¿No ve que no esta bien en engañar a los lectores? Dice mi artículo: «Proviene de cannola-canla. «Es una plancha su afirmación de que la o se contorneó ou>>. Aunque sin mala intención alterne V, la verdad: Mi juicio está en el primer artículo y dice «el gallego popularizó el diptongo au con un contornédo ou.>>

8,° «Catedrático de gramática; lo del hisca valdría, si ese ixio formara los prosentes isco, isca, iscamos.>> Pues por eso lo cité, filólogo de pega, porque tenía esas formas. Para ser un muy ramplón filólogo era necesario que V. conociera siquiera el poema del Cid, cuyo verso 685 dice: Todos iscamos fuera que nadi non raste. ¿Y aún quería V. cubrir tan crasa; ignorancia gritando porque no le citaba estas formas «tergiversación, y batacazo»?

9.°- En cuanto a su ridículo y fachendoso desplante sobre la identidad del digamma eólico con el espíritu áspero, solo ; copiaré del eminente Cejador, pag. 7, línea 3 <El digamma eólico sonaba como w inglesa, el espirita espero como h aspirada.» Su caballerosidad, pues, le impone los garbanzos si no quiere que yo se los imponga, ¿A que no los ,paga?

Finalmente; por no sabor que el latín vulgar tenía flagrare, olor; por creer que Federico Diez» era de Madrid, algo así como un redactor del Madrid Cómico; por ignorar hasta hace pico la existencia del latín vulgar, descubierto para V. como un nuevo mundo por decir que la palabra tolva se usa en todo Galicia sin ser exacto; por llamar quenlla a la tolva, lo que es feroz disparate; por desconocer primero y negar después pública y privadamente la infantil ley de tónicas; por desconocer todos los libros de fonética general y de fonética, gallega; por ignorar hasta la existencia del Du Cange; por no dar ni una sola etimología griega acertada; por negar que chousa sea un terreno cercado; por no saber las etimologías más trasparentes de nombres castellanos; por ignorar que habían plurales latinos en oi; por no saber que el Gallego y el griego son lenguas indo -germánicas; por afirmar que mitula nada tiene que ver con el significado de almeja; por no entender que eemin con ela era del dialecto jónico; por confundir como el más enconterza oo codio el diganma con el espíritu áspero; y por no saber que le inglés tiene muchos millares de palabras latinas; amén de todos los dislates apuntados y de otros sin número que expondría si se me permitiera más espacio; es por lo que veníamos a aconsejar a D. Celso García de la Riega que deje la carrera de filólogo, para la que aun no tiene las más rudimentarias condiciones, y emplee la claridad de su ingenio en la sutil investigación de sus historias o en labrarse el honroso título de consumado jugador de billar. La primera tacada en las mesas de la filología le ha costado un feroz e incurable bolazo en el cogote.

Porque si como dice Unamuno en carta que ponemos a su disposición >> El señor de Riega no tiene la menor idea de los procedimientos de la moderna filología y se ha metido a helenista por la poderosísima razón de que no sabe griego>> de amigos sinceros, aunque crudos, será aconsejarle que se dedique a otra cosa, ya que para el griego tiene la más decidida de las incapacidades.

 V. García de Diego

 Nota:  Llama la atención que todo un catedrático de latín, V. García de Diego, tenga la necesidad de apoyarse en el catedrático de Griego y Rector de la Universidad de Salamanca, Sr Unamuno, para dar peso a sus opiniones frente a Celso García de la Riega al cual lo consideraba un ignorante como filólogo. En cualquier caso queda la respuesta de Celso García de la Riega y las cartas que hubo entre V. García de Diego, Victor Said de Armesto por una parte y Unamuno por otra, creo que merece la pena leerlas

Etimologías Gallegas XVII

Galicia Antigua

Diario de Pontevedra 21 Febrero 1905

(Conclusión)

Diario Galicia Antigua CELSO 21:02:1905Sacho, de psao, cultivo, desmorono, desmenuzó que V. desfigura diciendo: yo rasco. Que besa es latino: quiá! Ni con esto sale V. del apuro, porque el latino que quedó fué legón: besa, es de origen griego. Que pn latín se llamó sarculum al sacho y que aquí no hay filosofías de ninguna clase. Hola! Y las hay en foro, leria, cheiro, tolo, coteleo, etc? Que V., como buen pescador, puso el italiano sarquio en el anzuelo. No lo creo, porque seria confesar que V. no persigue la aclaración científica de las cosas, sino la satisfacción del amor propio, usando para ello armas prohibidas y una travesura de pillin… Repito que no lo creo. Lo que V. pretende es disculpar el resbalón, acudiendo al efecto a un baturrillo que mi paciencia vá a aclarar.

Dice V, que la consonante líquida se obscurece muchas veces, sobre todo cuando esta tras la a y antecede al grupo romance clo, cla. Pero en sacho no se obscureció; desapareció, a pesar del intermedio sarkio! El sobre todo vale un imperio tratándose de la a, porque lo que es en mancha, de manculam la consonante líquida perduró¡ ¡Qué leyes fonéticas inventa V. De masculum y casculum, macho y cacho; pase la desaparición, porque el grupo se resuelve fácilmente en ch; pero en marculum, no cuela la transformación también en macho, que es mucho machear. Si así fuera, todos los martillos del herrero (no se lee) se llamarían machos: esto solo sucede con uno, el mayor, porque representa el vigor y la fuerza. No por otra causa se llama macho al yunque grande del herrero, a los soportes de ladrillos en paredes de tierra y a los de piedra en las de ladrillos, así como a las vigas que hacen oficio de columnas o pies derechos, a todos los cuales la voz popular aplicó en sentido figurado el nombre mencionado, macho, producido por el masculum o acaso por el mas latino, macho. Por otra parte, cae V. en la incongruencia (ya se lo he dicho y V. tan sordo) de ordenar que serculum perdió la r para sacho, mientras que no se perdió en serculum para cercho y en si serculam para cicercha, donde la e tiene el mismo valor fonético que la a. No podrá V. demostrar que en cote se conserva la tónica de cotidio. Sobre magoar, nada nuevo añade V.

De almeixa, colo, quenlla y estrobo, ya me ocupo en otros lugares y lo que V. dice no merece la pena, a mi juicio, dadas mis explicaciones en los anteriores artículos y los demás antecedentes helénicos, Cuanto a foro, queda en pie el fundamentó de mi etimología: creo que no sirve su réplica. Añade V. que «mucho más diría sobre las demás etimologías no estudiadas>>.. aserto que retratando un sistema. No ha hecho V, ese estudio y sin embargo, no le ha convencido nada de dichas etimologías; no las conoce por el estudio y se decide a afirmar que diría mucho más que, lo dicho sobre las qué han sido objeto de sus plácidas censuras. Me conmueven una exaltación tan honda y una infalibilidad tan anticipada!.

Como prueba de ese mucho más, saca V. a plaza bremar, que define por el latín frenare, y yo, con mayores y por lo menos iguales derecho y fundamento, atribuyo al griego bremoo; y tarabelo, del molino, que ,V. aplica al bable trabellu (vigueta) que sólo es derivado de trabe, en gallego viga. Tarabelo es una vara o palo delgadísimo, querido amigo; pero además, no creo que su fonétca de V. consienta que el grupo tra del trabs latín hubiese retrocedido a tara, mientras estoy seguro permitirá que tarabeoo y taoo (temblar, que es el oficio del tarabo perduren, dados los nombres griegos otras piezas del molino, a los cuales ha perdonado V. la vida.

Buen lío ha armado V.con los posesivos y los pronombres. ¡Qué tremendo apuro el de V., al ver que su vención do disimilación de la i y del encauzamiento del meus había hecho fiasco! a tal situación ha tomado V. el camino de echarlo todo a barato: le disculpo. No he dicho en mi contestación, ni en mi libro, de esa procedencia del meu, teu y seu gallegos, de emos, sos y hos griegos que V. saca a relucir. Sobre ello no tengo más que dar por reproducida mi expresada contestación. Hay en el ¡dórico el meu y el teu o seu como posesivos y lo tiene el galego mientras el castellano hizo tuyo, suyo de los latinos tuus y suus; tal es mi ejemplo, nada más.

Cuanta al pronombre eu dice lo mismo. Pero V. totalmente aturdido, hace una cita inexacta de mi libro, páginas 259 y 533, Tenía V, por lo visto, telarañas en los ojos «Digo allí que los griegos pronunciaban el ego de un modo distinto al de los romanos y que por eso pudo perderse la g para hacer eo, eu en el dialecto gallego, dado que aquellos también tenían la forma ioo; conjeturo además cual era la pronunciación helénica y afirmo que si el ego latino hubiese penetrado a Galicia, hubiera conservado la g, como en las demás voces de igual terminación: lego, ligo, rego, legón, etc. He aquí las tergiversaciones a que V. acude! Y dice V. en la gravedad acostumbrada: <<El min gallego, no salió deleemin dórico por la razón sencilla de que éste es plural». Si V. sabe así el latín, están lucidos sus alumnos! 1.° El emín (con épsilon) dórico es dativo de singular, mai latino, hijo mío. 2.° Ese eemin (emin con eta) que V. desenvaina, es el dativo de plural, ático, Estamos, eh? De manera que ese decisivo, por evidente, el dato que he presentado en mi contestación y que V. ha querido refutar con harta prisa: el min gallego es sin duda el tal emín dórico.

Y ahora viene, bien un pequeño encargo: el idioma inglés tiene el -No se Lee-

correspondiente cortejó de millares de voces latinas, como príncipe demostrativo.l

Cuanto a lo que V. se ha llevado el trabajo de escribir, para desorientar a los lectores, sobre las demás personas, singular y plural, del pronombre, y de las cuales nada he dicho de cerca ni le lejos, hasta aconsejarle que en lo sucesivo no se precipite. Los efectos teatrales solo cautivan a los niños, puesto que yo no saco todos los pronombres gallegos de los helénicos, sino eu y su oblicuo min; si el pueblo latino hizo el eo de su go. bien pudo hacerlo el galaico con el ego helénico, conservándolo conjuntamente con eemín.

Que la interjección latina heúioo griega que he presentado como inicio de la pronunciación que los griegos daban a su pronombre ego, íoo, ni siquiera es paralela. Continúan los decretos! esta que V. autor del jo, ja y del plural eemin, lo diga, apoyándose en el grito ia riumphe que proferían los fratres Arval de Rómulo (siglo VIII a. de J. C.) Pero en vista de tan antigua fecha ¿no se podría sospechar que ese grito de los flaminos de Ceres era copiado del mismo ioofiríambos triunfo en la procesión de la fila griega de Baco? En este caso ya no ser paralelo sino hermano legitimo, aparte de que posteriormente pudo transformase en heu, que acusa la pronunciación mencionada. Hijo mió sobre esto vea V. a Egger, traductor del resto de un canto en tabla de mármol encontrada en Roma hacia el año 78, donde esta ese grito que V. dice: esto que se supone, nada más que se supone, perteneciente a los tales fratres. Y después, véngase V. con fiestas Ambarvalia los lectores de El Diario.

Que eso del digamma eólica una atrocidad que no se estila en los modernos. No tiene V, malas desparedas que digamos! ¿Comodidad romántica eh? ¿Aceptará V. una pequeña apuesta sobre los libros modernos acerca de la materia?. Nada más que una docena de arrobas de garbanzos para los asilados. Hospicio o para la Escuela Maternal recién instalada. Anda de ahí! según dice V. a estilo chulo en otro lugar, ¿Acepta V? A que no! Lo raro es que, a pesar de esa atrocidad, después de haber escrito, jo, ja, haya V, quitado hierro, escribiendo ahora ho, hee.

Se calla V, como un muerto acerca de la terminación oi de la toponimia gallega. ¿No tiene V. a mano otros Arvalos?

En el lugar correspondiente, por olvido he omitido, entre otras observaciones, las siguientes: 1º V. dice que mi prosodia ordena que se ponga acento a la conjunción cuando convirtiéndola en adverbio. Inexactitud. Nada he dicho de que pueda deducirse semejante cosa, pues mi doctrina es que todas las palabras de dos sílabas tienen tónica en cualquiera de ellas, sean preposiciones, sean verbos, sean lo que sean, quiera V, o no quiera y a pesar de todos los romanistas habidos y por haber. 2º V, pone el ejemplo de «una manta para el caballo>> y <<contra las piedras», y esté último lo substituyo con el de <<contra el Gobierno» y <<fuera el alma», donde resulta acento en el lenguaje hablado para el famoso articulo átono, a causa de las reunión de las vocales ae, quiera V. o no quiera, y a pesar de Cornu: es lógico también que lo mismo sucedía cuando el vulgo latino decía <<supra illo, monte, supra illa tabula»,sin que V. pueda presentar ejemplo en que el acento estuviese en la segunda sílaba de illo, illa Y diga V., carísimo dómine de Gramática: ¿desconocía V. estos detalles de prosodia en el lenguaje hablado? ¿O es que su prosodia laberíntica es la verdadera tía javiera?

Que no hay filólogo ni libro que no empléela denominación indogermánicas para las lenguas arias (se escribe aryas, querido). Pues váyale V. con esto y con la comunicación latina en España al eminente y sabio Sr, Amor Ruibal y a varios filólogos modernos. (Ahora me toca a mí). Por supuesto, tanto en esta insinuación como en otras análogas, responde usted a una intención maquiavélica de las más pueriles; pero… ¡nequáquam! He nacido mucho antes que V. hijo mío,

<<Qué las leyes fonéticas de la gramática histórica no viven en el pueblo». De ve ras? ¿Es decreto de V. un teorema tan cómodo y estrambótico del pseudo-romanista?. De manera que los gallegos, al reparar en las palabras modernas ingeniero y automóvil, por ejemplo, y al convertirlas seguidamente en talefro, enxeñeiro y outomól no obedecen a sus leyes fonéticas tradicionales. Es V, muy expedito, querido.

Y en fin ¿queda de sus artículos algo por ahí? Ah, si! Queda su postdata, que en toda carta larga, es lo más importante; lo de su Gramática latina. Yo no he presentado mis brevísimas observaciones (no contestadas) acerca de su libro de V. como argumento de mi criterio etimológico, ni como defensa en frente de sus científicos ataques, sino como saludable advertencia acerca de lo del tejado de vidrio. Pero., basta; soy enemigo de todo ensañamiento.

Cuando V. dio a luz su libro, no se me ocurrió, ni podía ocurrírseme, acudir a la prensa periódica, para tergiversar sus raciocinios y para llamarle audaz, atrevido, etc. ni para nada. V., sin que se hubiera suscitado entre nosotros, que discutíamos amigable y particularmente muchas cosas, altercado alguno do los que ofuscan, incomodan e impulsan a ciertos actos precipitados, ha escogido bruscamente y con ayudante de campo, ese camino, aunque con alguna desconfianza, a juzgar por aquello de los <<escrúpulos que ha vencido>> Yo he acudido a la defensa con el compás y con el son propuestos; pero usted, asombrándose de que le respondiera sin respetos a su palmeta de dómine frustrado, recalca su benevolencia y su consideración con frases y conceptos atentos, en sus nuevos escritos romanísticos… Consigno estas observaciones de trato social, como ilustración de nuestra polémica y para patentizar que V. se halla influido en ella por una pasioncita que no me explico fácilmente.

Por último, estoy en la obligación de declarar que, si he tenido empeño, lo tengo y lo tendré, en demostrar que al escribir el libro <<Galicia antigua>>, no he procedido con ligereza y caprichosamente a pesar de mi ignorancia, que reconozco, ha sido por que la ilustradísima Diputación provincial de Pontevedra me dispensó la merced de costear la primera edición, hecho que V. recuerda oportunamente… para intentar a seguida la prueba de que solo he escrito desatinos. Si no hubiera mediado tal circunstancia, es muy posible que no cargara con el trabajo de contestar a sus tergiversaciones, omisiones e inexactitudes. Digo todo esto porque a mi no me duelen prendas de ninguna clase y porque me deleita toda ocasión de demostrar mi sincera gratitud, que reitero ahora, y lealmente, a la expresada corporación.

Y renovándola de veras, tanto a V. por haber robustecido mi criterio como a El Diario y a sus tipografos por su amabilidad, queda suyo atento amigo y s.

                                                        q.s.m.b

Celso García de la Riega

Nota: Quedan dos respuestas muy interesantes y después unas cartas

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