Figuras Gallegas Olvidadas «Vida Gallega Nº 769»
Celso García de la Riega
Uno de los hombres que amó mucho Galicia y que para ensalzar la tuvo siempre lista la pluma, henchido de fervores y entusiasmo, fue don Celso García de la Riega. Dijérase que el era como lo fuera en otro tiempo aquel famoso cura de fruime, que también tanto quiso su país, defendiéndolo de viles calumnias y de leyendas torpes: su estro, no tan afortunado como él pretendía, fue en cambio lo bastante claro y rotondo para la tarea que se había trazado, engrandeciendo lo que nos es caro y devolviendolo golpe por golpe lo que por foráneos sin información de lo nuestro nos atribuían.
Así, Don Celso García de la Riega, en cierto modo.
Pasa ya de medio siglo que la figura del ilustre escritor pontevedrés cobró actualidad relevante. Fue cuando publicó su libro <<Colón español su origen y patria>>, en el que su autor amplía y ordena las opiniones que había desarrollado pocos años antes en la tribuna de la Real Sociedad geográfica de Madrid, exponiendo la teoría de que el descubridor de América era oriundo de Galicia, posiblemente de Pontevedra.
Escusado es decir la sensación y el revuelo que tal aseveración causó. García de la Riega se apoyaba en las investigaciones históricas que había realizado y en documentos que en favor de su tesis reproducía.
Como era de esperar, su obra suscitó grandes controversias, aún no resueltas pese al informe que sobre tal teoría emitió aquel notable erudito que fue Don Eladio Oviedo y Arce.
Don Celso, había publicado con anterioridad algunos libros, trazó este último cuando ya estaba próximo a morir. Los años le pesaban y los achaques no menos. Pero aun tuvo alientos para conseguir ver publicada la obra que él consideró suficiente para cimentar su fama de historiador. Treinta años largos, según él afirmó, había dedicado a asunto tan apasionante.
Su loable celo de reinvindicar para Galicia aquellas figuras de más resonancia universal le habían llevado, también, a componer un estudio titulado el <<Amadís de Gaula>>. Expuso aquí con una fe inefable
su no menos original teoría de que esta famosa novela de caballerías había sido escrita primitivamente en gallego y que su autor era el canónico de Santiago, Juan de Lobeira.
Si aquí, en este estudio, fue casi, por no decir total, la unanimidad de pareceres en cuanto a la razón que le asistía en afirmar el origen de aquella novela, no lo fue, en cambio, como ya hemos dicho, lo que respecta a Colón gallego. Su teoría, como todas las de naturaleza similar, produjo aquellas controversias de que hablamos. Se le acusó, incluso, de haber adulterado las pruebas históricas que aducía, tomadas de documentos en los que previamente habíase raspado para escribir encima.
Fueron días, meses y aún años de empeñadas polémicas en diarios, revistas científicas y en otras menos científicas. La fama y la personalidad de Don Celso llegaron a su apogeo. Y en este ambiente apasionado le llegó la muerte, en su ciudad natal, Pontevedra, el día 3 de Febrero de 1914, cuando iba a cumplir setenta años.
Por algún tiempo si yo hablándose de Don Celso y de su obra. Luego, como con frecuencia sucede, sólo se mencionó la obra, olvidándose de su autor. Y aún la obra había de ser posteriormente olvidada, porque los continuadores de su teoría, tan patriótica, ampliamente comentada en un principio por éstos, derivó después en su propia fama, aunque en honor a la verdad tengamos que decir que ellos están más olvidados que Don Celso.
Sin embargo, vuelve ahora con fuerza a resucitarse la teoría de éste; pero <<liberandola del prejuicio genovista que ofusco a Riega>>, como dejo en estas mismas columnas don Antonio Fernández y Fernández, un entusiasta escritor que ha prometido una publicación en la que expondrá con amplitud esta cuestión.
Don Celso, por lo que quiso a su Galicia natal, por lo que trabajó en su mejor conocimiento y exaltación, merece el recuerdo perenne de sus paisanos. Que a veces el erró, es posible; pero hay que resaltar por encima de todo que sus yerros fueron debidos a su intensísimo amor a lo que es nuestro; igual que aconteció con el P. Gándara que, llevado de su celo por las glorias de Galicia, no titubeó en llenar la Corte celestial de Santos y Santas que, a su parecer, habían nacido en esta tierra.
Juan Naya Pérez