Celso García de la Riega

Biografía, Obras, Pinturas, Teorías y Artículos

Patria de Colón III

CARTA ABIERTA Progreso 07/07/1917

A MI AMIGO CASTO SAMPEDRO

Prudencio OteroMi querido amigo: Acabo de leer el comunicado que V dirigió e insertaron hoy el “Progreso” y “Faro de Vigo”, con lo cual, según V. manifiesta a los Directores de esos diarios, pretende contribuir a evitar los errores y conclusiones en que sigue envuelta la investigación sobre la patria y origen del gran navegante.

Creame, mi querido amigo que lo he leído con vivísimo interés buscando en el algo que nos trajese la luz en asunto de tal importancia para España, ya para, afirmar la tesis sostenida por García de la Riega o ya para desecharla por haber encontrado V. la clave de la verdadera cuna del gran Almirante.

Pero por más que he buscado en su escrito algo nuevo, no lo he encontrado y veo que él se concreta única y exclusivamente a manifestar que son auténticos los documentos cuyas fotografías he presentado a la Comisión pro-colón, y que en consecuencia es falsa la aseveración que hizo el Sr Oviedo en su artículo reinserto en el “Boletín de la Academia de la Historia” y al cual, aludí en mi telegrama al presidente de esta Corporación.

Para esclarecer esto hace V. la aclaración de que ha sido V. quien ha encontrado los documentos, y ha tenido que ir a leerlos en los archivos; esto mismo lo he manifestado yo bajo mi firma y se ha publicado en la prensa de casi todas las regiones de España y aun en América, y yo he dicho más, he dicho “que el único que en esta capital había registrado todos los archivos de ella ha sido V., que gracias a V., que se puede volver sobre la tesis de García de la Riega; por haber dado con generosidad increíble los documentos a que alude; he dicho en fin todo lo que es verdad, que V sabio arqueólogo, paleógrafo, historiador y no he dicho que era miembro de la Academia de la Historia y de la Real Academia Gallega de la Lengua Gallega porque no lo sabia”, y aun deje de decir muchas otras cosas que lo enaltecen a V. por que espero ha de llegar el momento oportuno de hacerlo.

Pero V. parece que tiene empeño en llevar este asunto por otro camino buscando recaiga la nota ridícula sobre mi pequeña personalidad, y sin fijarse en que con esto quien desea dar gusto a la galería es V.primeramente sacando a relucir el Crucero de Porto Santo en su voto particular ante la Comisión provincial y ahora llamándome irónicamente paleógrafo, epigrafista e historiógrafo.

Yo le emplazo V. aque busque en mis escritos algo que pueda mortificar V. ni a nadie: a este terreno acuden solo los que no tienen o no encuentran otros elementos para emitir sus pensamientos, los verdaderos sabios como usted, cuando tienen algo que censurar, lo hacen ilustrando, y esto es lo que yo esperaba encontrar y aun espero en sus escritos; y es por esto que me voy a permitir manifestar a V. mi opinión, no mi consejo ( entiéndalo bien) y es que cuando V. quiera censurar lo que yo escriba, lo haga rebatiendo los errores que contenga, ilustrándome, pero no haciéndolo con la ironía ni el ridículo, por que quiero serle a V. franco y noble, en este terreno lleva V. mucha desventaja, por que yo he tenido y aun conservo algo de gracia y sal ática y V. es muy serio para poder contender conmigo en este terreno.

A mi me han instado a que contestase a su voto particular y no quise hacerlo por que creo que el asunto cuyo esclarecimiento se busca, no deben envenenarlo pequeñas pasiones, ni cuentos ni chismes de vecindad, sino que sostenga cada uno sus ideas sin entrar en el terreno a que han llegado V. y el finado García de la Riega, merced a chismes de amigos oficiosos que han envenenado esa amistad de hombres eruditos y que tanta gloria hubieran dado a su patria y a este rinconcito de Galicia que tanto amamos, si hubieran marchado de consuno, de común acuerdo.

Respecto a la defensa que V. hace de su amigo Oviedo, a quien tengo el gusto de no conocer, no debo decirle más que lo siguiente: al manifestar en mi telegrama al señor presidente de la Academia de la Historia “que sentía que llevasen las bajas pasiones más allá de la tumba” era refiriéndome a quien me había llamado falsificador; pero V. se lo aplica a si mismo: usted sabrá por qué.

Esa defensa que V. hace de ese señor Oviedo, guárdela para los Tribunales, cuando llegue la oportunidad, pues yo no soy abogado y no puedo defenderme ante ellos: allí demostrará V. que no es verdad que haya dicho que los documentos presentados por mí son falsos.

Concluyo rogándole que con esta primera y última carta terminemos esta cuestión, pues yo ya le he dicho a su simpático hijo Ricardo, a sus sobrinos y a todos los que quieren oirme, que pienso tener una conferencia con V. pues deseo mantener la buena amistad que hemos sostenido tantos años, sin dar gusto a la galería, a la que yo no busco, y si en este asunto he recurrido y necesitado de la publicidad es para hacer revivir una idea grande para la patria, porque sinceramente creo que Colón es español, como supongo que V. sinceramente cree que es genovés.

Téngame siempre por suyo afectísimo amigo.

Prudencio Otero Sánchez

Continuará

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2 pensamientos en “Patria de Colón III

  1. Crunia en dijo:

    Muy buena esta carta del señor Otero, donde le indica al señor Sampedro que ante los tribunales tendría que demostrar si era o no verdad que hubiese dicho que los documentos presentados por el señor Otero eran falsos.

    • Prudencio Otero tenía las cosas muy claras, una por ser amigo de Celso García de la Riega y otra por haber tenido en sus manos los documentos que fueron declarados falsos y de los que dijo: yo los tuve en mis manos y puedo asegurar que ponía los nombres que se citan, tanto nombres de pila como apellido, lo único que la tinta estaba un poco desvaída y que los tuve que ver con lupa con la cual se distinguían perfectamente, lo único que se le puede «reprochar» a Otero es que se equivocó de táctica, en lugar de empeñarse en descubrir nuevos documentos para probar la originalidad de los documentos de Celso García de la Riega, pudo haberse empeñado en demostrar la originalidad, que no eran falsos, los documentos aportados por Celso García de la Riega, error que creo cometieron todos sus seguidores y defensores, aunque a toro pasado puede ser fácil decir esto

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